El arroz es uno de los alimentos más difundidos del mundo, constituyendo la base de la dieta alimentaria de países asiáticos y africanos. A ese cereal se le reconocen varias propiedades y, como ocurre con cualquier grano, también alguna deficiencia, en el caso específico que nos ocupa la insuficiencia radica en vitamina A.
Al producirse una ingesta excesiva de arroz, el inconveniente que se experimenta por carencia de vitamina A, “retinol”, se expresa en problemas de visión, los que realmente son más que preocupantes. Para entender la magnitud del mismo, nada más exacto que detenerse a observar los informes de la Organización Mundial de la Salud “OMS”, los que revelan que el 40% de los niños entre 6 meses y 5 años y, el 30% de chicos en edad escolar presentan síntomas de escasez de vitamina A, al igual que el 50% de las mujeres embarazadas o en lactación. Además, provoca ceguera nocturna y puede relacionarse con tasas más altas de transmisión del VIH de la madre al hijo, así como con un mayor riesgo de mortalidad materna. Estadísticas que se dan en fundamentalmente en los países más pobres, donde el arroz es el principal pábulo de subsistencia.
Esta situación es un motivo de desvelo de científicos, genetistas, gobernantes de los países afectados y, de organizaciones como la FAO y la mencionada OMS. Por diferentes razones; económicas, culturales y de paladar, las soluciones se exploraron esencialmente dentro de la misma especie. Esta estaría muy próxima de arribar por medio de la biotecnología.
Los avances en la materia indican que en 2011, podría estar disponible en el mercado el arroz dorado o “golden rice”, la variedad en cuestión se obtuvo en Suiza hace 11 años con el apoyo financiero de la fundación Rockefeller. La obtención se alcanzó incorporando al arroz, genes recopiladores de enzimas que generan el betacaroteno o pre vitamina A, dos de ellos del narciso y el otro un gen bacteriano. En su composición actual, el arroz dorado contiene 35 microgramos de betacaroteno por gramo.
A tal efecto, corresponde explicitar que investigaciones desarrolladas por Baylon Collage of Medicine y la Universidad de Tufts, evidencian que los betacarotenos del “arroz dorado” se transforman en las personas en vitamina A. El proceso consiste que con la ingesta del arroz dorado, el organismo humano fragmenta la provitamina A para elaborar vitamina A.
En 2003 se obtuvo el cultivar “Golden Rice 1” y dos años después el “Golden Rice 2”. Por estos días en PhilRice, instituto filipino de investigación en arroz se está experimentando una nueva variedad, que además de contar con las propiedades de sus antecesores, presenta resistencia a dos enfermedades de la especie frecuente en Asia; tungo y rayado bacteriano de la hoja.
¿CONTROVERSIA POR LOS ALCANCES DE LOS DERECHOS DE PROPIEDAD?
La titularidad de los derechos de propiedad constituye una polémica importante. Buceando en los antecedentes correspondientes nos encontramos con que en mayo de 2000 los obtentores del arroz dorado, por intermedio de la compañía Greenovation, Friburgo, (Alemania) de gestión de licencias, suscribieron un convenio con Zeneca, el documento otorgó a ésta última la aquiescencia exclusiva para cobrar regalías, por el uso comercial de la tecnología del arroz dorado.
En las postrimerías de mismo año, se concretó la fusión de la división agroquímica de AstraZeneca con la compañía suiza Novartis, una de las más importantes en los rubros de agroquímica y de semilla; producto de esa unión surgió la corporación Syngenta, la que a la postre es la que ahora posee la licencia para el uso comercial del arroz dorado.
En el convenio de referencia se especifica que Syngenta apoya el uso humanitario del arroz dorado, tal como lo procuraban sus inventores, para los países en desarrollo. Más precisamente, el acuerdo estipula que se interpreta como “uso humanitario”, como la aplicación para individuos que perciben ingresos inferiores a una determinada cifra en dólares anuales. La avenencia comprende además a todas las aplicaciones posteriores de la tecnología a otras plantas de cultivo. Los descubridores afirman que esta cláusula resulta esencial, a los efectos de garantizar un mayor desarrollo del arroz dorado y, brindar a la sazón, la tecnología a quienes más la necesitan.