Los déficit de logística e infraestructura, la necesidad impostergable de incorporar las buenas prácticas agrícolas, la fundamental introducción de la tecnología del maíz tardío y el bajo uso de coberturas de futuros fueron algunos de los temas sobresalientes del panel
“Tenemos una deuda de 44.000 millones de pesos en infraestructura, en obras hídricas y viales para poder estar al día, para contar con rutas y caminos seguros, para tener la posibilidad de capturar un precio determinado en el momento en el que uno lo desea y poder cumplir con los compromisos de entrega. Eso también hace al riesgo logístico, ya que la mercadería que queda en el campo permanece expuesta al riesgo climático si no puede salir”. Así lo indicó Hugo Rossi, subsecretario de Coordinación Política del Ministerio de Agroindustria de la Nación, durante su exposición en el panel Gestión del riesgo agropecuario, en el Congreso Maizar 2018, Competitividad con desarrollo, que se está llevando a cabo en la ciudad de Buenos Aires.
“En la Argentina hay 490 entes viales para atender unos 400.000 kilómetros de caminos rurales. Algunos son cooperativas, comisiones o consorcios. Otros municipales. En Chaco y Córdoba son provinciales. Esa red, que debe administrar los recursos viales, no está funcionando y eso es una responsabilidad de los tres niveles del Estado, pero también de los privados”, aseguró Rossi, que compartió el panel con Federico Bert, director de Investigación y Desarrollo de CREA, y Alberto Álvarez, director general para Latinoamérica de Amius Group, el cual fue moderado por Pedro Vigneau, presidente honorario de Aapresid.
“El desafío es tan grande y es tanta la deuda en infraestructura que esto va a llevar muchos años. No va a haber soluciones mágicas o grandes anuncios o grandes obras que van a terminar con todos nuestros problemas; esto va a requerir un trabajo en equipo y paso a paso”, apuntó el funcionario.
Rossi añadió que las Buenas Prácticas Agropecuarias (BPAs) son una herramienta indispensable para mitigar riesgos agrícolas. “Este año vimos diferencias impresionantes en el impacto que tuvo la sequía entre aquellos productores que venían bien rotados, con aplicaciones correctas, que eligieron las semillas correspondientes. Las BPAs, si muchos las adoptan, terminan generando un aporte al sistema general”, aseguró.
Rossi además indicó que Agroindustria interviene en la reparación y construcción de pequeñas obras hídricas, puentes y caminos rurales para generar soluciones locales urgentes a cuestiones puntuales. “Estas obras, que se hacen mientras se espera la finalización de los grandes proyectos de infraestructura, le cambian la vida a muchas comunidades rurales”, explicó.
El funcionario además indicó que el Servicio Meteorológico Nacional (SMN) está en proceso de integrar sus 120 estaciones meteorológicas con otras privadas para poder generar una red total del orden de 400 estaciones que permitan cubrir una mayor porción del territorio nacional.
Federico Bert, por su parte, dijo que “todos tenemos algo por hacer en la gestión del riesgo: desde los productores hasta el Estado, con su apoyo. En el último tiempo, el productor ha hecho mucho en esa gestión, principalmente ajustando el manejo agronómico. El maíz tardío es una de las grandes tecnologías más disruptivas surgida en los últimos años y nació para hacer frente a una mayor variabilidad climática”.
Bert explicó que, si bien con el maíz tardío descendió levemente el rinde promedio del cultivo a nivel nacional, los “pisos” de rendimientos se incrementaron y “eso permitió generar un círculo virtuoso porque pudo comenzar a sembrarse en ambientes donde antes no se podía, lo que contribuyó a balancear el portofolio agrícola”.
“Logramos incorporar tecnologías de información, algo que permite ajustar el manejo agronómico en función de la evolución de las napas y los pronósticos climáticos”, aseguró.
Alberto Álvarez, por su parte, agregó que tanto Brasil como la Argentina usan una pequeña fracción de coberturas de futuros para protegerse de la volatilidad de precios, mientras que en EE.UU. el uso de tales instrumentos está generalizado. “La gestión del riesgo de precios es un factor fundamental para determinar la rentabilidad del negocio agrícola”, sostuvo.