La peste porcina africana (ASF, por sus siglas en inglés) está mermando la industria porcina de China, que es la más grande del mundo. El virus es inofensivo para los humanos, pero mortal para los cerdos: hasta ahora no existe una cura ni una vacuna para contrarrestarlo.

Esta epidemia está causando un fuerte impacto económico, pues China es el mayor consumidor de carne de cerdo del mundo: se esperan pérdidas de producción de carne de cerdo del 25% al 35% este año, lo que abre la posibilidad de nuevos desafíos y oportunidades para la Argentina en cuanto a la exportación de proteína animal con los estándares de calidad y seguridad que implica.

Guillermo Cáceres y Luciano Palestro -Gerente Comercial y Coordinador Técnico de la división Cerdos de Provimi Cargill Animal Nutrition- afirman que, sin lugar a dudas, este escenario representa una gran oportunidad tanto para la carne porcina como para la bovina que se producen en nuestro país, pues el impacto de esta epidemia ha incrementado mucho los precios de la carne en China.
Si bien se especula con un volumen de hasta 18 mil toneladas de exportaciones de carne de cerdo con destino a China debido a este conflicto, no debemos olvidar que la producción argentina tiene una pequeña participación en relación al volumen global. Por diferentes contextos políticos y económicos, en los últimos años el crecimiento en número de madres comenzó a detenerse o desacelerarse en comparación con la última década, por lo que las granjas han comenzado a buscar mayor eficiencia para producir más kg de carne por cerda en producción o por metro cuadrado. 


“Nuestro mercado exportador ha venido creciendo en el último año. Por otro lado, tenemos precios sostenidos y una buena demanda de productos en el mercado interno, donde el consumo de carne porcina no se retrajo, ya que representa una buena alternativa para el consumidor argentino” destaca Guillermo. “De todos modos, no debemos olvidar que nuestro país aún importa unas 2.800 toneladas promedio mensuales de carne porcina, para ser principalmente industrializada. Es probable que se exporte más, sobre todo si los precios son buenos, y se importe más por parte de la industria”.
Dado que en promedio el ciudadano chino consume 30 kg de carne de cerdo/año, el aumento de la demanda puede beneficiar también a otros sectores, especialmente al de carne vacuna, como lo demostró el aumento de los volúmenes de exportación de este sector en Argentina durante el primer trimestre del 2019 con respecto al año pasado.


En cuestiones sanitarias, la peste porcina tiene un historial de focos en los Estados Unidos, países europeos, Centroamérica y Caribe, entre otros lugares, con daños económicos muy importantes para el sector en cuestión. Si bien nuestro país es libre de PPC sin vacunación (al igual que la UE) desde mayo de 2005, en el mundo actual globalizado no estamos exentos completamente de riesgos sanitarios, pues el tránsito de bienes, mercaderías y personas viene creciendo de forma exponencial en las últimas décadas.  “Para esta enfermedad, como para otras, Argentina es libre, porque ha logrado la erradicación de la peste porcina clásica y las enfermedades exóticas como la peste porcina africana o el PRRS. Esto nos da una enorme oportunidad sanitaria con bajos costos de producción y con acceso a mercados de alta exigencia. Es una obligación y una alta responsabilidad mantener este status para todas las personas y empresas que participamos de esta cadena de valor. Sin duda, que el apoyo y la coordinación de los entes estatales como INTA o SENASA cumplen un rol fundamental para lograrlo” remarca Luciano Palestro.


Otra cara del foco de PPC en China es que la exportación argentina de granos (maíz, poroto de soja) se vería seriamente afectada por este problema. Según especialistas nacionales, la Argentina podría perder más de 3 millones de toneladas en exportaciones de poroto de soja (3,5 millones de toneladas si la peste porcina tiene un impacto del 30%). También tendría una merma de 351.000 toneladas en harina de soja y 387.000 toneladas en el maíz que exporta a países del sudeste asiático. “En el corto plazo esto va a tener su impacto, pues hoy nuestro modelo agroexportador con poco o ningún valor agregado representa una porción muy grande de las divisas que el país necesita. Pero a mediano y largo plazo, es una enorme oportunidad para transformar tanto a la Argentina como a la región en un proveedor de proteína animal de alta calidad para el mundo, lo que nos va a permitir agregar valor a las materias primas (soja y sus derivados, trigo y maíz, entre otros) y exportar productos de mayor valor agregado”, señala Palestro. “Estamos en una región del mundo donde esto es posible, pues tenemos un alto status sanitario; contamos con las últimas herramientas y novedades tecnológicas en nutrición, genética y especialización profesional. Podemos producir los insumos con un excelente costo y los agricultores cuentan con altos recursos tecnológicos para hacerlo. Además contamos con grandes reservas de agua potable, lo que nos da amplias ventajas competitivas para generar una ganadería rentable y, por sobre todas las cosas, sustentable con el medio ambiente” concluye.