Se trata de un pacto no escrito, pero lo suficientemente claro: el límite es
la cárcel, como producto de una condena por delitos de corrupción.
Ninguno de ellos puede ser el primero. En cuánto caiga uno, pueden seguirle
los demás. Y en el caso del sindicalista la postura es más uniforme todavía:
todos tienen claro que si Hugo va prisión, lo que sigue puede ser la revisión de
la caja multimillonaria que les da sustento. Desde las obras sociales a los
juicios laborales con retorno incluido. Eso, y nada más que eso, es lo que
explica que Miguel Angel Pichetto sostenga con semejante vehemencia los fueros a
Menem y a Cristina, pero también que el resto del peronismo, y parte del
radicalismo permanezca en silencio. "Estamos demasiado solos. Por eso hay que
mostrar todo lo que se pueda mostrar. Ahora están nerviosos, desesperados, y
cometen errores", me dijo un dirigente muy cercano a Elisa Carrió.
La comprometida situación judicial de Pablo Moyano, y la posibilidad de que
se avance sobre su padre, impacta, incluso, fuertemente en la interna de la
Iglesia. Alguien que se comunica muy seguido con el Papa Francisco pero que
asegura no hablar en nombre de él sostiene que Bergoglio está preocupado por la
situación social y económica. "Pero una cosa es eso y otra cosa darle un
espaldarazo a Pablo Moyano en una causa donde se investiga la formación de una
asociación ilícita para defraudar a un club de fútbol", me explicó.
Los juicios contra Cristina Fernández avanzan con prisa y sin pausa. El año
que viene, pasará buena parte de la campaña electoral respondiendo las preguntas
de los jueces en el medio de los juicios orales. Los consultores más serios
explican que los Cuadernos de la corrupción no la terminaron de golpear, pero
que hay una caída en goteo que se va extendiendo de a poco, a lo largo de los
días. Lo que está pasando en Brasil con Lula y su delfín a regañadientes,
Fernando Haddad, es un espejo en el que se debería mirar Unidad Ciudadana. La
irrupción de Jair Bolsonaro tiene más que ver con la implosión del PT por lo
casos de corrupción que por la propia habilidad del candidato.
El clan Moyano, por su parte, intuye que el dineroducto que la obra Social de
la Federación, el Sindicato, la Mutual, e Independiente y que fluye directo a
las empresas del clan familiar tarde o temprano se va a terminar cortando.
OSCHOCA está prácticamente quebrada y solo es cuestión de tiempo que la
Superintendencia de Servicios de Salud le asigne veedores para revisar las
cuentas y que, más temprano o más tarde, la intervengan. Además de eso, si un
fiscal y un juez se ponen a revisar los números de los balances, descubrirán
rápidamente como la pareja de Hugo, Lilina Zulet, se apropió de la renta de la
obra social. Y la usó para comprar nuevas empresas e inmuebles, igual que lo
hicieron Cristóbal López y Fabián de Sousa a través de la apropiación del
Impuesto a la Transferencia de los Combustibles (ITC).
Con la elevación a juicio del fiscal Alvaro Garganta, todo indica que Daniel
Scioli podría zafar, si es que no se impone antes la mirada de la jueza de
garantías Marcela Garmendia, quien sostiene que la megacausa fue atomizada para
garantizar la impunidad del ex gobernador. Como se recordará, Garganta había
imputado a Scioli y a su ex jefe de gabinete,Alberto Pérez, al ex titular de
Aguas de Buenos Aires Guillermo Scarcella y otros, por delitos graves. Desde
asociación ilícita hasta lavado de dinero. Pero al final lo procesó solo por
negociaciones incompatibles con la función pública, un delito relativamente
menor y excarcelable.
Lo que está pasando con Scioli y con Moyano muestra de la manera más impúdica cómo funciona la justicia en la provincia de Buenos Aires. La última noticia sobre esto es la denuncia contra Luis Silvio Carzoglio, el juez que se negó a detener e indagar a Pablo Moyano en la causa por asociación ilícita contra Independiente. A través de la intervención del teléfono de Javier Pinocho Belizán, el asesino del jefe de la barra brava de Arsenal Uriel El Uruguayo Alvarez y del aparato de su pareja, Nadia Antúnez, la fiscal de Avellaneda detectó que Carzoglio ejecutó una serie de maniobras para morigerar la pena de Belizán y de otros detenidos. Si se comprueban los delitos contra el magistrado, el ex director del cementerio de Avellaneda estará más cerca de la suerte de César Melazo, otro magistrado detenido por connivencia con bandas de narcos y asesinos, que de la imparcialidad que dice sostener en cada uno de sus fallos.