Hay varios factores que pueden influir en como el control de una adversidad puede o no ser efectivo. Algunos de estos incluyen
• Las características del objetivo (etapa de crecimiento, estrés, rasgos
genéticos),
• Las condiciones ambientales antes, durante y después de la pulverización,
• La elección del producto (modo de acción y formulación),
• La dosis utilizada,
• La configuración del pulverizador,
• La calidad del agua y selección de adyuvantes, y
• La elección de los productos en mezcla en el tanque.
Si solo uno de estos factores es alterado el control resultante puede ser pobre, y cuando son varios factores los distorsionados, el resultado puede ser directamente una falla total en el control.
El proceso de llegada del producto desde el tanque del pulverizador hasta el sitio real donde ocasiona su efecto, se suele denominar "transferencia de dosis". Para lo cual varias cosas deben ocurrir para que sea exitosa. El equipo correcto, las condiciones adecuadas, la maleza o plaga objetivo susceptibles, y el producto debe poder ingresar al objetivo y luego moverse al sitio dentro de la plaga o maleza donde hace su trabajo.
La calidad de una pulverización está condicionada a las características del blanco a ser tratado, al modo de acción de los productos que se están aplicando, y a las condiciones del ambiente que ocurren durante la gestión en campo, además de la arquitectura foliar del cultivo objetivo. Los principales aspectos de calidad considerados en una aplicación se refieren a:
· La densidad de gotas (número de gotas por unidad de área foliar tratada), al espectro y a la clase de tamaño de las gotas,
· Al índice de área foliar de la cultura, y como consecuencia de los factores descriptos, el volumen de caldo que se pulverizará en un área de cultivo.
· La cantidad de gotas a ser distribuida por unidad de área foliar a ser tratada es una variable que depende de las características del producto a ser aplicado.
Normalmente, las estrategias utilizadas para promover una mejor llegada y aumento de la cobertura del blanco pueden ser a través de la reducción del tamaño de las gotas, manteniendo el volumen constante, o bien manteniendo el tamaño de las gotas aumentando el volumen. En este sentido, cabe considerar, que el tamaño de las gotas es de fundamental importancia para el éxito de una pulverización, donde la reducción del tamaño de las mismas permite un aumento de la cobertura del blanco, pero aumenta el riesgo de pérdida de estas por deriva y evaporación. Por otro lado, cuando hay necesidad de controlar la deriva, se utilizan gotas mayores y eso resulta en menor densidad de cobertura del blanco. En este sentido, la influencia de las condiciones del ambiente en el momento de la aplicación pasa a ser de fundamental importancia, pues afecta directamente el comportamiento de las gotas y su posibilidad de depositarse sobre el objetivo.
Un factor de fundamental importancia, el viento, interfiere en el movimiento de las gotas y en su deposición sobre el blanco de la pulverización, pudiendo actuar negativa o positivamente en una aplicación. La ausencia de viento puede asociarse con la ocurrencia de corrientes aéreas convectivas, también conocidas como inversiones térmicas, que son capaces de transportar las gotas más finas de una pulverización a distancias imprevisibles. La intensidad del viento adecuada se considera un importante auxiliar en la deposición de las gotas en el interior del dosel de las plantas. La temperatura y la humedad relativa del aire son factores que determinan mayores o menores pérdidas de productos fitosanitarios a través de la evaporación.
El proceso de pulverización se realiza con un propósito: el de depositar un producto fitosanitario en un objetivo definido y en cantidad suficiente. Cuando esto ocurre, la operatoria toma un valor superador, ya que deja de ser una "pulverización" para transformarse en una "aplicación". De esta forma, se debe tener en cuenta que las máquinas aplicadoras de productos fitosanitarios son capaces de realizar pulverizaciones, pero el usuario tiene que tomar las medidas necesarias para que la operación resulte en una aplicación, o sea, que el producto fitosanitario se deposite en cantidad adecuada, en el lugar donde efectivamente es necesario.