En una primera impresión, aquella que nace cargada de prejuicios, su juventud
sorprende y confunde, hasta que comienza a hablar. Licenciado en Comercio
Exterior, tiene un máster en Agronegocios y un posgrado en Dirección de Empresas
Forestales.
En 2012, y con tan solo 33 años, Agustín Dranovsky se convirtió en CEO de una de las empresas agropecuarias más importantes del país: el Grupo Bermejo, que desarrolla actividades como ganadería, agricultura, forestación, apicultura y vitivinicultura.
Hoy, con 40 años, lidera el grupo. En una entrevista con LA NACION, el
ejecutivo dice que el futuro de la ganadería está en la demanda china de carne,
un mercado que crece cada año y donde, sostiene, el campo argentino debe
insertar productos de calidad como el novillo, con cortes de mayor valor.
El Grupo Bermejo cuenta con un campo de recría en Olavarría y un feedlot con
capacidad para 10.000 cabezas en Herrera Vegas, entre Bolívar y Pehuajó, donde
engordan animales propios y de terceros, y también realizan agricultura.
¿Cuál es hoy la producción del feedlot?
Tenemos unas 9000 cabezas. A través de los años siempre intentamos mantener
la ocupación; lo que varía es la cantidad de hacienda propia y de terceros. Hoy
es un 50% y 50%, pero siempre estuvo en producción.
¿Cómo sortearon los problemas climáticos y financieros del año pasado?
Durante 2018 se invirtieron las curvas. La relación novillo-maíz cayó mucho:
con un kilo de novillo no te alcanzaba para pagar la cantidad de maíz que
necesitabas para producir un kilo de carne. Por otro lado, la recesión en el
mercado interno no permitía ajustar los precios. Hubo más oferta que demanda,
sobre todo a partir de marzo con la sequía. Pero lo más preocupante fue la falta
de financiación, porque después de la devaluación, entre abril y septiembre, las
tasas en pesos se fueron a las nubes y financiar en dólares un negocio que es en
pesos es muy complicado. El 2018 pulverizó toda la rentabilidad que habíamos
obtenido durante el ejercicio 2016/2017.
¿Qué perspectivas tienen para este año?
Mejores. Bajó el tipo de cambio y está subiendo el precio del novillo, pero todavía no logramos una rentabilidad acorde. Si se mira con respecto a la relación de precios ternero-novillo, es un año para entrar en el negocio; hacía mucho tiempo que no podías comprar un ternero a menos de 300 dólares. Pero hay un desbalance cuando mirás cuánto te cuesta hacer un kilo de carne en el feedlot y a cuánto finalmente vendés el novillo. Pese a eso, aparenta ser un buen momento para posicionarse en el negocio.
¿Pensaron adquirir un frigorífico?
No. Son temas ya conversados en el directorio de la empresa, y la estrategia del grupo, por ahora, no va en esa dirección. Nos sentimos cómodos en la producción y trabajando juntos con la industria. Sí producimos para cuota Hilton y la cuota 481, hacemos "fazón" en un frigorífico y exportamos. Pasar a tener activos fijos no es nuestro foco y si tenemos que elegir en dónde canalizar las inversiones nos sentimos más cómodos en la producción. Sí nos gustaría desarrollar una marca propia para que el consumidor vea cómo producimos.
¿Cuál es la estrategia para mantener la rentabilidad ante los vaivenes de la coyuntura?
Tratamos de no pegar volantazos fuertes. Siempre intentamos mantener el feedlot como una unidad rentable. Optimizamos nuestra producción combinando la ganadería con la agricultura siempre con una visión a largo plazo, con convenios con frigoríficos y supermercados. Tenemos clientes con quienes trabajamos no solo desde el feedlot, sino antes con una producción conjunta, comprando terneros de 180/200 kilos y haciendo una recría hasta los 300/320 kilos. Hoy, aproximadamente, más del 95% de lo que se termina en el feedlot sale para la cuota 481: se exporta a la Unión Europea.
¿Cuáles son las perspectivas de la ganadería argentina?
Vengo siguiendo mucho la demanda china de carne. En 2010 China importó 40.000 toneladas; en 2018 ese mismo número rondaría los 1,2 millones. Con la soja pasó lo mismo: en 1991 importaron 800.000 toneladas y ahora están arriba de los 90 millones de toneladas: en ambos casos, soja y carne, la curva de crecimiento es casi una vertical.
La Argentina tiene una posibilidad enorme y creo que el productor tiene que trabajar de cara a eso. Actualmente vendemos principalmente carne de vaca, pero tenemos que posicionar una marca y un producto de calidad más orientado al novillo que se pague más. Hay que trabajar en conjunto con la industria y las entidades rurales porque lo que hay que mostrar no es solo el producto que sale del frigorífico, sino toda la cadena: cómo se produce la carne argentina y su calidad.
¿Cuál es la producción en el sector forestal?
En Entre Ríos, el grupo cultiva eucaliptus (en un área de 5000 hectáreas cosechamos 300/350 hectáreas por año) con una producción anual de 120.000 metros cúbicos. Se produce madera para postes, aserrable y triturable. Los destinos de venta son, en su mayoría, aserraderos. Además, contamos con una reserva ecológica en Gualeguaychú.
¿Cómo evalúa al sector?
El principal problema es la estructura del negocio en el país. Hay sobreoferta sin demanda y no hay infraestructura desarrollada como para generar exportaciones que puedan canalizarla. Tenemos que ser atractivos para las inversiones extranjeras. Hablamos de cifras que rondan los 800/900 millones de dólares. Para radicarse aquí, las empresas necesitan garantías de ciertas condiciones y beneficios porque son inversiones de muy largo plazo: el recupero ronda entre los siete y los ocho años.
¿Qué sucede en otros países?
Los grandes jugadores mundiales se instalaron en Brasil y Uruguay porque en la Argentina no veían las condiciones de estabilidad necesarias, sobre todo después del conflicto con Botnia, en 2007. Entre Brasil, Uruguay y Chile tienen el 32% del mercado mundial de celulosa, y hace diez años tenían el 15%. Es una lástima porque lo pagamos todos, por la cantidad de empleo que no se genera y las divisas que no entran. En Chile, por ejemplo, la industria forestal genera de 5000 a 6000 millones de dólares por año.
¿Y en la Argentina?
La balanza es deficitaria: se exportan productos del complejo foresto-industrial por 300 millones de dólares y se importan por 900 millones. Es como que seas un gran productor de trigo e importes harina. Al igual que en la ganadería, hay una fuerte demanda de China en pino: hoy están importando mucho desde Uruguay. Creo que va a ser un gran jugador, va a necesitar mucha madera y como país hay que prepararse para eso.