Aceiteros. Desde hace unos años, la sola mención periodística del sustantivo,
a secas, no requiere mayores explicaciones. Nadie duda de que no se trata del
recipiente clave para condimentar las ensaladas sino de la forma abreviada con
la que, por suerte para los editores, se da a conocer la Federación de
Trabajadores del Complejo Industrial Oleaginoso, Desmotadores de Algodón y
Afines de la República Argentina. Si el nombre es imposible para titular, no lo
es menos la sigla: F.T.C.I.O.D y A.R.A..
Lo más importante, sin embargo, es que se trata del gremio que en los últimos
años es sinónimo de los mejores acuerdos salariales. Que, tanto bajo el anterior
gobierno como en el actual, más perforaron los techos paritarios oficiales.
Este año lo volvieron a hacer, con un incremento salarial del 19% en un solo
tramo, que incluye el pago de un suplemento no remunerativo por única vez de $
26.897. Según fuentes de Aceiteros, si se contabiliza el plus por presentismo la
suba asciende al 22%. También advirtieron que, pese a que la paritaria 2017
regía hasta marzo, los aceiteros cobrarán el nuevo salario inicial con el
aumento retroactivo a enero de este año. "Un aumento de 19% tres meses antes,
dividiéndolo en los otros 9 meses, implica un 6,3% mensual más. Es decir, en
plata y sin contar el premio sería un 25,3% el aumento", detallaron. El acuerdo
tiene cláusula de revisión para septiembre, tan puntilloso es que hasta pusieron
en el acta la hora y el día de la reunión: 18 de septiembre a las 14.
El aumento supera, en todas sus variantes, el techo oficial que el Gobierno
pretende y logra que el salario inicial de la actividad, actualmente fijado en $
25.000, pase a $ 29.750, bastante cerca de los 30.650 pesos que reclamaban para
esta paritaria en función de lo que para ellos es un criterio de negociación
clave: que ningún trabajador del sector gane menos que “el Salario Mínimo, Vital
y Móvil según su definición en el artículo 14 bis de la Constitución Nacional y
artículo 116 de la Ley de Contrato de Trabajo”, es decir “la menor remuneración
que debe percibir en efectivo el trabajador sin cargas de familia, en su jornada
legal de trabajo, de modo que le asegure alimentación adecuada, vivienda digna,
educación, vestuario, asistencia sanitaria, transporte y esparcimiento,
vacaciones y previsión".
¿Cómo negocian, desde dónde?
Los números tan detallados del reclamo aceitero no son una estrategia
retórica para impresionar a incautos. Son el resultado de un análisis detallado
y profesional al que los dirigentes y trabajadores del sector acceden para
definir la estrategia de negociación.
“Se hace un informe en tres partes. 1) El cálculo del salario mínimo vital y
móvil para toda la clase trabajadora argentina. 2) Evaluación del estado del
sector oleaginoso 3) Evaluación del estado del sector desmotador”, explicaron a
El Cronista desde la Federación de Aceiteros. Según el gremio, “las empresas
siempre dicen que no pueden pagar, invariablemente. Y se niegan a presentar los
balances que podrían justificarlo”. Entonces, “hacemos nuestro propio estudio de
la coyuntura de cada sector. Que nos da, año tras año, que pueden pagar lo que
pedimos y bastante más”.
Por un lado, para elaborar el pedido se basan en la canasta que para Rosario
elabora el Centro de Educación, Servicios y Asesoramiento al Consumidor (Cesyac),
de esa ciudad, “una asociación civil sin fines de lucro que trabaja
principalmente en la defensa de los derechos de usuarios y consumidores”, según
su página web.
Pero los argumentos claves para negociar salen de un trabajo específico que
elaboran para el sindicato profesionales de la Universidad Nacional de Rosario,
coordinados por el economista Sergio Arelovich, que asesora al gremio y es
profesor titular Teoría Económica en la Facultad de Humanidades y Artes en esa
casa de estudios.
Por ejemplo, en el “Informe de Coyuntura para el Plenario de Delegados de la
Federación Aceitera, de marzo de 2018, sector oleaginoso, algodonero, olivícola
y biodiesel, coyuntura económica y salarial”, al que accedió El Cronista, se
encuentra, entre otros datos, información decisiva con la que los gremialistas
intentaron rebatir la posición empresaria sobre los efectos de la sequía en el
sector
El trabajo reconoce que “la sequía que acaece en la región núcleo de la
Argentina afectará la producción de soja para esta campaña. Según las
estimaciones de USDA se trata de 10 millones de toneladas menos, cayendo de 57
millones a 47 millones de toneladas”
Según las empresas explicaron a El Cronista, será “20 millones de toneladas
inferior a la de 2017, lo que representa u$s 5.000 millones de dólares menos".
Sin embargo, en el trabajo de los economistas aceiteros se consigna que “de
todos modos, las estimaciones de stock que existían en el país al final de la
campaña 2016/17, rondan los 36 millones de toneladas. En este marco, la caída de
la producción podría ser cubierta con dichos stocks, lo que permitiría niveles
similares de procesamiento.
El documento entra en detalle sobre el comportamiento de la soja: “Los
precios internacionales y sus derivados se han mantenido estables en los últimos
años. Con un alza en los últimos tres años del aceite que ascendió de un
promedio de 680 dólares por tonelada en 2015 a 748 dólares en 2017; una caída en
los precios del pellets (de 358 dólares en 2015 a 326 dólares la tonelada en el
2017); y fluctuaciones en el precio del grano (de 774 dólares en 2015 ascendió a
382 dólares en 2016 y luego volvió a descender a 373 dólares en 2017)”.
Sector por sector, el trabajo analiza el rubro de las oleaginosas, el
algodonero, el olivícola y el del biodiésel.
En cuanto al biodiésel, por ejemplo, analiza la estructura del mercado, con
las empresas que exportan y las que se dedican al mercado interno, donde observa
la política de precios para cada sector. Dice que “el precio interno es
establecido por el Ministerio de Energía y Minería, sobre la base de los costos
internos de producción, de modo tal de garantizar una rentabilidad para las
empresas del sector a la vez que se cuida el mercado interno de los avatares del
precio internacional del combustible. A su vez, se reconocen diferencia de
precios a las distintas categorías de empresas”.
Y que “el precio de exportación del biodiésel es el resultado de la
combinación del precio internacional del biodiésel y de una política de
retenciones variables que aplica el Ministerio de Energía y Minería”. Donde “la
escasa diferencia de precios internacionales entre el primero (insumo) y el
segundo (producto) genera poca viabilidad a la producción de biodiésel.
Entonces, es necesario que el aceite tribute una mayor retención, de modo de
reducir su precio interno”.
Según el documento “cuando los precios se acercan, la retención al biodiésel
debe reducirse. Cuando los precios se alejan, la retención al biodiésel debe
aumentarse. Esa es la lógica con la que opera la exportación de biodiésel en
nuestro país. La rentabilidad empresarial es asegurada por la renuncia estatal a
la recaudación por retenciones”.
Así, más allá de los paros y las amenazas de paros contra un sector que, según datos de la Bolsa de Cereales de Rosario, representa el 46% de las exportaciones totales de la Argentina, los aceiteros tomaron esos argumentos para rechazar la propuesta empresarial de una suba del 15%, en una sola cuota, retroactivo a enero y con cláusula de revisión en septiembre. Y fueron noticia y la enviada de otros gremios, otra vez.