Conocido como un efluente que se caracteriza por el alto contenido de materia orgánica y sales, la vinaza es un subproducto que se obtiene en el proceso de producción de bioetanol de caña de azúcar. Para aprovechar sus propiedades, los grupos de investigación en Gestión Ambiental y Cultivos Industriales del INTA Famaillá –Tucumán– evalúan el impacto de su aplicación en suelos con muchos años bajo monocultivo y alta intensidad de laboreo.
En el NOA, la caña de azúcar es un cultivo clave de la economía regional de Tucumán, Salta y Jujuy. Ocupa alrededor de 376 mil hectáreas cultivadas y su producción se destina a más de 20 ingenios que elaboran azúcar y 16 destilerías –que obtienen alcohol para biocombustibles –.
De acuerdo con Mariano Garmendia, secretario de Innovación y Desarrollo Tecnológico de Tucumán, “el panorama de la producción de alcohol es creciente y desde Tucumán tenemos una gran expectativa por el desarrollo de la industria sucroalcoholera, como alternativa a la caña de azúcar”.
“Hoy, la vinaza hoy es un problema en el campo”, analizó Garmendia y afirmó: “Hay que tener en cuenta que es un residuo orgánico, pero hay que saber tratarlo porque su aplicación en el suelo es compleja”.
“Como la vinaza es un derivado de la producción de bioetanol que contiene nutrientes y materia orgánica, estamos evaluando cuál es la mejor manera de incorporar esas propiedades al suelo”, señaló Rocío Portocarrero, especialista en Recursos Naturales y Medio Ambiente del INTA Famaillá.
Para Garmendia es estratégico conocer el manejo completo de la vinaza para aprovecharla en cualquier desarrollo a futuro. Y en este sentido, aseguró que “los ensayos que está haciendo el INTA sobre la incorporación de vinaza nos va a permitir también el desarrollo de destilerías autónomas”.
“Nosotros apostamos a la transformación, al desarrollo de la industria donde la vinaza pueda dejar de ser un desecho para convertirse en un producto orgánico que se transforme en abono, fertilizante o sulfato de potasio, entre otros”, puntualizó el Secretario de Innovación y Desarrollo Tecnológico de Tucumán.
Desde hace cuatro años, Portocarrero y su equipo estudian el impacto de la aplicación de vinaza sobre los parámetros fisicoquímicos de calidad del suelo. Para esto, instalaron ensayos comparativos entre una parcela con manejo convencional –utiliza urea como fuente nitrogenada– y otra con vinaza.
De acuerdo con Portocarrero, los primeros resultados demostraron que el tratamiento con vinaza presentó mayor pH, cerio, cobalto, potasio y magnesio intercambiable que el convencional. “Estos datos muestran la complejidad que involucra la aplicación de vinazas en campos productivos”, explicó la investigadora del INTA.
“Es positivo el aporte de nutrientes y el incremento de materia orgánica que se logró, teniendo en cuenta que se trata de suelos naturalmente pobres, con muchos años bajo monocultivo y alta intensidad de laboreo”, destacó Portocarrero.
Sin embargo, la especialista del INTA advirtió sobre “el incremento de sales y la modificación del equilibrio de bases intercambiables, parámetros que deberán monitorearse anualmente porque inciden de manera negativa en la calidad del suelo y el cultivo”.
En la investigación también participaron María Correa, Juan Vallejo y Enrique Fernández de Ullivarri, especialistas de los Programas Nacionales Suelo y Cultivos Industriales y el Proyecto Regional con Enfoque Territorial Tucumán Norte.