Las intensas lluvias registradas en los últimos meses generaron anegamientos que pusieron en riesgo las principales actividades productivas de Chaco y Formosa. En este contexto, resulta fundamental planificar cómo continuar una vez que se retira el agua. De acuerdo con los especialistas del INTA, el pasto Tangola presenta características que le permiten desarrollarse en suelos anegados con buena calidad forrajera.
De acuerdo con Dante Pueyo –especialista del INTA El Colorado, Formosa–, “en el este de Chaco y Formosa hay casi 2 millones de hectáreas con ambientes de esteros, bañados y cañadas, en los cuales no hay posibilidades de incorporar pasturas implantadas por semillas”.
Para el técnico, el pasto Tangola –común y clones– es una alternativa “muy interesante” por tratarse de materiales híbridos naturales rastreros que, en contacto con suelos húmedos o encharcados, enraizan y generar nuevas plantas fácilmente. “Esta situación maximiza la producción de hojas y mejora su calidad forrajera”, aseguró.
Se trata de materiales forrajeros que se destacan por poseer un comportamiento muy plástico, adaptándose a una amplia gama de texturas y fertilidad de suelos. “Son ideales aquellos sitios de suelos arcillosos con alternancia de encharcamiento, como los pajonales, palmares o espartillares, lo cual, sumado a la superficie con esteros y bajos, alcanzaría unos 4 millones de hectáreas aptas para su implantación”, indicó el técnico.
Otra característica diferencial es que se trata de una especie que tolera ambientes anegados con hasta con 30 o 40 centímetros de nivel de agua. Y, a diferencia de otras especies que crecen en esas condiciones, continúa produciendo aún bajo condiciones de sequía prolongada o de períodos sin inundación de varios años.
En cuanto a la implantación, el especialista indicó que “esta especie no tiene semilla, es de reproducción agámica o asexual para lo cual se utilizan guías o estolones –tallos rastreros–, los cuales tienen gran velocidad de crecimiento y alcanzan hasta los 3 metros de longitud. Esto hace que se puedan hacer surcos distanciados cada 2 o 3 metros, lo que, a su vez, abarata costos y en un año se cubra la superficie del lote.
Es que, de acuerdo con el técnico, “no hay especies de semillas que toleren los ambientes anegables o anegados”.
A su vez, confirmó que existen experiencias en Corrientes, en el norte de Santa Fe, centro y este de Chaco y Formosa en donde se observó que su incorporación significó un incremento de más del 100 % en la receptividad de los potreros.
En cuanto a las características propias de estos ejemplares, Pueyo explicó que estas plantas crecen durante la primavera, verano y otoño. Si bien las bajas temperaturas del invierno reducen la tasa de crecimiento de su biomasa y se secan por efecto de las heladas, rebrotan rápidamente cuando aumenta la temperatura en la primavera.
Se trata de pasturas que, a pesar de florecer en el otoño, lo hacen solo algunos años mostrando muy pocos ápices florales. “Este comportamiento de las plantas permite extender su etapa vegetativa y de crecimiento hasta casi la entrada del invierno, maximizando la producción de hojas y, en consecuencia, mejorando su calidad forrajera”, aseguró el técnico de Formosa.
Sus guías pueden alcanzar varios metros de longitud y están conformadas por nudos distanciados cada 10 a 15 centímetros, los cuales enraizan y generan macollos o nuevas plantas fácilmente cuando toman contacto con el suelo húmedo o el agua directamente.
“Esta característica le otorga fuerte agresividad y facilidad para colonizar y generar una buena cobertura con anegamientos de poca profundidad, permitiendo competir muy bien con la vegetación natural”, explicó el técnico del INTA.
Con respecto a la época de plantación, Pueyo indicó que “se inicia ni bien se dispone de temperatura adecuada a inicios de la primavera –normalmente a partir de septiembre– y se prolonga hasta los últimos días de mayo”.
En cuanto a la preparación del suelo, según el especialista, puede realizarse preferentemente en forma convencional –rastra de disco- o mediante la aplicación de herbicidas. En ambos casos, el objetivo central es la eliminación de las malezas, quienes ejercerán competencia y no permitirán una buena implantación y desarrollo de las plantas de Tangola.
Por último, señaló que “al no requerir necesariamente de maquinaria específica y/o costosa, puede ser incorporado por productores medianos o familiares”.