Los cambios en la dieta de una parte de la población mundial provocan transformaciones en la producción agrícola que, a su vez, tienen su impacto en la maquinaria agrícola.
Las tendencias crecientes hacia una alimentación saludable van generando una progresiva sustitución de las proteínas animales por proteínas vegetales.
Si bien el maíz y el trigo todavía representan la principal fuente de suministro de calorías (45% del total), van cediendo posiciones en favor de frutas, verduras y alimentos finos.
Correlativamente, el fenómeno de la diversificación de cultivos se torna importante para la industria de la maquinaria, porque comienza a influir en el negocio.
La cuestión fue abordada durante la cumbre sobre Agrievolution, realizada en Madrid (España) con la presencia de 120 delegaciones de 15 países.
Flexibilidad
En ese encuentro, Marcello Carraro, CEO de Antonio Carraro, sostuvo que el diseño de máquinas debe tener un enfoque más variado y flexible, contemplando la frutihorticultura y la vitivinicultura.
Por ejemplo, los viñedos, usualmente, se desarrollan en regiones montañosas y en lugares con relieves complicados.
En esos casos, producciones de alta calidad no pueden ser afectadas por equipos fabricados de acuerdo con criterios de estandarización.
“Donde la altura, el ancho, la pendiente y el respeto por el suelo se convierten en restricciones fundamentales para las producciones agrícolas de alto valor agregado, se necesitan soluciones alternativas y personalizadas”, remarcó Carraro.
En consecuencia, planteó pasar de una lógica de estandarización típica de producción a una lógica de personalización de productos, centrada en las necesidades particulares de cada empresa agrícola.
Personalización
También Carlo Lambro, Presidente global de New Holland, apuntó a la necesidad de “personalizar” los equipos.
“La mecanización desempeña un papel clave para los cultivos especializados y los fabricantes deben saber cómo adaptarse a las necesidades específicas de estos tipos de cultivos”, indicó.
Además, Lambro recordó que hay cultivos regionales que todavía tienen un bajo nivel de mecanización.
Por ejemplo, en el sector del cultivo del olivo (con una facturación global de U$S 20.000 millones), apenas el 2% de las operaciones de recolección están totalmente mecanizadas, comentó Lambro.
Fuente: MaquiNAC