En una tendencia que se replica entre los países de Latinoamérica, los institutos de investigación han creado diversos sistemas para cumplir con los estándares internacionales que exigen la existencia de Comités Institucionales de Ética o Bioética, capaces de supervisar el desarrollo de ensayos que empleen animales de laboratorio. En Europa y Estados Unidos, la adopción de los protocolos orientados a asegurar el bienestar animal durante experimentación tiene una trayectoria consolidada, y hoy se encuentra en expansión.
Por su parte, en la Argentina, el INTA impulsa la capacitación de sus especialistas en temáticas de bienestar animal y trabaja fuertemente en la posibilidad de implementarlo en prácticas reales aplicadas a las rutinas de trabajo científico. Como resultado de este compromiso, el Comité Institucional para el Cuidado y Uso de Animales de Experimentación (CICUAE) del INTA Castelar –creado en 2009– cumplió 10 años de labor ininterrumpida.
De acuerdo con Alejandra Romera, secretaria del CICUAE del INTA Castelar, los CICUAE son una herramienta de posibilidad para el desarrollo de investigaciones, debido a que su aval es requerido para acceso a financiamiento de proyectos nacionales e internacionales, realización de becas doctorales, publicación en revistas científicas con referato y adhesión al Sistema Nacional de Bioterios.
“Asimismo, suele ser solicitado por organismos públicos y privados en el marco de acuerdos de vinculación tecnológica y de cooperación internacional”, apuntó Romera, quien también se desempeña como investigadora del Instituto de Virología del INTA y del CONICET.
Aunque reciben denominaciones específicas de país en país, la investigadora sostuvo que estos grupos dedicados al resguardo de los animales de experimentación tienen objetivos en común: “detectaron la necesidad de proveer una respuesta rápida y efectiva a la demanda social de garantizar el bienestar animal en los procedimientos y el compromiso de la comunidad científica para el respeto de los principios de bioética”.
Hacia dentro del INTA, la propuesta es que cada unidad del instituto que realice procedimientos con animales tenga un CICUAE, cuya principal función es garantizar que, de ejecutarse una determinada prueba, los posibles beneficios científicos superan con creces el posible sufrimiento que se les pueda causar a los animales utilizados con estos fines y avalar o no esos experimentos.
Luego de 10 años de trabajo, la investigadora indicó que “el CICUAE ha aportado un insumo que impacta positivamente en la calidad de los resultados obtenidos”. “Le imprimió valor agregado a la calidad científica y ética de los trabajos y demostró ser útil en la transmisión de las recomendaciones y regulación internacional de bienestar animal a los investigadores de la institución”, observó Romera.
Asimismo, desde el CICUAE se sentaron las bases y se generaron protocolos y estatutos que sirvieron como modelo para replicar la conformación de otros espacios de este tipo en la institución. “Esto favoreció la posibilidad de ampliar la cobertura en lo que respecta a bienestar animal en las unidades regionales”, valoró.
En estos 10 años, se destaca la revisión de más de 550 protocolos avalados
que garantizaron el bienestar animal y permitieron la concreción de numerosos
convenios de colaboración tanto nacionales como internacionales, así como la
presentación de más de 100 tesis doctorales en distintas universidades del país
y la publicación de más de 1000 trabajos científicos.
Los CICUAE son una herramienta de posibilidad para el desarrollo de investigaciones, debido a que su aval es requerido para acceso a financiamiento de proyectos, realización de becas doctorales y publicación en revistas científicas con referato.
En este contexto, Romera afirmó que “el empleo de animales vivos es todavía necesario en investigaciones que redundan en la protección de la salud (humana y animal) y del medio”. No obstante, reconoció que “se considera ampliamente aceptado el objetivo final de sustituir todos los procedimientos con animales de experimentación por otros que no los utilicen, ya que los animales tienen un valor intrínseco que debe respetarse”.
En esta línea, la investigadora, quien también es coordinadora de la Comisión Asesora del Sistema Nacional de Bioterios del Ministerio de Ciencia y Tecnología, argumentó: “Todos los pasos normativos y técnicos van dirigidos al reemplazo total tan pronto como sea posible; mientras ese objetivo se hace factible, la normativa ha tratado de elevar progresivamente el grado de protección de los animales que aún son necesarios en los procedimientos”.
Y añadió: “El uso de animales en ciencia debe ser realizado en un contexto regulado con el objetivo de garantizar el bienestar animal y resultados de fidelidad científica”.