El Complejo Respiratorio Bovino (CRB), conocido también como neumonía, es una de las enfermedades más frecuentes y de mayor impacto económico en la ganadería bovina mundial. En Argentina, por ejemplo, es la principal causa de muerte en los engordes de hacienda a corral.
“Durante todo el verano hemos visto caso de animales con neumonías en campos de cría de distintas localidades de Buenos Aires, siendo los más recientes en Pehuajó y Lincoln. También diagnosticamos la enfermedad en tambos, inclusive con mortandad de terneros a la salida de la guachera”, le explicó a MOTIVAR el médico veterinario Martín Schang, representante técnico de Boehringer Ingelheim. Y agregó: “Es clave que los productores apliquen un correcto plan sanitario siendo fundamental la correcta elección de los productos, para prevenir esta enfermedad.”
Interesante fue también escuchar la palabra del médico veterinario Augusto Daffner, quien también informó casos de neumonías en bovinos jóvenes al ingreso de feedlots en la provincia de Santa Fe en los últimos días.
“La amplitud térmica sumada a las condiciones climáticas adversas de los últimos meses elevan el nivel de estrés y facilitan el rápido contagio de la enfermedad”, agregó el profesional. Y advirtió: “En animales jóvenes, con síntomas como lagrimeo, moco y tos, son altísimas las probabilidades de que lo que se está desarrollando sea la enfermedad”.
Señales a tener en cuenta
Vale decir que la denominación de CRB se debe a una suma de factores estresantes que predisponen al bovino a una infección respiratoria.
Entre los de origen animal se destacan inmunidad, edad, estado nutricional, deshidratación, parasitosis, estrés del transporte, aspectos de manejo como arreos, encierres, carga (hacinamiento), estrés del destete, cambios de dieta y acidosis. Asimismo, entre los factores ambientales y como ya se mencionó, sobresalen las condiciones climáticas adversas, el aumento de amplitud térmica, frío o calor, humedad y lluvias.
Consultado respecto de este tema durante el verano, el especialista en la materia y docente de la Facultad de Ciencias Veterinarias de la Universidad de La Plata, Luis Fazzio, fue contundente: “Los casos de neumonía se presentan durante todo el año”. Asimismo, el profesional explicó que “las bacterias productoras de CRB son habitantes normales de la orofaringe del bovino (aparato respiratorio superior) y que -bajo factores estresantes para el animal, o la acción de virus que modifican los mecanismos de defensa- pueden “descender” al pulmón y ejercer su acción patógena”. Y concluyó: “Los que debemos observar en meses de verano son los mismos síntomas que con cualquier neumonía, pero es más difícil su diagnóstico, ya que los signos clínicos se pueden confundir con un animal “agitado por calor”. Por otro lado, la temperatura corporal rectal (parámetro útil en el diagnóstico de la enfermedad) suele encontrarse por encima del valor considerado normal, cuando la temperatura ambiente supera los 30 a 32 grados”.
Prevención y control
Destacando el rol de los veterinarios a la hora de intentar minimizar los factores estresantes que favorecen el desarrollo de las neumonías a campo, Luis Fazzio subrayó: “El reconocimiento temprano de la afección y el tratamiento precoz con antimicrobianos, ya sea en forma terapéutica o metafiláctica (según el criterio del profesional actuante) permitirá controlar la difusión de la enfermedad”.
En sintonía con lo dicho, Arturo Almada -del departamento técnico de Boehringer Ingelheim- dejó en claro que estos tratamientos deben llevarse adelante luego de un correcto análisis de la situación, en referencia a edad, kilómetros de transportes, estado general, origen, homogeneidad y estado sanitario del grupo de animales. “Para hacer frente a esta problemática, el laboratorio cuenta con Zactran, un producto indicado específicamente para el control y tratamiento del Complejo Respiratorio Bovino. Es una tecnología de rápida absorción, alta concentración y extensa persistencia en el tejido pulmonar, lo cual se suma a su persistente actividad contra los principales patógenos bacterianos que intervienen, llegando a los 15 días luego de la inyección”, concluyó.