Si bien la cosecha 2018 todavía no termina, según especialistas del INTA, la vendimia avanza con un buen desarrollo y calidad de las uvas y excelente sanidad en los cultivos. Un informe del Instituto Nacional de Vitivinicultura (INV) estima que la cosecha podría alcanzar los 23 millones de quintales como máximo, lo que implica un aumento del 12 % al 17 %, comparado con 2017.
Aníbal Catania, especialista en viticultura del INTA Luján de Cuyo –Mendoza–, aseguró que el clima seco del verano fue determinante en la calidad de las uvas y la sanidad de los cultivos. “. “Este año, el clima fue muy bueno y, si bien la cosecha todavía no terminó, se espera más cantidad de uva y de una calidad similar al año pasado, que por cierto fue excelente”, aseguró.
Un informe del Instituto Nacional de Vitivinicultura (INV) estima que la cosecha podría alcanzar los 23 millones de quintales como máximo, lo que implica un aumento del 12 % al 17 %, comparado con 2017. En Mendoza, se cosecharían unos 14 millones de quintales de piso, lo que implica un aumento del 11 %.
Para Santiago Sari, enólogo del INTA Luján de Cuyo –Mendoza–, “si bien quedan las zonas más frías para cosechar, el verano seco y sin granizadas de importancia fue determinante en la obtención de bayas pequeñas y con el contenido de azúcar óptimo, como consecuencia podemos esperar que el vino sea de calidad”.
“En los últimos dos años, las condiciones climáticas generaron vendimias atípicas en cuanto a la producción y la cantidad de quintales obtenidos, pero que resultaron de buena calidad”, recordó Catania.
“Hasta el momento, no hay registro de enfermedades que afecten la calidad del vino, como peronóspora y podredumbre y, debido a las condiciones meteorológicas, la cosecha se adelantó aproximadamente una semana”, expresó Catania quien recordó que al principio de la campaña se registraron algunas heladas tardías, lo que impactó de manera muy leve en el rinde de zonas puntuales.
En este sentido, Sari puso el foco en el rol que tiene el clima en la producción de uvas. “El clima determina la producción, tanto la cantidad como la calidad de las uvas que se obtienen. Sin dudas que años como este son los mejores para este tipo de cultivos, debido a que no se registraron fenómenos meteorológicos que afecten la producción y los niveles de precipitaciones bajos aseguraron una sanidad óptima”, explicó.
Por otro lado, el enólogo del INTA señaló la importancia de las temperaturas en la acumulación de azúcar. “Con temperaturas frías o muy calurosas –superiores a los 35 °C–, la planta limita o frena la producción de azúcar. Como este año se mantuvieron dentro de los valores medios esperados creemos que la calidad del vino será superior”, resaltó.