La situación de los cultivos ha cambiado radicalmente. De no haber ninguna anomalía, el cuadro es de parabienes.

Es que las lluvias del viernes y sábado pasados han caído como anillo al dedo. Y no sólo lo han hecho sobre la zona núcleo, sino sobre todas las áreas de la pampa húmeda, con especial énfasis en la necesitada zona del sur de la provincia de Buenos Aires.

No olvidemos que, prácticamente, desde el 11 de febrero, la región agrícola no recibía ninguna lluvia.

Veamos el cuadro que muestra cuán conveniente han sido las precipitaciones. Acá apreciamos el volumen de agua caída desde el viernes 22 hasta el lunes 25 de febrero. Y se ve claramente cómo ha beneficiado la principal área agrícola.



El cuadro acá publicado pertenece al European Centre for Medium-Range Weather Forecasts (ECMWF) que es una organización independiente intergubernamental mantenida por 34 países.

En cuanto al maíz, ya quedan pocos días para el comienzo de la cosecha de los maíces tempranos.

Los tardíos ya están en floración, por lo que estas lluvias han sido una bendición.

Con este cuadro, podría afirmarse que habrá un volumen a cosechar de soja de aproximadamente 55 millones de toneladas. Y con relación al maíz, vale aguardar cerca de 48 millones de toneladas.

Impresionante… ¿no? Una buena para el país.

Así las cosas, para este año, es posible que las exportaciones del complejo agroexportador (soja, maíz en grano, trigo, girasol, cebada, harinas, aceites y otros subproductos) lleguen a un valor de 32 mil millones de dólares. Respecto al año pasado, representa un incremento del orden de casi 9 mil millones de dólares.

Y eso no es todo. Al tomar en cuenta, la reducción de importaciones de soja, el saldo neto pasaría a ser de casi 11 mil millones de dólares. Recordemos que el año pasado, hubo que realizar importaciones de soja por un volumen extraordinario, para cumplir con la industria procesadora.

Obviamente, no tenemos la bola de cristal. Por ello, estos montos responden a simples proyecciones, pues, además del volumen de cosecha, están los precios a cobrar que, como bien sabemos, no son predecibles. Sin embargo, nos animamos a estimar que los precios, en caso de caer, no lo harán de forma violenta.

Esta enorme masa de dinero no ingresará, tal como siempre sucede, en el mismo acto en que la mercadería es embarcada. Tal ingreso se efectúa cuando las empresas exportadoras liquidan las divisas, es decir al momento que éstas reciben la producción o cuando se fija el valor de la mercadería según los contratos de compraventa de granos.

Para tomar un idea de lo que el campo aporta a la balanza comercial, por cierto muy debilitada a lo largo de los últimos años, las exportaciones de soja y subproductos, maíz en grano, trigo y harina, girasol, cebada y sus subproductos, significan cerca del 45 % de las exportaciones anuales de Argentina.

Por el aporte, tan significativo del agro, este año, el país podrá mostrar comercial. Algo que no veíamos por años.

Si las cosas, salen como se espera dejará de haber déficits gemelos. Ni déficit comercial, ni déficit fiscal. Tanto en el plano comercial como en el fiscal, no hay sector que aporte tanto para el aguardado equilibrio.

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