En la nota del 20 de julio advertimos que el productor argentino tenía por delante dos fechas muy importantes a considerar a la hora de tomar decisiones comerciales. El 11 del actual, por las PASO, y el día siguiente, por el esperado reporte del USDA. Pues bien. Ambos eventos ya se han verificado y las decisiones se han tornado más complejas.
En el frente interno, la probabilidad de un retorno de políticas adversas a los intereses del sector ha crecido sustantivamente. El fantasma de un aumento de los derechos de exportación fue rumor al comenzar la presente semana y, aunque el mismo haya sido desmentido, no puede descartarse. Un fuerte e inesperado aumento del tipo de cambio conlleva ese riesgo, se produzca o no un cambio en el gobierno. Ante la eventualidad, vender y comprar calls en Chicago es una alternativa. Ante el riesgo (también motivo de trascendidos) de un desdoblamiento cambiario a partir del 10 de diciembre, las alternativas de defensa son nulas.
Por su parte, el reporte del USDA publicado el lunes también generó un
impacto negativo en las cotizaciones de Chicago. El organismo no convalidó el
ajuste esperado por los privados en la producción estadounidense de maíz y ello
abortó las expectativas alcistas.
En nuestra opinión, compartida por altos ejecutivos del Consejo Internacional de Granos en la reunión ocurrida un par de semanas atrás en Londres, es muy probable que la cosecha de maíz en dicha nación termine siendo inferior a los 353 millones de toneladas estimados por el USDA. De ser así, EE.UU. deberá racionar la demanda externa más tarde o más temprano. Por el momento, los tiempos del mercado no ayudan.
La oferta de maíz en el nivel global será abundante durante los próximos meses. Sumando la tremenda "safrinha" en Brasil (70 mill./t) al maíz tardío argentino (25 mill./t) y considerando que Ucrania (otro importante proveedor del forrajero) comenzará a exportar en un par de meses, la demanda no tendría motivos para ponerse nerviosa. Incluso, aunque la producción de EE.UU. se vea recortada, el ingreso de sus excedentes exportables también jugará en forma de bálsamo al balance de oferta y demanda mundial en el próximo cuatrimestre.
Con la soja la historia es similar. A Brasil le queda soja para exportar y en nuestro país resta ponerle precio a casi 40 millones de toneladas. Si el ritmo de ventas local se acelera por los motivos ut supra mencionados, el "partido" de la oleaginosa tampoco debiera complicarse. Por eso insistimos en el manejo de los "tiempos". Los " fundamentals" no son bajistas, pero es necesario manejar la ansiedad y elaborar ingenierías comerciales acordes con la situación.