Según los expertos, de no haber una mejora en la transición estacional, del verano al otoño, la campaña de trigo empezaría con muy bajas reservas de humedad. Se necesitaría que las precipitaciones, que entre noviembre y febrero pasados estuvieron entre 100 y 400 mm menos por debajo del promedio de los últimos 44 años para ese período, retornen a valores normales.
"En el corto plazo, la zona central seguirá muy comprometida por la falta de precipitaciones; el escenario no es bueno", dijo a LA NACION Germán Heinzenknecht, meteorólogo de Consultora de Climatología Aplicada (CCA).
Para el especialista, para la segunda quincena de marzo "se ve mejor la situación para el norte del país y algo puede decantar (por las lluvias) al norte de la región pampeana". Sin embargo, precisó que "no parece que se vaya a operar un cambio contundente para la zona núcleo".
De acuerdo a Heinzenknecht, marzo va a finalizar con la seca "instalada". En este escenario, la pregunta que le hizo LA NACION es qué viene para adelante, considerando la próxima siembra de trigo.
"La clave para analizar y, en realidad, la última chance para no entrar con sequía al otoño y complicar el inicio de la fina es la transición estacional. Entre mediados de marzo y mediados de abril debería notarse una mejora. De no aparecer esta mejora, posiblemente vayamos con reservas muy estrechas a la siembra de la fina", analizó.
"La situación puede presentar matices, pero a gran escala el escenario sería malo", añadió el experto de CCA.
El experto señaló que la estadística en materia de lluvias tiene un máximo en la transición estacional. En esa línea, debería haber más lluvias en este período, algo que no es seguro.
"Sabiendo del déficit del que venimos, en algunas zonas las lluvias normales, de concretarse, todavía dejarían un escenario ajustado", proyectó.