Esta semana comienza la siembra del trigo en un contexto de grandes expectativas por las recientes estimaciones de la Bolsa de Comercio de Rosario (BCR) que indican un incremento de la superficie destinada y el incremento de la inversión tecnológica. A su vez, los pronósticos vaticinan un clima beneficioso durante toda la campaña.
En este contexto, resulta clave considerar algunos aspectos que repercuten en los resultados. Desde el INTA aseguran que una correcta selección de la variedad y su fecha de siembra, sumada a una adecuada fertilización hacen a una adecuada estrategia que ayudan a mejorar los resultados del cultivo y anticipar los del siguiente.
Para Jorge Fraschina –investigador del INTA Marcos Juárez, Córdoba–, “el trigo es la opción de invierno más generalizada en la agricultura nacional por sus numerosos beneficios”. Y aseguró: “Al momento de decidir su siembra hay algunos aspectos a considerar que pueden modificar el resultado del cultivo y del siguiente”.
Si bien reconoció que algunos no están bajo el control directo del productor o asesor, como la ocurrencia de lluvias o de altas y bajas temperaturas en momentos críticos para la definición de ambos cultivos, hay otros aspectos sobre los que se puede ejercer control y que vale la pena considerar.
En este sentido, Fraschina destacó la necesidad de “considerar la expectativa de rendimiento de acuerdo al ambiente de producción”, para lo cual señaló que es importante elegir una variedad de trigo y su fecha de siembra para cada caso, como así también discutir sobre la calidad de trigo que se desea producir.
A su vez, se refirió a la problemática más generalizada referida a la necesidad de corregir la deficiencia de nutrientes, principalmente de Nitrógeno, Fósforo y Azufre. En este sentido, detalló que la actual predominancia de sistemas con soja continua en la región pampeana central norte requiere de la rotación de cultivos en beneficio de la sustentabilidad del sistema y, en este contexto, la secuencia trigo-soja representa una alternativa promisora.
Asimismo, destacó la importancia de adecuar la estrategia de fertilización a la expectativa de rendimiento, según la calidad del ambiente. “La idea de calidad de ambiente para la secuencia trigo-soja necesariamente considera varios aspectos agronómicos como la combinación suelo-clima de una región, los años de rotación, la disponibilidad de nutrientes en el sistema, la presencia de napa, entre otros”.
De todos modos, Fraschina consideró “relevante” analizar la disponibilidad de agua almacenada en el suelo en el momento de la siembra de trigo.
“Es importante conocer el comportamiento esperado de las variedades frente a las principales enfermedades de cada región”, indicó el técnico de Marcos Juárez para quien no es un detalle menor, considerando la susceptibilidad observada en cultivares difundidos, frente a enfermedades de difícil control como la ‘fusariosis de la espiga’ y la ‘roya negra o del tallo’.
Otra característica varietal a tener en cuenta en función del ambiente de producción, de acuerdo con Fraschina, es el probable exceso de rastrojo que pueda dificultar una rápida y buena implantación de la soja de segunda siembra.
Además, recordó la estrecha relación que hay entre la fecha de siembra del cultivo de soja y su expresión de rendimiento: “Debemos reconocer la importancia de la ocupación del lote por parte del trigo y el resultado de la secuencia trigo-soja”.
Y recomendó: “El momento de espigazón-antesis del trigo debería ocurrir inmediatamente después de la última helada meteorológica en cada región”. Esto tiene que ver con la necesidad de posicionar el período crítico del cultivo a temperaturas lo más frescas posibles en ausencia de heladas importantes y el llenado de los granos con temperaturas no tan altas.
Es que, de acuerdo con Fraschina, el momento de espigazón-antesis en trigo tiene relevancia para el resultado del cultivo, pero también para el cultivo siguiente. En consecuencia, resaltó la importancia de que la fecha de espigazón-antesis, temperatura mediante, influye sobre la oportunidad de cosecha del trigo y sobre la oportunidad de la siembra de soja, pudiendo modificar el resultado del doble cultivo.
“El conocimiento disponible sobre el comportamiento de las variedades de trigo en el período siembra-espigazón y los programas disponibles –como CronoTrigo o Progsit– permiten una mejor elección de cultivares con características de ciclo que favorezcan el doble cultivo”, indicó.
En cuanto a las heladas, aconsejó consultar en el sitio web CIAg de la Universidad de Buenos Aires o en SEPA del INTA, herramientas online que brindan información climática actualizada.
En el caso de la elección de cultivares de soja sobre rastrojo de trigo, el técnico aseguró que “no hay dudas que el ciclo, el hábito de crecimiento y su relación con la estructura del cultivo alcanzable en cada región, son aspectos relevantes para anticipar una adecuada intercepción de la radiación y ubicar el período crítico de llenado de grano antes de la ocurrencia de heladas”.
“El trigo se destaca por el aporte del rastrojo, por su distribución homogénea y su permanencia en la superficie del suelo, como así también su efecto sobre las malezas anuales”, detalló, al tiempo que subrayó el aporte de materia orgánica que realiza el sistema radicular del trigo en el suelo, con impacto directo sobre la capacidad de infiltración del agua de lluvia.
En cuanto a la eficiencia en el uso de los recursos disponibles, Fraschina indicó que “la secuencia trigo-soja surge como una de las opciones de interés, aun considerando el menor rendimiento del cultivo de soja de segunda siembra por el posible atraso de la fecha de siembra”.