Es obvio que el temido ajuste lo está haciendo el propio mercado, ya que éste no es resultado de una decisión de política económica sino que proviene de la acción de múltiples operadores económicos que actúan con temor en un contexto de incertidumbre.
En tal temor e incertidumbre incide no solo la acción gubernamental desde que se iniciara sino también al contexto financiero internacional negativo y a la posibilidad creciente de que el país se aproxime a un nuevo gobierno, de corte populista.
Hace mucho que el Gobierno veía cómo los déficit comerciales y fiscales (los denominados déficits gemelos) seguían vivitos y coleando. Y así todo, poco era lo que se hacía.
Es evidente que resulta muy difícil atacarlos, pero también es obvio que hubo poca decisión frente al problema que día a día se potenciaba.
Con el súper salto cambiario de los últimos quince días, al Gobierno la ha quedado poco margen de acción.
Si nos pusiéramos en su lugar, hoy por hoy, nos daríamos cuenta de que, por la falta de decisión en el momento oportuno, ahora resulta muy difícil escapar a una acción que trate de “amortiguar” el golpe de la devaluación y que, simultáneamente, mejore en forma rápida la situación de la caja fiscal.
Miremos la historia reciente. Al asumir Duhalde, el dólar pasó de $1 a $4. Una salvaje devaluación. Y con ella, llegaron los derechos de exportación.
Hoy se gravan las exportaciones con un valor fijo.
La suma fija de $4 y de $3 a aplicarse a diferentes productos es una forma “disfrazada” de derecho de exportación (retención).
Si el dólar se mantiene por encima de $39-$40, tal derecho no será dramáticamente elevado. Es más, si éste superara la barrera de $40, la situación para la producción ligada a la exportación no sería la más perjudicada. Habrá que ver si se mantienen estos valores pues, a medida que transcurra el tiempo, la depreciación del peso debería seguir caminando.
La realidad es que esta suerte de ajuste golpea hoy a los asalariados. Y lo hará más aún en los próximos meses, aun suponiendo que el dólar se estabilice.
Es que para septiembre se estima una inflación más alta que la sufrida en agosto. Y para el año entero es probable que llegue a 45%.
Como vemos, el cuadro para el campo ha empeorado. Pero mucho más lo ha hecho el correspondiente a otras áreas de la vida económica.
No queda otra alternativa que volver a realizar los números y continuar con el trabajo.
Lamentablemente, las mencionadas sumas fijas podrán ser más duras si continúa la baja de los precios internacionales, por lo menos en lo inmediato. ¿Por qué en lo inmediato?
Porque una vez pasado cierto tiempo, si se cumple lo prometido, tales sumas fijas tendrán menos incidencia a consecuencia de la depreciación de nuestra moneda.