Por el momento el BCRA ha logrado dominar el mercado de cambios, algo que lo tenía muy preocupado porque la corrida cambiaria podía transformarse en una corrida bancaria. Si uno mira la evolución del tipo de cambio promedio mensual de agosto, septiembre y octubre el tipo de cambio evolucionó así: $ 29,94 en agosto, $ 38,50 en septiembre y 37,03 en octubre.
La baja de octubre pudo ser consecuencia de la contracción monetaria, menos pesos emitidos, y la venta de divisas por parte de los particulares ante la tentadora tasa de interés que ofrecen los plazos fijos frente a un tipo de cambio que puede mantenerse estable algunos meses.
Por supuesto que la suba del tipo de cambio también contrajo la demanda de divisas para turismo en el exterior y por la caída de las importaciones. Si bien los datos que informa el INDEC sobre comercio exterior son base devengado y, por lo tanto, no reflejan el movimiento del mercado de cambios en el mes informado, el dato de septiembre pasado con una caída del 21% interanual en las importaciones es muy indicativo al respecto.
Ahora bien, ¿significan todos estos datos que lo peor ya pasó? ¿Ya nos dimos la piña y ahora solo nos espera la recuperación? Francamente no soy tan optimista en la respuesta a este interrogante.
En efecto, si uno observa la evolución de los depósitos a plazo fijo en los últimos 30 días, se encuentra con un aumento del 15,5% en lo que hace a los depósitos del sector privado. El juego tasa versus dólar parece haber pasado de las LEBACs a los plazos fijos. En otras palabras, el problema cambiario no estaría resuelto y se sigue acumulando un nuevo problema que es el incremento del stock de las LELIQs. Para fin de año el stock de LELIQs va a estar en torno a los $ 800.000 millones, el equivalente al stock de depósitos del sector privado que, al momento de redactar esta nota, está en los $ 932.500 millones.
La escases de crédito al sector privado se va a sentir con intensidad. De hecho en los últimos 30 días, los préstamos al sector privado en pesos cayeron el 1,4% en términos nominales, es decir, una caída no menor al 7% mensual en términos reales. Si tomamos una inflación del 45% octubre 2018 versus octubre 2017, el stock de crédito al sector privado tuvo una feroz caída en términos reales porque aumentó solo el 28% en términos nominales. Obviamente el financiamiento al consumo cayó como piano de piso once.
Paralelamente la recaudación tributaria aumentó en octubre el 42% interanual contra una inflación estimada en el 45%, de manera que hay caída en términos reales de los ingresos fiscales.
Mi punto es que la tranquilidad cambiaria a la que estamos asistiendo no tiene que ver con una recuperación de la confianza en el peso por la existencia de un plan económico consistente. Un plan que haya logrado mejorar las expectativas de los agentes económicos sobre la futura marcha de la economía o sobre la estabilidad del peso.
Es común que la gente, incluso economistas, confundan demanda de moneda con demanda de activos monetarios remunerados o, si se prefiere, activos financieros. Si por la tasa de interés alta la gente deja de comprar dólares y hace un depósito a plazo fijo tentado por las altas tasas de interés, no está demandando más moneda porque cree que el peso va a mantener su poder de compra, solo está arbitrando entre la tasa de interés y el tipo de cambio vía algún activo financiero.
Lamentablemente no podemos decir que este fenomenal nivel de tasa de interés sea un puente demasiado caro para llegar a la otra orilla en que las condiciones de inversión son más atractivas. Si uno mira la información de los últimos días, todo el debate pasa para seguir subiendo impuestos y no tocar el gasto público. El gobierno no solo decidió postergar la baja de impuestos de acuerdo al cronograma que había presentado, sino que dio marcha atrás aumentando impuestos con los derechos de exportación, la postergación del aumento del mínimo no imponible de ganancias y ahora está pensando en hacer un revalúo de las propiedades que va a impactar sobre bienes personales.
Ahora están con la idea de hacer un revalúo de todos los inmuebles del país. Semejante cosa no tiene sentido porque las tasaciones no tienen que necesariamente relacionarse con el precio de mercado. El verdadero precio de las propiedades es el que se cobra cuando se realiza la transacción. El resto son tasaciones que, normalmente, poco tienen que ver con las operaciones concretas.
Estas elevadas tasas de interés y la transitoria tranquilidad cambiaria no son un puente para quitarle peso tributario al sector privado o para reformar el estado. Es comprar tiempo para seguir expoliando al agobiado contribuyente porque el argumento sigue siendo que no se pueden tocar los planes sociales, ni el empleo público. En fin, el estado es la vaca sagrada que no puede ser tocada en nombre de la solidaridad social mientras se sigue ahogando al sector privado.
Por ahora, el BCRA cumple con el aumento cero de la base monetaria y logró tranquilizar al mercado de cambios. Pero por otro lado se acumula el stock de LELIQs y sigue el arbitraje tasa versus dólar, pagándose un feroz costo en materia de recesión.
¿Podrá el BCRA bajar la tasa de interés para que no se arme otra bola de nieve con las LELIQs sin que salte el mercado de cambios? Este es uno de los grandes interrogantes que están dando vuelta.
Segundo, ¿podrá el gobierno ir ajustando mensualmente el tipo de cambio para que no vuelva a caer en términos reales sin que ese ajuste no implique un cambio de cartera de plazo fijo a dólares?
El primer problema es ver cómo resuelve el gobierno la tranquilidad forzada del mercado de cambios vía una gigantesca tasa de interés para que no haya un nuevo cimbronazo cambiario. Pero lo más importante: ¿y después de estas gigantescas tasas de interés, cómo lograran el crecimiento económico? ¿Cuál es el plan de largo plazo?
Demasiados interrogantes como para decir que cambiamos respecto a los mismos errores que cometimos en el pasado.
Fuente: Economía para Todos