Plantados en las columnas del debe y el haber, los dólares que faltarían ingresar de la cosecha anterior y los vencimientos que quedaron sin reperfilar para cerrar el año se aproximan a los principios de la partida doble. Y lo mismo sería para 2020. O sea que soja y maíz saldarían lo inmediato. Pero, además, las retenciones, que le salvaron las papas a la Administración Macri de pleno tobogán de la recaudación impositiva, se convierten en un insustituible puntal para acomodar el equilibrio fiscal en el arranque de la gestión.
La Federación Agraria, la Sociedad Rural y la Bolsa de Comercio de Rosario le
dieron la bienvenida con un guiño al futuro jefe de Estado, hasta dispuestos a
olvidar antiguos enfrentamientos durante el primer mandato de CFK. Ofrecieron
trabajar en conjunto, a sabiendas de que será muy difícil que Fernández les
devuelva lo que Macri les sacó. Superado el atolladero inicial, los productores
aguardan con la intención de invertir en los próximos 5 años, como 7 de cada 10
aseguraron que harán en una Encuesta Sobre Necesidades del Productor
Agropecuario (ENPA) que elaboró el Centro de Agronegocios y Alimentos (CEAg) de
la Universidad Austral junto con el Centro de Agronegocios de la Universidad de
Purdue de USA, y lanzó junto al Ag Barometer.
Aún en la volátil situación de arrastre, la soja comercializada hasta el
presente asciende a 32 millones de toneladas, de las cuales 21,5 millones las
compró la industria aceitera y 10,5 millones, los exportadores.
Más allá de dimes y diretes de la transición protocolar, la caja de las
divisas registra unos US$11.200 millones de vencimientos de deuda hasta fin de
año sin ser alcanzados por reperfilamiento alguno, que las reservas de libre
disponibilidad no alcanzan para cubrir.
Quedó pendiente el desembolso del FMI de US$5.400 millones a resolver en los próximos días, ya despejado el panorama electoral, y no ingresaron los US$8.200 millones en granos por los 20 millones de toneladas, descontando uso propio de semilla y existencias finales, a valores de mercado FOB estimados en 360 US$ la tonelada, que los productores optaron por retener, sin demasiado apuro por liquidar.de acuerdo con lo publicado por el titular de Agripac, Pablo Adreani, en el sitio ruralprimicias.
De todos modos, como el saldo comercial ha venido siendo positivo en lo que
va del año, y seguramente seguirá así hasta que finalice, gracias a que el otro
virtual cepo, el recesivo, planchó las importaciones, la salida al actual
atolladero cambiario no se encontraría tan distante.
Aún en la volátil situación de arrastre, la soja comercializada hasta el presente asciende a 32 millones de toneladas, de las cuales 21,5 millones las compró la industria aceitera y 10,5 millones, los exportadores.
El especialista advierte sobre el arbitraje que hace el productor entre el dólar y las retenciones para determinar si vende o no, y propone incentivos decrecientes de desgravación hasta enero.
Los números totales de la cosecha se ubican en un rango de 136,9 a 142,1
millones de toneladas, de acuerdo con un informe de la consultora Agritrend, de
Gustavo López.
Y como en 2019 fue de 141,4 millones de toneladas, el sector concluirá el año vendiendo 100,7 millones de toneladas de granos y subproductos, un nivel récord: corresponden 61,1 millones de toneladas a granos, 7,3 millones de toneladas a aceites y 32,3 millones de toneladas a harinas.
De modo que las exportaciones habrán generado, al cabo de este año, US$28.839 millones, lo que significa US$4.539 millones más que el año pasado, cuando la sequía causó 30 millones de toneladas de pérdida en la producción, con lo que, en consecuencia, se colocaron 75,3 millones de toneladas por valor de US$24.300 millones.
La cuenta fiscal de esos fondos efectuada por Agritrend daría para el final de 2019 que el aporte de las retenciones habrá subido a US$5.561 millones, contra US$2.267 millones que dejaron el año pasado.
Es decir que la mejora entre un año y otro ascendió a US$3294 millones, por un lado por la mayor exportación pero por otro, gracias al peso de las nuevas retenciones.
El trigo, para empezar
En los aprestos de la campaña venidera, la primera buena noticia proviene de la siembra de trigo, que cubrió 6,6 millones de hectáreas, un récord del que se espera una producción de 20,5 millones de toneladas, con un saldo exportable de 14,5 millones de toneladas, conforme al cálculo del Departamento de Agricultura de Estados Unidos (USDA).
El potencial, a US$175 la tonelada, haría esperable una entrada de US$3.600 millones.
En orden de importancia, los mayores ingresos provienen del complejo sojero (grano y sus subproductos), con US$16.000 millones, es decir, aportan el 59%.
Luego está el maíz, con US$5.500 millones, que representan el 19%.
Sumados, soja y maíz dan un ingreso de divisas de US$21.500 millones, es decir, 78%, y en el caso de los derechos de exportación ocupan el 91% de la recaudación.
En una renegociación de la deuda, prácticamente las divisas obtenidas por ambos granos cubrirían los vencimientos netos que el mercado financiero le demandará levantar al gobierno electo en su primer año de gestión, pero como sucede con las frazadas cortas faltarán en la balanza comercial para equilibrar necesidades de importación a partir de US$4.000 millones mensuales.
Para completar el panorama exportador que presenta el campo, la República Popular China ha venido siendo el principal comprador tanto en carnes bovinas como en porcinas, luego Vietnam incrementó en setiembre los pedidos de cortes vacunos, al tiempo que Brasil y USA los redujeron.
De acuerdo a los últimos datos del Instituto de la Promoción de la Carne Vacuna Argentina (IPCVA), al 9no mes de 2019 las ventas al exterior de carnes, en total, estuvieron aproximadamente en US$298 millones, 72,4% superiores a los 172,8 millones obtenidos en 2018.
La despedida electoral que le hizo el sector agropecuario, uno de sus principales aliados, a la Administración Macri tuvo estos números: en provincia de Buenos Aires, le dio a Fernández 1.563.600 más votos más; en Córdoba, si bien Córdoba le aportó 720.400 votos más que a su contrincante; y Santa Fe, una diferencia de 18.428.
En cambio, los operadores financieros no se identificaron en las urnas como lo hicieron en los mercados cuando le empezaron a bajar el pulgar como respuesta al cambio de reglas que anunció en diciembre de 2017 el jefe de Gabinete, Marcos Peña, en una triunfalista conferencia de prensa.
Fuente: Urgente24