“No pretendamos que las cosas cambien, si siempre hacemos lo mismo. La crisis es la mejor bendición que puede sucederle a personas o países, porque la crisis trae progresos. La creatividad nace de la angustia, como el día nace de la noche oscura. Es en la crisis que nace la inventiva, los descubrimientos y las grandes estrategias. Quien supera la crisis, se supera a si mismo sin quedar ´superado´. Quien atribuye a la crisis sus fracasos y penurias, violenta su propio talento y respeta más a los problemas que a las soluciones. La verdadera crisis, es la crisis de la incompetencia. El inconveniente de las personas y los países es la pereza para encontrar las salidas y soluciones. Sin crisis no hay méritos. Es en las crisis donde aflora lo mejor de cada uno, porque sin crisis todo viento es caricia. Hablar de crisis es promoverla, y callar en la crisis es exaltar el conformismo. En vez de esto, trabajemos duro. Acabemos de una vez con la única crisis amenazadora, que es la tragedia de no querer luchar por superarla”. Albert Einstein
Las monedas complementarias constituyen un instrumento cuyos orígenes se remontan a los inicios de la humanidad, en donde la pluralidad monetaria -al igual que la pluralidad de dioses- era, justamente, moneda corriente. Técnicamente, una moneda complementaria es una forma monetaria que, a pesar de no ser de curso legal (es decir, posible de ser usada para el pago de impuestos), puede ser usada de manera voluntaria entre los miembros de una comunidad. Históricamente las monedas complementarias han servido para cumplir algunas funciones esenciales para la organización de la sociedad pero que, no obstante, no eran eficazmente realizadas por la moneda de curso legal. Los ejemplos exitosos del WIR en suiza y los -curiosamente para nosotros- internacionalmente reconocidos casos argentinos de principios de los 2000 son una prueba de la potencia que la pluralidad monetaria tiene, si es bien manejada, para empoderar a las comunidades. Actualmente existen en el mundo más de 5.000 casos registrados de monedas complementarias que, adaptadas al contexto específico en donde se implementan, dotan a sus usuarios de una mayor autonomía y resiliencia.
El desarrollo y la implementación de una moneda complementaria encierra algunos desafíos. Uno de ellos es la generación de confianza en las personas a quienes este tipo específico de moneda está orientado. Para citar un caso conocido, los clubes de trueque (una forma de moneda complementaria basada en los “créditos”) que funcionaron entre 1995 y 2002 obtuvieron resultados satisfactorios hasta que, cuando se volvieron masivos, no lograron escalar sin romper la confianza de quienes los usaban. La falsificación de los “créditos” y la emisión descontrolada derivó en una fuerte desvalorización de la moneda que, en definitiva, derrumbó la confianza en el instrumento sobre el cual se había construido esa valiosa experiencia de organización “desde abajo” para superar la crisis.
Veinte años más tarde nos encontramos nuevamente es una situación de crisis donde nuestra ligazón al entramado global de la financiarización, reduce los grados de libertad para alcanzar la soberanía monetaria por la vía del sistema financiero tradicional. La pluralidad monetaria vuelve, como en tantos otros momentos de la historia, a ser una opción tanto para la organización de mercados en el segmento de la economía popular como para aumentar el margen de maniobra de las distintas instancias del gobierno. Para llevarlo a cabo hoy contamos con una tecnología que le da a la moneda la seguridad y la transparencia que las experiencias del pasado no pudieron tener. Esta tecnología se llama Blockchain; es la que hace posible las criptomonedas y posee la flexibilidad suficiente para que los numerarios que se crean puedan adaptarse a los objetivos de quienes las generan. En Argentina existe ya un caso llamado Moneda PAR, en donde productores de distintos rincones del país se organizan para intercambiar bienes y servicios a partir del crédito que ellos mismos se otorgan (a tasa cero) con la seguridad de que nada ni nadie puede violar el protocolo según el cual la moneda se crea.
De manera muy concreta, Blockchain es un sistema de registro de información descentralizado, donde cada nodo de la red guarda una copia idéntica del mismo. Este registro puede almacenar, por ejemplo, el historial de las transacciones de una determinada moneda, como Bitcoin, un dólar digital o la misma Moneda PAR. Los nodos, a su vez, verifican permanentemente que la información contenida en los registros que cada uno posee sea, efectivamente, idéntica. En caso de que alguno de los nodos presente una versión diferente del registro (presumiblemente por haber sido intencionalmente adulterado) es descartado de la red. Blockchain presenta un sistema de incentivos que tiende a alinear los intereses de los distintos nodos, de manera tal que todos se sientan inducidos a jugar de acuerdo a las reglas, lo que en la práctica implica no falsear el registro de los datos. Así, a medida que el sistema avanza la información relativa a las transacciones es almacenada en bloques (que agrupan las transacciones realizadas en un intervalo dado de tiempo) que son añadidos a una cadena donde se encuentra todo el historial. De allí el nombre de la tecnología: cadena de bloques.
Con esta introducción abordo el hecho que, las autoridades recientemente electas el 27 de octubre, Alberto Fernández-Cristina Fernández de Kirchner, recibirán un país atiborrado de complicaciones de diversa índole. Todos los indicares económicos son significativamente peor a los que “heredó” Mauricio Macri en el 2015. La inflación supera al 50% anual; el desempleo aumentó considerablemente, se cerraron PyMEs a un promedio de 40 empresas por día, la deuda externa pasó del 40% del PBI a casi el 100%, cepo cambiario durísimo, el Banco Central casi sin reservas de libre disponibilidad y endeudado a niveles asombrosos (“bomba de las leliq”), pobreza que supera el 38% de la población, habiéndose agregado en menos de cuatro años a más de 4 millones de nuevos pobres, y para rematar la caída de la actividad económica estimada en un 9% para el período. Este escenario se oscurece aún más dado un contexto mundial por demás complicado que impacta más fuerte sobre los países de la periferia y especialmente sobre nuestra América del Sur que, de paso, sufre convulsiones políticas y sociales por agotamiento de la inequidad y la explotación extrema y sin compensación de sus recursos.
