El campo es producción, tecnología, agroindustria, elevadores portuarios, aceiteras, acopios, fábricas de balanceados, carnes y lácteos, entre otros . En definitiva, el campo es el país agroindustrial. Es la Argentina.
En este sentido, el miniplan de emergencia, desarrollado en un fin de semana, no es otra cosa que echar mano al ingreso de los productores reduciendo sus márgenes de ganancia, y en algunos casos pudiendo provocar márgenes negativos.
Finalmente, llegó lo que nadie quería escuchar, con el anuncio de las nuevas medidas económicas anunciadas hace un par de semanas: el Gobierno logró un aumento encubierto de las retenciones. Con esta medida el Gobierno llevo la presión impositiva al campo a niveles impensados semanas atrás.
No está en discusión el actual momento de crisis terminal que enfrenta el Gobierno, consecuencia de la mala praxis de los funcionarios y la falta de reacción ante el avance de los hechos. Lo que sí amerita cierta dosis de discusión es el modo en que se implementó la medida, sin hacer una evaluación previa sector por sector, cultivo por cultivo, sin medir los daños colaterales que podrían causar estas medidas.
El Gobierno salió como bombero a implementar un plan económico de fin de semana y en el apremio por mostrarle al FMI (y de frenar el dólar) el Excel con el ingreso proyectado para el 2019 de US$7.000 millones, propuso una idea creativa de implementar retenciones móviles.
Pero implementar una medida “al barrer” para toda actividad orientada a la exportación, podrá causar mucho daño a los cultivos tradicionales. Pero en el caso de cultivos de economías regionales, en muchos casos puede tener consecuencias letales. Dicho en criollo, muchos productores de legumbres, por ejemplo, no podrán producir pues deberán enfrentar márgenes de ganancia negativos o muy reducidos con relación al alto riesgo climático y de mercado que deben enfrentar. En el caso del maíz pisingallo, o pop corn, la combinación de instalación de las retenciones y la quita de los reintegros implica un costo extra para los productores y el sector procesador/exportador de casi US$60 por tonelada. De esta forma perdemos competitividad y le estamos sirviendo el mercado en bandeja a los exportadores de Brasil, siendo la Argentina el primer exportador mundial de pop corn.
Lo que se viene Veamos cómo será el futuro ingreso de divisas y el ingreso por retenciones, proyectados para el 2019, con este nuevo esquema de retenciones móviles y tipos de cambio variables y diferenciales por sector.
El Instituto de Economía del INTA publicó un trabajo donde realiza una estimación de la recaudación por nuevos derechos de exportación. El análisis considera las exportaciones totales 2017 en base a INDEC, y por sectores. Se aplicó el impuesto de $3 y $4 por dólar a los valores exportados por sector en el año 2017 y supone un tipo de cambio nominal de $40 por dólar.
En su informe, el INTA calcula una recaudación total por derechos de exportación del orden de los US$7.947 millones. Si descontamos las exportaciones industriales y de petróleo, gas y minería (US$1.795 millones), la recaudación por retenciones de todas las exportaciones agrícolas y agroindustriales podría llegar a US$6.152 millones.
Análisis privados, del equipo de analistas de GuruMarket, están proyectando un ingreso por retenciones del orden de los US$6.584 millones. Es interesante destacar que el análisis efectuado por el INTA considera como punto de partida las exportaciones del 2017; de haber tomado el estimado 2018 con la fuerte pérdida de producción y exportaciones por la sequía y posteriores inundaciones, habría inducido a un error de arranque en las proyecciones al 2019.
En el trabajo del INTA se puede apreciar el fuerte impacto que tiene el campo en la recaudación total y en la economía real. De arranque la soja y sus derivados participan con el 54% de la recaudación total por exportaciones, si agregamos productos agropecuarios primarios (excluida soja) con el 14% y las Manufacturas de Origen Agropecuario (MOA), con el 9%, vemos que todo el complejo agroindustrial, agroexportador y agropecuario representa el 77% de la recaudación total por sectores exportadores.
Si el clima acompaña y no hay problemas en la evolución de los cultivos, la Argentina podrá aspirar a una cosecha global récord de 140 millones de toneladas, y un volumen de exportaciones de 100 millones de toneladas. El ingreso de divisas proyectado podrá superar los US$31.400 millones, de los cuales US$18.781 millones corresponden al cluster sojero (poroto , harina y aceite de soja) y equivalen al 65% del total. En segundo lugar aparecen con fuerza este año el trigo, maíz y sorgo, con ingresos por US$8.366 millones equivalentes al 29% cuando el productor todavía mantenía la esperanza de 0% de retenciones. Estos son los dos principales sectores exportadores de la Argentina, con una participación entre los dos en el 94% del ingreso de divisas totales.
En ese mismo trabajo, el cluster sojero confirma su alta participación en el ingreso por retenciones, con un ingreso estimado de US$5.443 millones equivalente al 83% del ingreso total, Y muy detrás aparecen el trigo, maíz y sorgo, con US$837 millones, equivalentes el 13%.
Analizando la participación del cluster de girasol del 3% (US$178 millones) y de los cultivos especiales del 2% (US$126 millones), en el ingreso total por retenciones al fisco, nos preguntamos en este caso qué es más dañino para el país: tener US$300 millones de ingreso menos por retenciones o destruir la competitividad de sectores que deben competir con grandes potenciales mundiales en el negocio global.
Un ejemplo,el caso del pop corn. La Argentina es el primer exportador mundial, con 200.000 toneladas, llega a 100 países y un valor FOB de US$120 millones. El ingreso por retenciones para el Gobierno seria de US$12 millones. Y aquí la pregunta final, ¿justifica para el Gobierno recaudar US$12 millones de más si esto implica regalar el mercado mundial a los exportadores de Brasil y perder mercados que costaron a las empresas argentinas muchos años de conquistar?
Finalmente, el Plan 4 Pesos fue ideado para dar garantías al FMI para que puedan cobrar los préstamos que otorgó, y como zanahoria adicional, para que el organismo pueda adelantar ingresos de esos préstamos, el Gobierno le prometió déficit 0% para 2019. Un desafío que caerá sobre uno de los sectores más competitivos del país, y sobre los productores, sus familias y la sociedad urbano-rural de los pueblos del interior. Es hora que la sociedad urbana se muestre orgullosa de tener un país agroindustrial y agropecuario, y que podamos exportar alimentos al mundo, generando ingreso de dólares genuinos al país.