El hecho central de la economía mundial para los países emergentes en 2018 es el proceso imparable de apreciación del dólar (+20% en los últimos 6 meses) provocado por el crecimiento excepcional de EE.UU. (+5% anual en el segundo trimestre), consecuencia de un boom de inversiones de magnitud global (US$7 billones entre 2017 y 2018) que arrastra los capitales del mundo entero, y en primer lugar los dólares con que el mundo emergente financia una alta tasa de importaciones, y a través de ella, de expansión económica.
La apreciación del dólar es un proceso estructural desatado por uno de los grandes cambios de la acumulación capitalista en el siglo XXI, centrado en EE.UU., que a través del boom de inversiones desatado por el recorte de impuestos de Donald Trump logró remover el único obstáculo que existía para el pleno despliegue de la nueva revolución industrial. Por eso la moneda de todos los emergentes se devaluó, y como es usual en las crisis, el país más afectado por la apreciación del dólar fue la Argentina.
La razón es que la Argentina es el país más dolarizado del mundo, con activos monetarios y financieros en dólares por US$350.000 millones, mientras que los activos en moneda nacional ascienden a US$90.000 millones. El peso argentino es una moneda transaccional, y el ahorro y la inversión se realizan en dólares estadounidenses.
“Si se suman todos los dólares controlados por los argentinos —US$50.000 millones desde 2015—, US$31.000 millones fueron a depósitos en dólares, que suben todos los días, y otra parte quedó afuera. Hay 25% del PBI en ahorro no invertido para financiar la economía nacional”, dijo Enrique Cristofani (Banco Santander) en el seminario de la Asociación Empresaria Argentina (AEA), refiriéndose a USS100.000 millones inmediatamente disponibles.
La regla definida por la apreciación del dólar es que en adelante los países emergentes no pueden atraer inversiones significativas, a menos que dispongan de sectores altamente competitivos, capaces de ofrecer tasas de retorno equivalentes o superiores a las de EE.UU.
Vaca Muerta/Cuenca Neuquina es hoy un sector de relevancia mundial. Entre marzo de 2018 y marzo de 2019 recibirá US$18.000 millones, que serían US$20.000 millones en 2020, para trepar a US$24.000 en 2021/2022.
“Techint deja de ser un grupo siderúrgico y se transforma en uno energético”, dijo Paolo Rocca en AEA; y tras el acuerdo con el sindicato petrolero para bajar los costos laborales, Techint invirtió US$1.500 millones en Vaca Muerta, y ahora suma US$1.300 millones para producir el 5% del consumo.
Rick Perry, secretario de Energía de EE.UU, sostiene que Vaca Muerta tiene las dimensiones de Eagle Ford, el principal yacimiento de shale norteamericano, pero con una profundidad mayor; y que la diferencia de costos todavía existente (35%/40%) deriva exclusivamente de la disparidad en infraestructura: la diferencia en costos desaparece con una inversión de US$20.000 millones/US$24.000 millones por año.
“A este ritmo de crecimiento e inversión, Vaca Muerta puede alcanzar en 5 años una producción semejante a la del sector agroalimentario argentino”, afirmó Rocca.
“En agricultura estamos en la cima del mundo, y a la par que EE.UU.”, aseveró David Lacroze en AEA; y habrá una cosecha récord de 130/145 millones de toneladas de granos en el ciclo 2018/2019. La bioeconomía argentina tiene un nivel tecnológico y de productividad que disputa la primacía con EE.UU.
El agro argentino invierte US$ 4.500 millones en la cosecha de trigo de este año; y más de US$10.000 millones en la de granos del ciclo 2018/2019. La Argentina exportará 435.000 toneladas de carnes en 2018, que serían más de 1 millón en 5 años, y la mitad la exporta a China.
El sector de telecomunicaciones es la cabeza tecnológica del capitalismo avanzado, sinónimo de internet móvil inteligente de la quinta generación (5-G); y en él hay un hondo proceso de subinversión. Héctor Magnetto, titular del Grupo Clarín, anunció en AEA inversiones por US$5.000 millones en 2/3 años.
La experiencia china El desarrollo chino — +9,9% anual entre 1978 y 2010— indica que los países emergentes sólo pueden crecer sostenidamente en las condiciones de globalización si respetan dos premisas: que las ventajas competitivas sólo pueden surgir de las comparativas y que la expansión nacional depende esencialmente de la movilización del ahorro interno.
Todo esto requiere una estrategia deliberada de desarrollo nacional con un papel de conducción decisivo del Estado. Todo depende de la política y del vigor y solidez del sistema institucional. Pero la principal institución es el gobierno nacional, la conducción política.
En la reunión de AEA se formularon los trazos fundamentales de una estrategia de desarrollo nacional de la Argentina en las condiciones del sistema capitalista del siglo XXI; y cuando la nueva revolución industrial (informatización completa de la manufactura y los servicios) se despliega plenamente en EE.UU. y China; y esto sucede cuando el proceso de integración mundial del capitalismo —la globalización— se ha completado.
Los trazos de la estrategia de desarrollo nacional de la Argentina del siglo XXI son 3: apostar al crecimiento y la inversión de la bioeconomía y a la explotación de shale gas en Vaca Muerta/Cuenca Neuquina, ambas de dimensión global. Hay que estabilizar la macroeconomía sobre la premisa de que sin ella — eliminación del déficit— no hay cambio tecnológico posible ni baja de la estructura de costos de la producción. Por último, la movilización del ahorro interno y el salto cualitativo en la calificación/educación de la población son las verdaderas y decisivas estrategias argentinas para el desarrollo nacional.
Por Jorge Castro