Habrá que esperar a ver cómo fue el comportamiento a partir de la devaluación de comienzos de mayo, pero hasta ese momento las importaciones de maquinaria agrícola habían crecido en lo que iba del año.
De acuerdo con datos del Observatorio de Importaciones de la Federación Industrial de Santa Fe, en el primer cuatrimestre del año las importaciones argentinas de pulverizadoras, cosechadoras, sembradoras y silos mostraron un incremento anual del 16,2% en volumen y del 28,1% en valor.
De esta manera, el saldo comercial alcanzó entre enero y abril pasado un rojo de U$S 81 millones.
El informe advierte que el nivel de ingreso de maquinaria podría haber sido mayor, de no haber sido por la retracción que mostró el mercado interno como consecuencia de la sequía del verano pasado.
Un rojo intenso
Entre 2015 y 2017, las importaciones de estas cuatro posiciones arancelarias crecieron U$S 166 millones, lo que en términos porcentuales representó un incremento del 638%.
Mientras tanto, las exportaciones oscilaron en torno a los U$S 14 millones.
El Observatorio santafesino sostiene que en sembradoras y silos se manifiesta un claro deterioro comercial, al pasar en los últimos dos años de una situación de superávit a déficit, como resultado de menores exportaciones e ingresos de unidades crecientes.
En pulverizadoras y cosechadoras, el déficit sectorial resulta persistente, con manifiesta tendencia a su profundización.
Durante el último año, el rojo de la balanza fue de U$S 179 millones, como resultado de importaciones por U$S 192 millones y ventas al exterior por U$S 13 millones.
Cerrado el primer cuatrimestre con este incremento en el déficit de la balanza comercial de la maquinaria agrícola, habrá que ver cuál es el comportamiento durante el período actual, signado por un aumento en el tipo de cambio, que en principio le quita incentivo a la importación, y favorecería a una mayor actividad exportadora por parte de la industria nacional.
Mientras, el mercado interno no encuentra tracción para ponerse en marcha, en medio de altos costos de financiamiento.
Por Alejandro Rollán
Fuente: Maquinac