Queda visto que, dentro de la gama de opciones políticas, ninguna de las dos mayorías está capacitada para sacar a la Argentina de su larga decadencia. El peronismo, con su populismo, solo puede gobernar si tiene algo para repartir pero no tiene la ideología de generar riqueza. Su fuerza política radica en generar enfrentamientos en la sociedad, sosteniendo que unos sectores son pobres porque otros sectores son ricos. Para hacer justicia social están ellos que van a quitarle a los ricos para darle a los pobres, con lo cual eliminan todo estímulo de inversión, producción y creación de puestos de trabajo.
Cambiemos, una alianza entre el PRO, que tiene alergia a los liberales, la Coalición Cívica y el radicalismo, es la unión de tres mentalidades parecidas a las del peronismo en la redistribución del ingreso, pero con una actitud menos prepotente y más respetuosa del orden republicano.
Ni Cambiemos ni el PJ entienden el proceso económico y las condiciones necesarias para salir de nuestra larga decadencia. Es más, me animaría a decir que no tienen la capacidad de administrar el país, porque una cosa es administrar una empresa y otra muy diferente un país. En una empresa hay un objetivo específico de los accionistas, en un país cada persona busca su felicidad como mejor le parece y tiene todo el derecho a hacerlo mientras no viole el derecho de terceros. Un piquetero es feliz viviendo del trabajo ajeno, pero está violando el derecho de terceros al apropiarse del fruto del trabajo ajeno para vivir él sin trabajar en nombre de la solidaridad social. Esto fue lo que hizo Cambiemos durante 4 años: Carolina Stanley repartiendo alegremente el fruto del trabajo ajeno y, encima, perdieron la elección. Mientras Cambiemos tuvo acceso al crédito internacional, siguió financiando el gasto público, cuando se acabó el crédito externo, se acabaron los votos y Cambiemos.
En mi opinión Argentina necesita dejar la cultura de la dádiva y volver a la cultura del trabajo. Para dejar nuestra larga decadencia hace falta un partido político que haga exactamente lo contrario a lo que han hecho el peronismo, el radicalismo y Cambiemos. No puede esperarse de ninguna de las dos fuerzas políticas nombradas que adopten el camino de reducir el gasto público, la carga tributaria, integre la Argentina al mundo y se inspire en general una filosofía liberal porque sus dirigentes no están formados en ese pensamiento. Pueden compartir algunas ideas aisladas, pera la construcción de un país va más allá de medidas aisladas económicas, tiene que haber una dirigencia política que transmita los valores de la libertad, algo que no es parte del espíritu del PJ ni de los integrantes de Cambiemos. Ellos creen en un Estado omnipresente que puede dar ciertos márgenes de libertad y no más que eso.
De lo anterior se desprende que tiene que haber una generación de gente formada en el espíritu liberal que comience un largo proceso de intento por cambiar la Argentina hacia un camino de prosperidad. Solo gente convencida de las ideas liberales, en todos sentido, no solo en lo económico, pueden dar vuelta nuestra persistente decadencia.
El problema es que no existe ese partido político. Algunos consideran que la prioridad es trabajar en las ideas y no abocarse a la política como si ambas cosas fuesen incompatibles. No coincido. Bastiat fue un pensador liberal que dejó grandes enseñanzas y formó parte de la asamblea legislativa francesa. Benjamin Constant y Alexis de Tocqueville fueron diputados en Francia. Edmund Burke y John Stuart Mill en Gran Bretaña. En nuestras tierras, Juan Bautista Alberdi fue diputado por Tucumán y en Estados Unidos, Murray Rothbard fue fundador del Partido Libertario del cual luego se fue. En otras palabras, no veo incompatibilidad entre desarrollar una actividad intelecutal y ser difusor de las ideas liberales y participar en política, por lo tanto no veo inconveniente en que un liberal con sólida formación intelectual participe de la política. Por el contrario, sería una ventaja para el país tener mentes ilustradas en el Congreso en vez del conjunto de levanta manos surgidos de las listas sábanas que solo hacen un stand up para las cámaras de televisión cuando les toca tratar algún tema relevante.
Decía que hoy en día no hay ni un partido liberal que represente esas ideas ni personas que, con sólida formación intelectual, no solo estén dispuestas a trabajar en política, sino que, además, generen cierto arrastre en el electorado como para, al menos, empezar a conseguir bancas en el Congreso.
Lo que se observa es que hay, al menos, cuatro partidos políticos de supuesta orientación liberal que están intentando conformarse pero sin personalidades convocantes. Por otro lado hay dos o tres partidos políticos ya existentes que podrían servir de vehículo para conformar esa alternativa liberal y tampoco tienen candidatos. Sobreviven buscando alianzas con los partidos que pueden mantenerlos vivos. Pero para que esos partidos políticos existentes sean vehículos de largo plazo tienen que aceptar ceder puestos en las juntas de gobierno y dejar que haya apoderados para que se logren afiliados y se incorpore gente joven y no tan joven que puede ayudar a la conformación de la fuerza política en el largo plazo.
Puedo dar fe que esos partidos, cuando llega el momento de las elecciones, salen a buscar a alguna persona que pueda ser su candidato. Hay mezquindad en el sentido de usar a la gente para tener votos y sobrevivir pero no abren el partido porque quieren tener el control del sello de goma. Para no parecer soberbio no voy a contar historias personales, solo puedo afirmar que lo que describo es así.
