Luego de tres campañas consecutivas donde se sucedieron marcas récord en
producción y en rindes de soja y de maíz en Estados Unidos, hoy, la campaña
2019/2020 se erige como la campaña de la incertidumbre.
Las fuertes lluvias que cayeron sobre el cinturón maicero y sojero antes y durante la siembra no solo demoraron las labores, sino que empujaron al propio USDA a asumir un rumbo zigzagueante con sus estimaciones, tal lo ocurrido con el maíz.
En su informe mensual de junio el organismo recortó en 34,29 millones de
toneladas su previsión sobre la cosecha de maíz, de 381,78 a 347,49 millones,
por la valoración de una menor área sembrada y por la eventual caída del rinde.
Pero anteayer, en su nuevo trabajo, le "devolvió" al cereal casi 5 millones de
toneladas, al proyectar la producción en 352,44 millones, ahora, por la
ponderación de una superficie implantada mayor a la considerada en junio.
La soja salió indemne de cambios en el informe del mes pasado, pues el USDA
mantuvo su estimado de cosecha en 112,95 millones de toneladas, contra el récord
de 123,66 millones de toneladas de la campaña 2018/2019. Pero ahora, en el
trabajo publicado anteayer, y luego del reporte sobre área sembrada del 28 del
mes pasado donde achicó la superficie destinada a la oleaginosa de 34,24 a 32,37
millones de hectáreas, el organismo redujo abruptamente su proyección de
producción de soja hasta los 104,64 mill./t. El dato oficial quedó abajo del
promedio de las proyecciones privadas, que auguraban 105,68 millones de
toneladas.
Para el ajuste el USDA siguió el mismo análisis cuali-cuantitativo adoptado para el maíz en junio. Apeló a la lógica que dice que por cada día de atraso en la siembra se reduce el potencial de rinde. Tan es así que en su informe ajustó su estimación sobre el rinde promedio de la soja de 33,29 a 32,62 quintales por hectárea y lo ubicó lejos de los 34,70 quintales 2018/2019.
Quedará para agosto ver si -como lo hizo con el maíz- el USDA le "devuelve" algo de lo que le restó en toneladas a la soja, luego de que finalice el relevamiento de campo que los técnicos del USDA están haciendo para determinar cuál fue realmente el área cubierta con la oleaginosa. La demostración de que el mercado espera ver datos más certeros sobre área sembrada la dieron anteayer las pizarras de Chicago que, pese al fuerte recorte de la producción hecho por el USDA, reflejaron subas de apenas un 0,5% para los precios de la oleaginosa.
A la incertidumbre planteada por el clima y por el USDA, en el análisis de la soja a hay que sumar un fundamento que sigue latente y que condiciona cualquier movimiento alcista: el remanente récord de soja 2018/2019 en manos de los productores.