El Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA) concentra cerca de 15 millones de habitantes, casi un 30 % del total de la población nacional. En esta región, se concentran importantes producciones de alimentos, tales como la horticultura y la apicultura. De la mano del INTA, los apicultores agregan valor a sus productos e incrementan sus ingresos. Recomendaciones de manejo en zonas urbanas.
La Argentina se destaca entre los primeros tres países en el podio de los productores de miel a escala mundial. Por su calidad es un producto muy buscado en el exterior, tanto que el 90 % de la producción se exporta casi en su totalidad a granel.
“Trabajamos mucho con los apicultores para que logren cada día un producto de mayor calidad; esto lo hacemos mediante acompañamiento técnico”, aporta Gustavo Tito, director del INTA AMBA quien además especificó que en la provincia de Buenos Aires se produce el 75 % de la miel de la Argentina.
Por su parte, Alejandro Taladriz, técnico apícola del INTA Avellaneda, explicó que “debido a la densidad poblacional del Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA) es necesario tomar una serie de recaudos para un manejo adecuado y no generar conflictos entre el sector productivo y los vecinos”.
Entre las recomendaciones de manejo urbano, Taladriz hizo hincapié en “contar con abejas de una mansedumbre demostrada, trabajar en determinadas horas, tener agua potable siempre disponible –para que las abejas no la busquen en viviendas cercanas–, poner barreras físicas para limitar su vuelo, tener un número controlado de colmenas”.
Los apicultores del AMBA tienen en promedio unas 50 colmenas y cuentan con una conexión más directa con el mercado interno pueden comercializar sus mieles en el ámbito de cercanía. “Esto es una ventaja comparativa”, aseguró el técnico apícola.
Es que, al poder fraccionar en origen, tiene valor agregado. “Entre otras cuestiones, puede tener siempre insumos como un tambor ya que es un envase que recarga, pero no lo pierde en una venta a granel y el precio fraccionado es casi el doble al de la venta por tonel en exportación”, detalló el técnico apícola.
Para Tito: “Uno de los desafíos del INTA AMBA es otorgarle a la miel valor agregado teniendo en cuenta que nuestro país se estima un consumo de 250 gramos por habitante al año”. Por esto los técnicos promocionan el consumo como forma de generar una mayor demanda e incremento del sector productivo con quienes compartimos las buenas prácticas.
A su vez, desde la experimental impulsan capacitaciones a fin de formar a los apicultores en la elaboración de diferentes cosméticos como gel base, jabón de miel y coco, crema base y otros con propóleos. Estos productos generan ganancias hasta un 70 % más que con la venta de un frasco de un kilogramo de miel.
Abejas, benefactoras del ambiente y producciones cercanas
De acuerdo con los especialistas, la apicultura es un pilar de la biodiversidad mediante los servicios de polinización, al equilibrio de los ambientes y a los procesos de desarrollo local.
En este sentido, Lisandro Martínez, del Instituto de Prospectiva y Políticas Públicas del INTA, aseguró que la abeja como agente polinizador ofrece un servicio ecosistémico “muy significativo” que permite incrementar la cantidad y la calidad en las producciones hortícolas y frutícolas, además de ser un indicativo de un ambiente saludable.
De acuerdo con el técnico, ubicar los apiarios en predios de horticultores permite potenciar el servicio ecosistémico de la polinización, lo que permite incrementar los rendimientos en la producción de hortalizas y frutas en un 30 %. Esto beneficia a ambos productores: los apícolas que encuentran un lugar en el AMBA; y los hortícolas que pueden aumentar su productividad.