En la Argentina, el biodiesel es una parte fundamental de la cadena de valor de la oleaginosa. Para mejorar los estudios sobre las cadenas productivas y su posicionamiento en el mercado internacional, el INTA junto con la Bolsa de Cereales firmaron un convenio de colaboración conjunta para estimar con mayor precisión las emisiones de gases de efecto invernadero en campos de soja.
“Las ventajas de nuestros sistemas de producción agrícola, ayudan a posicionar al biodiesel argentino en el mercado internacional”, señaló Jorge Hilbert, referente de bioenergía del INTA, quien agregó: “En la actualidad, los aspectos ambientales son parte de los requisitos que se imponen en la comercialización y esto se expandirá a los demás productos agropecuarios de exportación en los próximos años”.
La Unión Europea incorporó una directiva que fija límites sobre el porcentaje de reducción en los gases de efecto invernadero (GEI) que aportaría el biocombustible a importar, respecto a los fósiles comparativos.
En 2012, un estudio del Instituto de Ingeniería Rural del INTA y la Unión Europea determinó que los biocombustibles argentinos evitaron que se enviaran a la atmósfera 5,5 millones de toneladas de dióxido de carbono.
“La Argentina posee una de las industrias de biodiesel que cumple con los estándares de calidad más altos en términos técnicos, económicos y ambientales”, aseguró Hilbert y agregó: “Si nuestro biodiesel posee mejores valores en la reducción de GEI debemos demostrarlo”.
En este sentido, el Departamento de Investigación y Prospectiva de la Bolsa de Cereales y el Instituto de Ingeniería Rural del INTA trabajan en el desarrollo de calculadores para medir con precisión las emisiones en soja.
Este convenio permitirá perfeccionar los sistemas de monitoreo y avanzar en la precisión del cálculo que se realiza sobre las emisiones del sector agropecuario y agroindustrial. Para esto, se utilizará el Relevamiento de Tecnología Agrícola Aplicada (ReTAA) de la Bolsa de Cereales.
“Los calculadores desarrollados por el Instituto de Ingeniería Rural del INTA toman como referencia al sistema ReTAA, lo que nos permite obtener con precisión las emisiones en soja por regiones tecnológicas homogéneas”, precisó Hilbert, quien afirmó: “Esta herramienta nos ayudará a certificar que la producción argentina es sustentable”.
De acuerdo con Juan Brihet, coordinador de Investigación y Prospectiva Tecnológica de la Bolsa de Cereales, “el ReTAA es una herramienta de información con un gran potencial, que sirve como output de datos sobre uso de tecnologías, así como input para otros trabajos como reportes técnicos, modelos de simulación, estudios de cadena de valor o márgenes brutos”.
“Se utiliza para caracterizar la situación tecnológico-productiva de los principales cultivos de grano de la Argentina, en cada una de las regiones agrícolas y para cada campaña agrícola”, agregó Brihet.
“Desde la Bolsa de Cereales generamos un gran volumen de información sobre una campaña determinada, identificando el perfil tecnológico del productor, con un alto nivel de detalle, y lo ponemos a disposición de todos aquellos interesados”, afirmó Brihet.
El estudio contempla las cantidades de insumos y prácticas de manejo utilizados en cada cultivo durante una campaña. “Analizamos los planteos productivos que se aplican a soja, maíz, trigo, girasol, cebada y sorgo, en 17 zonas agrícolas, y si el nivel de tecnología aplicado es alto, medio o bajo”, manifestó el especialista de la Bolsa de Cereales y añadió: “Esa información es sometida a un proceso de consistencia y validación con distintas entidades y profesionales que son referentes del sector”.
De acuerdo con Hilbert, “estudiar las tasas de emisión de los sistemas de producción de todos los cultivos bajo siembra directa con destino a diferentes productos industrializados, es prioritario y estratégico para la Argentina debido a que asegura la sustentabilidad de la actividad”.