Las proyecciones de cambio climático prevén un incremento de más de dos grados hacia el fin de este siglo y un aumento de los eventos extremos (inundaciones más graves y ciclos de sequías más severos). Son todas variables que pueden influir en la producción mundial de maíz y fueron el eje de uno de los paneles del XI Congreso de Maíz en Pergamino, que se enfocó en la relación entre ambiente y producción.
“Sabemos que cuando se incrementan los días con temperaturas mayores a 35 grados, sobre todo cuando el maíz está en floración, hay un impacto en los rendimientos”, planteó el especialista mexicano Kai Sonder, del Centro de Mejoramiento Internacional de Maíz y Trigo.
En su conferencia advirtió que hay regiones de África, América del Sur, China e India que van a tener dificultades para el desarrollo del cultivo por la “tropicalización” del ambiente, que implica mayor estrés térmico y déficit hídrico.
“Pero un efecto beneficioso es que se va a poder sembrar maíz en zonas de las montañas en las que hoy no puede hacerse, por el frío”, adelantó. En México, estás nuevas áreas que se suman no van a ser suficientes para compensar las que se pierden, por el calor excesivo.
También adelantó que se espera una mayor prevalencia de aflatoxinas, un patógeno que se desarrolla cuando hay sequía, y de enfermedades relacionadas con el calor. “En el Corn Belt, por ejemplo, hace algunas campañas detectaron una enfermedad típica de México, la mancha de asfalto, que nunca habían tenido y están preocupados”, destacó el experto.
¿Qué se puede hacer? “Incrementar la velocidad del mejoramiento genético, para buscar híbridos que se adapten mejor al calor es importante y también la agricultura conservacionista, pero no es necesario que eso lo diga en Argentina, un país que suelo poner como ejemplo en México en relación a este tema”, reconoció Sonder.
También contó que será necesario ser mucho más eficientes con las tecnologías de riego y que crecerán los sistemas por goteo y el riego de precisión.
En el panel también disertó Gabriel Rodríguez, investigador del Instituto de Clima y Agua del INTA Castelar, quien se enfocó en la variabilidad y el cambio climático en la región pampeana.
El especialista recordó que en la zona núcleo ya se registraron cambios importantes: se redujo la cantidad de heladas, aumentaron la intensidad de las precipitaciones y las olas de calor.
“Hacía el 2040, el horizonte temprano, no hay grandes cambios y se proyecta un aumento de las temperaturas, en promedio, menor a 1 grado, pero que se elevaría a entre 1 y 3,5 grados para fin de siglo en la Región Pampeana”, precisó.
Para reducir la vulnerabilidad, Rodríguez recomendó elegir los híbridos que mejor se adaptan a este escenario climático y utilizar la información climática en el manejo. “Se sabe que cuando hay un Niño las lluvias aumentan cerca de un 50%, pero también hay que ver qué pasa con otros fenómenos. En el caso de la Niña es más contundente: en el 90% de los casos los rendimientos son más bajos”, recordó.