Hacía varios meses que el panorama global del trigo 2018/2019 pintaba
atractivo. Varios problemas productivos en los principales países
exportadores alentaban expectativas positivas para el trigo argentino. Los
problemas en nuestros competidores se verificaron en Rusia (primer
exportador mundial), EE.UU., Alemania, Francia y en Australia, entre otros.
A su vez, uno de los principales importadores y nuestro gran cliente,
Brasil, también tuvo problemas. Es necesario tener en cuenta que, como
socios del Mercosur, nuestro trigo goza de una ventaja arancelaria del 10%
sobre el valor FOB en ese destino. En síntesis. Un planteo casi perfecto
ex-ante.
Y así fue evolucionando el mercado. Con precios en la posición enero del
Mercado a Término de Buenos Aires (Matba) que arrancaron en US$190/200 por
tonelada entre marzo y mayo; bajaron levemente a US$180 en junio, y que
luego registraron alzas muy fuertes, hasta tocar los US$230 en un día de
junio (rumores de que Rusia suspendía exportaciones). A partir de septiembre
las cotizaciones se ubicaron entre 200 y 190 dólares hasta noviembre y hoy,
en plena cosecha, la sorpresa de los 200 dólares.
Muy importante tener en cuenta que desde principios de septiembre el
trigo debió absorber el impacto de la reimplantación de derechos de
exportación variables de $4 por dólar (hoy, 11% sobre el valor FOB, o sea,
casi US$25 por tonelada). En otras palabras, los US$200 de hoy serían US$225
sin retenciones (algo inimaginable meses atrás).
Lo cierto es que son muchos los especialistas en el tema que no le encuentran explicación a la coyuntura y que se sorprenden con la firmeza en los valores. ¿Por qué? Porque lo cierto es que los exportadores están "comprados" y todo parecía indicar que en cosecha la idea era apostar a que la oferta superara a la demanda (ya comprada) y que los precios cayeran.
Sin embargo, ello no está pasando y aparecen los interrogantes. ¿Fue una
apuesta alcista de los exportadores? Es probable y hasta entendible. Pero
¿se "comieron" el alza en las retenciones? (probable) ¿Puede ser que alguno
esté cero a cero y recién esté entrando en el mercado ahora, pudiendo pagar
más? Son muchos los interrogantes.
Sugiero echar mano de una calculadora y analizar los números hoy sobre la
mesa. A la fecha, los exportadores (en su conjunto) tienen compradas 7,8
millones de toneladas al 5/12 y declaraciones juradas de ventas al exterior
(DJVE) por 6,2 millones al 12/12. Por su parte, la industria local
(molinería) estaría comprada en 800.000 toneladas. En total, compras por 8,6
millones de toneladas y ventas por 6,2 millones. Algunos entendidos creen
que las ventas reales al exterior son menores aún.
Números
Ahora bien, más allá de los números citados. ¿Es justificable la firmeza
de la plaza? La respuesta es sí.
Un tema de discusión es el volumen final que alcanzará la cosecha. Se comenzó hablando de 19/20 millones de toneladas, pero los avatares climáticos hoy plantean recortes de importancia. Ensayemos una hipótesis. Si la producción alcanzara las 18,6 millones, y asumiendo un consumo interno (molienda, semilla y otros usos) de 6,6 millones, el excedente exportable se ubicaría en el orden de los 12 millones de toneladas.
Estimando que Brasil compraría en la Argentina al menos 6 millones de
toneladas, restarían casi 6 millones para colocar en otros destinos (algo en
Sudamérica, algo en sudeste asiático y algo en sudeste africano), de las
cuales se estima que ya habrían sido colocados entre 4,5 y 5 millones de
toneladas ("secreto de estado").
A su vez, es obvio que Brasil ya ha estado comprando (antes que lo habitual,
dado el contexto) y ello justifica la firmeza de la plaza. Otra cuestión.
Las cotizaciones FOB de otros exportadores (muy golpeados en sus excedentes)
son muy altas. Así, el temor (justificado) a una baja de los precios en
plena cosecha pareciera irse disipando. Aun así, el productor argentino debe
considerar que un trigo de US$200 por tonelada en plena cosecha y con US$25
de retenciones no es un valor a despreciar.