Sin embargo, hay muchas buenas noticias y, claro, también muchas preocupantes. Entre las positivas están los cambios que se van realizando en múltiples áreas, y que lentamente van mejorando los servicios. Por ejemplo múltiples trámites pueden hacerse por internet, tenemos leyes como la del Arrepentido o Responsabilidad Penal de las Personas Jurídicas; hay nuevos procesos en licitaciones y ¡oh milagro! un sistema electrónico para expedientes. Algunos disparates como que los diplomas de secundario venían a Buenos Aires para ser refrendados por el Ministerio de Educación son ahora más fáciles de gestionar.
Todo esto y mucho más se refleja en la notable mejora de 19 puestos de Argentina en el Índice de calidad Institucional que prepara Fundación Libertad y Progreso para casi 200 países del mundo. Se relevan cuatro indicadores políticos: corrupción, libertad de prensa, estado de derecho y funcionamiento de la democracia. También se miden indicadores económicos como libertad económica y haciendo negocios (cantidad de trámites para abrir un negocio y gestionarlo).
No hay otros casos en donde haya un salto positivo tan elocuente. Argentina está 119° en el ranking y, aún considerando todos los problemas que cualquier ranking tiene, lo relevante es ver qué hacen los que están a la cabeza. Y lo que todos tienen es un sistema de notable libertad que les permite crecer y tener una elevada calidad de vida.
Argentina está introduciendo mejores leyes y controles. Pero mejores controles no son la solución a la falta de crecimiento del país. Queda muchísimo camino todavía y, sobre todo, imploro a nuestros gobernantes que piensen si no sería mejor eliminar muchos de los controles, muchas de las tareas que ahora se digitalizan. Es cierto que habrá alguna app que ayude con muchos trámites, pero la pregunta de fondo es si dicho trámite ayuda en algo a la sociedad: ¿quién controla qué y para qué? ¿por qué tanto control?
Sabemos que cada municipio controla los alimentos con un trámite diferente, con un sideral costo. Sabemos que hay provincias como Misiones que cobran ingresos brutos por la mercadería que circula por sus rutas, generando prácticamente aduanas interiores. Sabemos que un profesional debe registrarse en cada provincia en la que quiera ejercer y puedo seguir con una lista de “reservas de mercado” que es eterna. El problema de fondo entonces no se limita a facilitar los trámites o ser transparentes en la gestión. El problema es que deben desaparecer muchas de estas gestiones.
El argumento que no pueden eliminarse esas actividades es que habría desempleo, lo que reconoce que hay gente que cobra un salario por hacer algo que no sirve para nada. Dediquemos esos recursos a solventar parte de las infinitas necesidades de la sociedad. Es una ironía que se haya creado una.
Argentina tiene un gran problema de déficit fiscal por el enorme nivel de gasto público que presenta, en gran parte en actividades que no debiera ni siquiera realizar. También tiene un problema para crecer ya que la elevada carga impositiva y regulatoria dificulta la vida de las empresas, particularmente de las pyme. El déficit se financia con endeudamiento que hay que pagar más pronto que tarde, pero si no hay crecimiento es imposible pagar más impuestos.
Para crecer, mejores instituciones son necesarias y bienvenidas. Espero que pronto liberemos las fuerzas de la economía y se regule sólo lo que realmente sea necesario.
Fuente: Libertad y progreso