Esto golpea duramente en el comercio mundial. En primer lugar, porque ambas son las dos economías más importantes del mundo.
Y en segundo lugar, porque la primera es la mayor importadora mundial de soja, y la segunda, la mayor oferente de esta oleaginosa a nivel global.
La disputa se vislumbra en el comportamiento del mercado de Chicago, donde la quietud comercial ha permitido, a lo largo de los últimos veinte días, cotizaciones en baja.
Si China no compra, obviamente, EE.UU. tiene dificultades para exportar.
Por ahora, el conflicto se parece más a aquel perro que ladra a otro a través de un alambrado tejido. El punto es qué pasaría si se abre el portón para que puedan encontrarse y lidiar, frente a frente, sin alambrado de por medio.
La situación tiene un cariz dramático. ¿Exageramos? Para nada. Según el USDA, la última operación estadounidense de venta con destino a China se efectuó el día 10 de abril pasado. Hace casi un mes.
Como se sabe, el proteccionismo impone trabas al ingreso de productos extranjeros con el fin de privilegiar la producción nacional y evitar la competencia foránea. En definitiva es una forma sutil de populismo.
Pero aquella nación que impone trabas a las importaciones, recibe, usualmente, un trato recíproco de la afectada, como es el caso de China.
El proteccionismo “trumpiano” trae sus consecuencias que afectan no solamente a su país sino al mundo entero.
Así el cuadro, la diferencia entre los valores de Chicago y los de los mercados de Sudamérica ha cambiado sustancialmente.
De esta manera, el diferencial entre los precios de la soja de Brasil (y de Argentina, también) y estadounidense se ha incrementado.
Según informaciones confiables, las importaciones chinas de soja provenientes de EE.UU. han bajado cerca de un 30% durante marzo en relación al mismo mes del año pasado.
En tanto en nuestro país, además del mayor interés por parte de China lo que realmente ha impactado a favor de los precios ha sido la depreciación de la moneda. Algo que, a partir de hoy, debería ir en aumento. Es decir, con un dólar en baja.
Ello debería repercutir negativamente sobre el precio local.
Los gráficos de abajo muestran como a lo largo de la semana pasada, la soja fue en suba en tanto que en Chicago su comportamiento fue casi exactamente al revés. La explicación: la súbita depreciación del peso.