La teoría económica ofrece un modelo por el cual el valor del Tipo de Cambio
Nominal (TCN) medido por la cantidad de pesos por dólar, es explicado
principalmente por los precios al consumidor (IPC) de Argentina y de Estados
Unidos. Este modelo, si se cumple, determina un valor de tipo de cambio de Poder
de Paridad Adquisitivo (PPA), que sería el indicado para corregir cualquier tipo
de desequilibrio observado.
Estudiando nuestra historia económica desde enero de 1943 a abril de 2018, se
puede verificar técnicamente que las tres variables cointegran. Esto significa
que las series muestran una relación de largo plazo entre ellas, con lo cual el
modelo de la PPA es apto para estimar un valor considerado de equilibrio.
Para el caso de Argentina, el TCN es explicado casi de manera exclusiva por
los precios locales, lo cual es razonable.
El periodo analizado contiene en total 904 meses, de los cuales en 557 el
valor de equilibrio fue superior al publicado por el BCRA. Es decir que durante
46 años y 7 meses (el 62% del tiempo) Argentina vivió con un tipo de cambio
atrasado respecto al equilibrio.
Estos desequilibrios son peligrosos, nuestros productos se encarecen para el
resto del mundo, aparecen los déficits comerciales, las políticas erradas hacen
que nos aislemos del mundo... y en definitiva porque la vida en desequilibrio no
es viable.
Los ajustes suceden, y cuanto mayor sea la pasividad o el gradualismo mayores
serán los esfuerzos necesarios para volver al equilibrio. Si bien estamos lejos
de una crisis como la de fin de la Convertibilidad, durante la primera quincena
de mayo la tasa de devaluación aceleró y la poca volatilidad vivida en febrero y
marzo pasó por una leve turbulencia.
Utilizando el valor estimado de equilibrio de la PPA podemos dar una
respuesta tanto de lo que sucedió como de lo que se podría esperar a futuro si
las condiciones de fondo no cambian.
Durante los últimos dos años de la presidencia de Cristina Kirchner, en
convivencia con el cepo cambiario, el atraso observado promedio fue de 16%
mensual en 2014 y 36% en 2015.
Al asumir sus funciones el presidente Mauricio Macri, el fin del cepo
cambiario ayudó a corregir el atraso acumulado, pero rápidamente el valor del
dólar empezó a quedar rezagado.
En 2016 el atraso observado fue de 13% en promedio mensual, luego fue de 27%
promedio en 2017, y durante los primeros cuatro meses de 2018 parece seguir con
el rumbo anterior. Entre enero y abril de 2018 el TCN estuvo atrasado 20% en
promedio.
Esta vez el mercado reaccionó ante la pasividad acumulada y las
intervenciones del Banco Central resultaron menos efectivas. Es importante
también que quede claro que nuestros desequilibrios tienen que ver más con las
decisiones que suceden adentro del país que con lo que sucede en el resto del
mundo. A veces sufrimos por algún efecto global, pero mayormente tienen que ver
con lo que hace y decide puertas para adentro. La gente hace tiempo aprendió la
lección. Pensamos en dólares y con justa razón, pues es natural tratar de
defenderse de la inflación.
¿Qué se puede esperar para lo que resta del año?
El modelo de la PPA pronostica que el valor necesario para eliminar cualquier
tipo de desequilibrio todavía debe ser mayor al observado en estos días. Para
diciembre de 2018 el mismo debería ser de $ 32,37 por dólar, bajo las
condiciones que hoy tenemos en la economía.
Estos valores pronosticados no necesariamente son los que terminarán
observándose. De hecho, en la historia vemos que es más habitual la no
coincidencia, y esa es la razón por la que el atraso cambiario parece formar
parte del ADN de nuestro sistema económico.
El BCRA no debe confundir su rol fundamental al querer mantener un valor del
TCN que considera apropiado. Su función es proteger la moneda local, por lo
tanto debe hacer todo lo que esté a su alcance para disminuir la inflación.
Ojalá que lo sucedido en estos días sirva para que cambiemos la vida en desequilibrio por un plan más estable donde los esfuerzos estén volcados a mostrar señales de mayor previsibilidad económica y crecimiento de largo plazo.