En la zona de Villa San Luis, Florencio Varela –Buenos Aires–, Manuel Cordeiro se dedica a la producción de cultivos frutihortícolas. Allí, producir una hectárea de frutilla –por ejemplo– le implica realizar hasta 16.600 operaciones en cuclillas, una postura que se mantiene durante más de dos horas, y debe desplazarse por un terreno irregular, entre surcos, por más de ocho kilómetros.
“Esas posiciones de trabajo, evaluadas durante el momento de apertura y cierre de los túneles tradicionales, son los factores de riesgo más destacados de enfermedades musculares y óseas”, explicó Sergio Justianovich, especialista en diseño industrial del IPAF región Pampeana del INTA.
Con el objetivo de disminuir el tiempo de laboreo –que implica sobre todo abrir y cerrar el sistema– y mejorar las condiciones de trabajo de los agricultores, un equipo de investigadores del INTA junto con el Comité Argentino de Plásticos para la Producción Agropecuaria (Cappa) evalúa la incorporación de microtúneles, como un sistema de cobertura alternativo para cultivos de bajo porte.
Diseñado por Lorena Wosniak y Miguel Pagliaro (de la Facultad de Bellas Artes de la Universidad Nacional de La Plata) y técnicos del Instituto de Investigación y Desarrollo Tecnológico para la Agricultura Familiar del INTA en la región Pampeana, el nuevo sistema de cobertura mejora las condiciones de trabajo en los predios frutihortícolas, utiliza menos plástico –lo que implica un menor impacto ambiental– y disminuye el tiempo necesario para abrir y cerrar el sistema.
“El diseño es bueno para el ambiente, requiere menos tiempo de trabajo para el productor y reduce el esfuerzo físico”, señaló Justianovich y agregó: “Es una alternativa válida y sustentable para que el trabajo manual rinda más y en menos tiempo”.
De acuerdo con Justianovich, el uso del sistema propuesto presenta varias ventajas: “El modo de apertura y cierre del polietileno se realiza sobre el eje horizontal, modificando la posición de trabajo del sistema tradicional que implica hacerlo sobre el eje vertical”.
En este sentido, Fernando Ocampo –especialista en mecánica del IPAF región Pampeana del INTA–, expresó que durante la evaluación a campo se registró que el tiempo de apertura y cierre del sistema propuesto se reduce significativamente: “En el sistema tradicional, dos personas necesitan 130 minutos de trabajo, mientras que, en el alternativo, el tiempo insumido se reduce a 76 minutos”. Y agregó: “Es hasta 40 % menos de tiempo y de esfuerzo físico del trabajador”.
Con respecto a la posición de trabajo, Ocampo manifestó que se pudo medir una mejora debido a que, en el sistema tradicional las operaciones de apertura y cierre se realizan en un ángulo de 95 °, mientras que, en el alternativo, el ángulo de trabajo es de 135 °.
“Probamos varias veces y fue mejorando el tiempo que se tarda en abrir el túnel y, para nosotros que trabajamos todos los días en la quinta, significa ahorro de tiempo”, destacó Cordeiro quien agregó: “En 2019 vamos a seguir probando con hortalizas durante todas las estaciones de año”.
“Teniendo en cuenta que este tipo de túneles se utiliza frecuentemente para el cultivo de frutilla y hortalizas, las condiciones de trabajo son un factor fundamental a mejorar”, destacó la socióloga Luciana Muscio quien analizó el desarrollo desde una mirada sociocultural. “Tanto el desarrollo del cultivo como la cosecha se realizan en condiciones de alto esfuerzo físico, situación que dificulta, cada vez más, encontrar trabajadores dispuestos a estas tareas”, agregó.
En cuanto al aporte agronómico del nuevo sistema, Mario Lenscak –especialista en cultivos hortícolas del INTA– explicó que, por la altura que alcanza el microtunel, se logra obtener un mayor volumen de aire e inercia térmica, lo que retarda el enfriamiento a la noche y el calentamiento durante el día. Además, se observó menor humedad y supone una reducción en las condiciones predisponentes a enfermedades.
“Una de las principales ventajas es la versatilidad del sistema”, destacó Lenscak quien explicó que “debido al modo de sujeción, el plástico se puede reemplazar fácilmente por una malla mediasombra para el verano, y luego volver al polietileno en invierno”.
“Este atributo amplía sus posibilidades de uso en diferentes cultivos y ofrece no solo protección contra heladas, sino también contra viento, lluvia y granizo en temporada no invernal”, completó Lenscak.
Impacto ambiental
Se trata de un proyecto de investigación y desarrollo tecnológico interdisciplinario en el que convergen especialistas en diseño, agronomía, industria, ciencias sociales, productores y empresas del Comité.
Uno de los principales puntos que lo diferencia con el sistema tradicional, es que el túnel alternativo fue pensado como un bien de capital, con una vida útil de 15 años y un recambio de polietileno cada 3 años. En cambio, los sistemas tradicionales están pensados como tecnologías de insumos y requieren el recambio de los materiales cada año o campaña.
En este sentido, el equipo del INTA se enfocó en el estudio del Ciclo de Vida para registrar el impacto ambiental que genera cada sistema. “Tomamos como referencia 100 metros lineales de surco y medimos el impacto que provoca, durante los 15 años de vida útil”, explicó Edurne Battista, especialista en diseño industrial del IPAF.
“Concluimos que el sistema tradicional emite 510 kilogramos de dióxido de carbono equivalente, mientras que el diseño alternativo –incluyendo todas las fases del ciclo de vida– emite 467 kilos”, destacó Battista y agregó: “Esto ocurre por la producción de los materiales usados en los túneles, los insumos durante la etapa de uso y la eliminación en su fin de vida”.