El objetivo principal de la etapa que se iniciará el 10 de diciembre será la recuperación del empleo. Durante el proceso de reestructuración productivo habrá que enfrentar una emergencia social que incluye lo alimentario, la salud, la educación y el hábitat, a través de paliativos que deberán ser reemplazados por trabajo genuino en un plazo perentorio. En este marco, se deberán activar planes de asistencia a las poblaciones que se encuentran en situaciones de extrema necesidad. Estas medidas son de justicia social, pero, simultáneamente serán una contribución fundamental al aumento de la demanda agregada, que encenderá las fábricas, recuperará empresas y generará nuevos empleos rompiendo la caída para iniciar una espiral de mayor demanda > más ocupación > más ingreso > más demanda… Una buena administración de planes sociales será crucial para salir del estancamiento, que hoy va acompañado de inflación (estanflación), fenómeno que los neoliberales y neoconservadores supieron inventar, pero no resolver porque no encuentran recetas en sus libros ortodoxos. En esta situación de partida, los heterodoxos deben apelar a la creatividad para que en la resolución de la recesión no se caiga en desatar una inflación galopante.
En una situación de pavoroso endeudamiento interno (leliq) e internacional FMI y otros gravosos préstamos, la creatividad consistirá en asistir al 38% de la población sumergida evitando una emisión monetaria que detone la bomba de la hiperinflación. Para ello podremos recurrir a la tecnología digital poniéndola al servicio del desarrollo social.
La gran ventaja de la moneda virtual es que es personalizada, inconvertible, sin intermediación política, destinada al consumo imprescindible y utilizable solamente en el sistema formal. Los comercios adheridos al programa solo pueden utilizar la moneda virtual para pagar impuestos nacionales (IVA y Ganancias), evitando emisiones descontroladas y su consecuencia, las estampidas inflacionarias.
Mi propuesta es que los planes sociales se distribuyan en el marco de un sistema de bloques o blockchain, que debería funcionar de la siguiente manera: a través de mecanismos directos o por solicitud, el Estado establece el universo de beneficiarios, que recibirán una tarjeta de asistencia que incluye datos de filiación y foto. En cada tarjeta se acredita, mensualmente, la asistencia en moneda virtual, que sólo puede ser utilizada en los puntos de venta que el Estado determine (cooperativas de consumo, supermercados, proveedurías, etc.), que sólo podrá ser utilizada para compra de productos de primera necesidad, básicamente alimentos y agua.
Para aumentar el virtuosismo del programa, se pueden incluir en el sistema virtual los apoyos educativos para facilitar el acceso de las familias a útiles, libros y enseres. Y también las contribuciones públicas al sistema de salud, acreditando los fondos que se destinan normalmente a financiar medicamentos que dan cobertura a enfermedades crónicas, pagando el beneficiario con los pesos virtuales en las farmacias habilitadas. De esta forma, además, el Estado recibirá información relevante que permitirá la trazabilidad que va desde la emisión de una receta digital hasta la adquisición del medicamento, controlando a los que no siguen las indicaciones médicas imprescindibles y evitando fraudes de mala praxis de recetas. La recepción de la tarjeta podría requerir un análisis clínico que permita detectar males que pueden tratarse anticipadamente generando alertas que potencien el desarrollo de medicina preventiva que podría generar Y podríamos continuar con incentivos al personal que trabaja en el Estado o aumentos a jubilados, ahorros de gastos del erario público y otras medidas de fomento del consumo.
Las monedas virtuales y complementarias alcanzan todo su potencial cuando los que están en el sistema saben que tienen alguna salida parcial y circunstancial del sistema, habiendo encontrado en el pago de impuestos la vía más propicia y segura. A través de esta innovación se vigoriza la economía creando una demanda inicial que se multiplica dentro del sistema y sin tener que preocuparnos por el impacto inflacionario y se cierra un circulo que arranca (inyección de planes y contribuciones) y termina (con el pago de tasas e impuestos) en el Estado. Sin embargo, se podría pensar en una salida (con costo) para aquellos comercios que reciban más moneda virtual que los impuestos que deben al fisco. La vía de escape se produce porque el poseedor de fondos en el sistema puede salir del mismo vendiéndola a alguien que ingresa al circuito para usar, con ventaja de un descuento, la moneda complementaria para hacer frente a sus contribuciones fiscales. Como estos fondos son limitados, nunca habrá peligro de que el estado se desfinancie. En el balance costo-beneficio del comercio integrado al sistema, el descuento no sería mayor que lo que le cobran los operadores de tarjetas y otros medios de pago por adelantos de efectivo.
Las monedas complementarias y la tecnología blockchain son una realidad que crece día a día en manos de comunidades privadas; la propuesta de esta nota es la de ampliar su campo de actuación a través de la participación del Estado nacional, provincial o municipal, especialmente en un momento que requiere innovaciones disruptivas para recomponer la demanda, avanzar sobre la necesaria equidad y justicia social que tanto anhelamos los argentinos.
Fuente: Rosario Fnanzas