Volviendo, hay dos opciones: 1) tratar de crear un partido desde cero o 2) utilizar algún partido existente pero sus autoridades tienen que tener la generosidad de abrirlo en serio a una fuerza liberal y conformar un partido de centro derecha.
Hacer un partido de cero es una tarea muy complicada y ya se ha visto que la supuesta ola libertaria no logró constituirse en ningún lado como partido político, salvo en una provincia donde lo lograron comprando un partido ya existente. Aceptemos que hoy día hay mucho de moda y antisistema en el ambiente liberal. Muchos creen que son liberales porque ponen la viborita en el avatar de su Twitter y creen que se puede hacer la revolución liberal desde las redes sociales. Sin duda las redes son útiles, pero recorrer el país es una opción que no puede obviarse si quiere tenerse el poder para cambiar el país.
Mi sugerencia es intentar construir una fuerza liberal primero con la segunda opción, hablando con las autoridades de esos partidos que no tienen candidatos y ya existen para construir opciones con democracia interna, algo que el PRO nunca tuvo. Si no hay una respuesta positiva, entonces habrá que tomar el camino más largo que consisten en construir un partido desde cero. Creo que no tiene sentido tomarse el trabajo de armar un partido desde cero si es posible la segunda opción.
Pero en todo caso, si no hay una o dos figuras convocantes, es muy difícil armar algo. Si es por el lado de las afiliaciones, sin una figura convocante como en su momento fue Álvaro Alsogaray con la UCEDE o Ricardo López con RECREAR, no se llega ni a la esquina. Mi visión puede sonar personalista, pero me parece que la gente sigue a las personas. Convocar solo esgrimiendo ideas liberales con personas sin gran convocatoria no llevará a ningún lado. Y tener convocatoria no implica haber salido en televisión algunas veces o haber sido columnista de algún programa. Personalmente he estado en los medios muchísimo tiempo, tanto en radio, gráfica como televisión y no me animaría a considerarme “la figura convocante”. En ese sentido hay que bajar un poco los humos, pero cada uno sabrá si los tiene o no.
La clave está en no ir por una candidatura presidencial de entrada, ni hacer alianzas políticas con Cambiemos. La clave está en comenzar a tener peso político propio buscando cargos legislativos en el Congreso Nacional, los congresos provinciales y en los consejos deliberantes.
¿Por qué no ir en alianza con Cambiemos? Porque siendo Cambiemos una coalición con tendencias intervencionistas y progres, el liberalismo tiene que tomar peso propio para forzar a Cambiemos a correrse más hacia las ideas liberales. Eso ocurrió en Inglaterra donde las ideas de Margaret Tathcher forzaron al laborismo a no desandar el camino que había liderado Tathcher. O Reagan en Estados Unidos que forzó al Partido Demócrata a ser muchísimo menos progre. Solo si una fuerza liberal logra tomar peso político propio, será posible forzar a las otras fuerzas políticas a correrse hacia posiciones más liberales con lo cual el cambio de rumbo será posible.
Francamente no creo que Cambiemos ni el PJ puedan cambiar la tendencia decadente considerando el nivel de deterioro que tiene Argentina en los valores que impera en la sociedad. Yo diría que Cambiemos y el PJ son parte del problema.
La única opción posible para salir adelante es construir una fuerza liberal, pero teniendo en claro que es un trabajo de muy largo plazo. El problema que veo es que hay demasiados grupos donde todos quieren hacer su propio partido y encima no pasan de ser ateneos de grupos reducidos que discuten sin son miniarquistas, libertarios, anarcocapitalistas o liberales clásicos. Es decir, debaten lo que no le interesa a la gente y encima se dividen entre ellos.
Como decía antes, hoy hay no menos de cuatro intentos simultáneos de construir desde cero una fuerza liberal y ninguna de ellas tiene una figura convocante al estilo Alsogaray en su momento. Solo debaten quién es más liberal, si destrozó al progre en el debate o cosas por el estilo, sin darse cuenta que le importa a ellos solo si destrozó al progre o no. Lo importante es si logró que la gente se acerque al liberalismo y por lo que se ha visto con la supuesta ola libertaria, no lo han logrado porque no pudieron construir un partido político a pesar del barullo que hacen en las redes sociales. Toman el liberalismo como una competencia para ver quien insulta más o gana la discusión en vez de ver cómo atraer el voto de la gente.
Personalmente imagino algo totalmente diferente. La construcción de una fuerza liberal, con gente de trayectoria y sólida formación que abra el camino para que luego, gente joven que se vaya formando en las ideas liberales, puedan ir haciendo carrera política. No vaya a ser cosa que al liberalismo le pase lo mismo que a Cambiemos. Luego de mucho esfuerzo llegó al poder y por no tener formación ni principios que le diera un norte, terminaron haciendo sapo y pavimentando el camino para que volviera el kirchnerismo.
En definitiva, o se trabaja en un proyecto serio de largo plazo con formación sólida en las ideas o pueden seguir haciendo bochinche en las redes sociales mientras las elecciones las siguen ganando los populistas.
Fuente: Economía para Todos