Al margen de la decisión de cambiar a Federico Sturzenegger por Luis Caputo, que respondió a calmar a un mercado financiero que había perdido la confianza en el titular del Banco Central, los reemplazos de Francisco Cabrera y de Juan José Aranguren por Dante Sica y Javier Iguacel en los ministerios de Producción y de Energía estuvieron más orientados a brindar señales políticas tanto hacia adentro como hacia afuera de la coalición gobernante Cambiemos.
La llegada de Sica apunta a mejorar el perfil exportador de la economía, potenciado probablemente por la reciente apreciación del dólar frente al peso.
La sustitución de Aranguren puede ser interpretada como una respuesta a los
múltiples cuestionamientos que aquel venía recibiendo por los aumentos
tarifarios, pese a que estos contaron en todo momento con el respaldo del
presidente Mauricio Macri.
Son un claro intento -seguramente no el último- de oxigenar el elenco ministerial y la propia gestión presidencial. Los ministros siempre son fusibles. Puede superarse el desgaste de algunos funcionarios mediante el simple procedimiento de reemplazarlos por otros. Pero nada de esto revierte por sí solo una crisis generalizada de confianza.
Creer lo contrario sería lo mismo que achacarle la derrota del seleccionado argentino de fútbol ante Croacia al arquero Willy Caballero. El guardavalla, en efecto, cometió un error garrafal, pero el problema no deja de ser la falta de funcionamiento del equipo.
El exfutbolista y actual comentarista deportivo Diego Latorre dio en LA NACION una magnífica definición del "funcionamiento". Señaló que, ante todo, es tener convicciones y un compromiso con la idea, tener una tabla a la cual aferrarse a la hora de los contratiempos y contar con elementos que impidan caer en la nebulosa de la depresión.
Los cambios en el gabinete de Macri dejan no pocos interrogantes. Si en el Gobierno hay absoluta convicción de que debe reducirse el déficit fiscal, ¿por qué no se aprovechó esta movida para dar una más fuerte señal, eliminando los dos ministerios que fueron objeto de los recambios, transformándolos en secretarías y dando así inicio a una esperada reestructuración del Estado que ayude a achicar el gasto público?
Es probable que en lo que queda de este año las cuentas fiscales tiendan a equilibrarse por la licuación del gasto público, en especial si salarios estatales y jubilaciones aumentan menos que la inflación. Del mismo modo, el crédito del FMI y la batería de medidas en el mercado cambiario y financiero ayudarían a estabilizar el dólar. La cuestión es por cuánto tiempo. Y la respuesta dependerá de las convicciones del equipo y de su funcionamiento. Eso que no tuvo la selección de Messi y Sampaoli.