Mundialmente la malnutrición, tanto desde la perspectiva de la subalimentación como del sobrepeso, aumenta cada vez más y, como consecuencia, genera efectos negativos en la salud, en el bienestar y en el desarrollo cognitivo de los niños. Un proyecto incubado en la Facultad de Agronomía de la UBA propone mejorar la oferta de alimentos nutritivos a través del consumo de microalgas. Según los especialistas, este producto podría contribuir positivamente al desarrollo del cerebro de los niños, la salud y el ambiente.
El emprendimiento se denomina INTEAL y está orientado a diseñar alimentos de consumo habitual: productos que se encuentren en el mercado de consumo masivo, económicos y accesibles. En INTEAL trabajan para las generaciones futuras.
“Actualmente estamos desarrollando algunos prototipos de alimentos que van desde budines, galletitas, alfajores y pastas. Sin embargo, no estamos limitados a ensayar otras matrices alimentarias como bebidas y helados en las que las microalgas mejoren los perfiles nutricionales o aporten mejoras tecnológicas de forma saludable por tratarse de un ingrediente 100% natural”, reveló la fundadora y directora ejecutiva de INTEAL, Mariana Calenda, Bioquímica especializada en Biotecnología y Máster en Tecnología de los Alimentos.
Además de Mariana, el equipo de trabajo está conformado por el Ingeniero Aeronáutico Carlos Luraschi, quien se encarga del diseño y desarrollo de fotobiorreactores junto con el Ingeniero Industrial Marcos Gadze; el Dr. Jorge Gadze quién realiza el asesoramiento estratégico y soporte en la planificación económica-financiera y en la gestión de los riesgos; y la Licenciada en Nutrición Ana Gadze, quien realiza el monitoreo y seguimiento desde la perspectiva nutricional.
INTEAL nació hace aproximadamente dos años bajo la necesidad de repensar el sistema de producción de alimentos con el fin de cubrir la necesidad actual y futura de nutrientes, asegurando contribuir a la sustentabilidad ambiental. Integra y aplica conocimientos científico-tecnológicos para producir y utilizar microalgas como ingredientes de productos alimenticios.
“Hace unos años atrás, buscaba junto con otros voluntarios generar lindos recuerdos en la memoria de un grupo de chicos con realidades muy duras. En una de esas visitas a un comedor comunitario me entero que por cuestiones presupuestarias empezaban a comprar mayormente pastas y para muchos de esos chicos, esos fideos eran la única comida a la que accedían en el día. Esos chicos no iban a poder desarrollar su cerebro y todo su potencial cognitivo. ¿Cómo podíamos dejarlos sin la oportunidad de pensar, de aprender, de conocer? Exploré primero el mundo de las bacterias que me resultaba el más conocido, pero nada me convencía. Luego el de las levaduras hasta que di con el de las microalgas y las cianobaterias. No sólo se podía contribuir desde lo nutricional, sino que también se podían producir cuidando el medio ambiente. Era y sigue siendo un enorme desafío, pero vale la pena”, contó Mariana Calenda.
Según explicó la especialista, desde la neurociencia se han identificado nutrientes específicos para el desarrollo del cerebro de los niños como el ácido docosahexanoico (DHA) y se reconoce también, la importancia de las proteínas, vitaminas (A, B1, colina, B6, B9, B12, C, D, E) y minerales como el hierro, el calcio, el yodo, el cobre y el zinc. Asimismo, mencionó que algunas microalgas y cianobacterias son fuentes de nutrientes de alto valor biológico: aminoácidos y ácidos grasos esenciales, vitaminas, minerales, pigmentos y compuestos bioactivos que promueven la salud y podrían contribuir a satisfacer esta necesidad.
Por otra parte, señaló que la producción de microalgas podría contribuir el cuidado del ambiente. “Aprovechando su metabolismo fotosintético, su producción requiere el uso de CO2 y puede realizarse de forma segura maximizando la conservación de sus propiedades nutricionales y organolépticas. Además, un adecuado diseño permite optimizar el uso de agua, logrando utilizar cantidades significativamente menores de agua comparadas con la que se requieren para producir 1kg de proteínas a partir de otras fuentes agrícolas o ganaderas. Por otra parte, el agregado de las microalgas además de aportar nutrientes, en algunos casos resultó una ventaja tecnológica que ha incluso mejorado las características organolépticas”, manifestó la directora.
Los emprendedores ya diseñaron dos prototipos de fotobiorreactores (equipos que permiten generar condiciones específicas para el crecimiento de las microalgas) proponiendo un modelo innovador para escalar la producción de microalgas y cianobacterias para su uso en alimentación humana. También ensayaron formulaciones de tres productos diferentes en microescala, incluyendo algunos que no contienen ningún derivado animal en su composición. “Logramos muy buena aceptación por pequeños grupos de consumidores”, agregó Mariana Calenda.
Y enfatizó: “La Facultad de Agronomía, a través de IncUBAgro nos abrió sus puertas cuando INTEAL era sólo un concepto y lo primero que me permitió fue entender que para que la solución que perseguía fuera efectiva necesitábamos que fuera perdurable en el tiempo. Eso es lo que me llevo a pensar a INTEAL como una empresa, capaz de generar recursos genuinos que le permitan ser sustentable. Actualmente estamos trabajando para poder dar un próximo salto de escala, buscando colaboradores y financiamiento para poder continuar avanzando”.