Las 7.500 hectáreas de limones que ponen en producción cada año los convierte en la principal productora del mundo. Citrusvil procesa 330.000 toneladas de fruta fresca que industrializan para obtener aceite esencial de limón, jugo de limón concentrado y cáscara seca. Pero lo más destacado de todo esto es que se hace sin efluentes que vuelvan al ambiente, sino que todos los desechos industriales dejan de ser tal y vuelven al circuito productivo como biogás y fertilizante.
A partir de restos de la pulpa y los caldos, luego de la industrialización del limón, producen biogás con el que autoabastecen el 35 por ciento del consumo energético de una de las dos plantas de procesamiento.
“El proyecto surgió por la voluntad del directorio de Citrusvil de estar a la vanguardia siempre y también como un estímulo al ser proveedores de Coca Cola hace más de 30 años, que siempre favorece la profesionalización de todo”, explicó el gerente de negocios de Citrusvil, Hernán Ruggiero.
De hecho, según un informe de la Fundación Mediterránea, Coca-Cola compra el 60 por ciento de la producción argentina de jugo concentrado de naranja y el 30 por ciento del jugo concentrado de limón y pomelo (otro referente como Ledesma también es proveedor). Esto equivale al procesamiento de 80.000 toneladas de naranjas, 15.000 de pomelos y 170.000 de limones.
La pulpa y los caldos que quedan después del procesamiento de la fruta para separar jugos se vierte en una gran burbuja o biodigestor donde unas levaduras van consumiendo la materia sólida y la convierten en dióxido de carbono y metano.
“Esto nos permite no sólo producir biogás, sino también las aguas de vertido, el líquido que queda, se usa en 500 hectáreas de plantaciones de limón como agua de riego”, explicó Ruggiero. En 25 días todo el desecho se convierte en insumo.
En este sentido, los 10.000 metros cúbicos de desechos diarios (en realidad dejan de ser desperdicio), luego de pasar por el biodigestor vuelven al circuito como gas y compost, para abonar limoneros que luego retornarán a la planta de procesamiento, y así... en un círculo virtuoso de efluente cero.
“Fuimos pioneros a nivel mundial en el uso de esta técnica a partir de la industria de limón y también en lograr ser efluentes cero produciendo biogás”, apuntó Ruggiero.
Si bien el proyecto de los biodigestores empezó hace una década, antes de eso Citrusvil ya hacía un tratamiento de efluentes de manera aeróbica, en lagunas artificiales. Lo que permite la tecnología de los biodigestores es, a través de un procesamiento anaeróbico, hacerlo más eficiente además, claro está, de sumar la producción de biogás.
Para la asistencia y asesoramiento tecnológico en la construcción de los biodigestores se trabajó con Biotec, una empresa belga dedicada al tratamiento de efluentes agroindustriales. Por año se consumen alrededor de 14.000 millones de metros cúbicos de gas natural para generar vapor y para el secado de la cascara.
Con una tonelada de fruta procesada se producen 16 metros cúbicos de biogás. Con tres biodigestores, hoy Citrusvil reemplaza el 35 por ciento del gas natural usado para alimentar las calderas de una de las plantas, lo que representa un ahorro de más de 550.000 dólares.
El 80 por ciento del limón argentino se produce en la provincia de Tucumán. Argentina es el principal productor de limón amarillo del mundo (hay otros tipos de limón como Lima Persa donde México es líder; o Lima Tahití, donde Brasil lidera). Así, ocupa un rol destacado en la venta de fruta fresca pensando en la contraestación hacia el hemisferio norte (principalmente Europa). En ese negocio compite con Sudáfrica y entre los dos se reparten el mercado.
Las 7.500 hectáreas puestas en producción están distribuidas en 23 fincas. Tienen viveros propios de los que salen 200.000 plantas por año. Se busca producir plantas de calidad, sanidad y certeza varietal.
Llegan a 100 países y comercializan cuatro productos: limón en fresco y tres post industrialización: aceite esencial de limón (que se usa en la fabricación de gaseosas, golosinas, perfumería y farmacia), jugo de limón concentrado (gaseosas) y cáscara seca.
“Son cuatro negocios muy distintos y todos tienen un alto valor agregado”, contó Ruggiero. Y agregó: “Contrariamente a lo que se supone, el producto con mayor valor agregado es la fruta fresca, donde la mano de obra supera el 50 por ciento del costo del producto pensando en una fruta que va a ir directo a consumo requiere una delicada cosecha agregando un valor por unidad muy alto”.
Citrusvil tiene unos 1.500 empleados estables pero en épocas de cosecha puede alcanzar los 6.000 (por campaña se necesitan 4.500 cosecheros) desplegando una fuerte influencia económica y social en la región.
Vale recordar que una de cada tres toneladas de jugo de limón concentrado que se comercializan en el mundo son de Citrusvil (exporta 22.000 de las 60.000 que se negocian).
Ruggiero explicó el plus que obtienen de la cáscara seca que es un subproducto que se convierte en materia prima para la pectina, un ingrediente importante de la industria alimentaria como espesante.
“Se usa mucho en golosinas, lácteos como el yogurt, gelatinas y mermeladas y el detalles es que a diferencia de la pectina de manzana o naranja, que son marrones y hay que decolorarlas, la pectina de limón es blanca, que es lo que se busca”.
En la columna del debe, queda por mejorar la situación impositiva para la citricultura, principalmente la laboral (producto de la gran cantidad de personal que requiere la actividad), que se suma a los elevados costos logísticos “no sólo por el transporte terrestre sino también por manipulación portuaria”.
Entre principales preocupaciones y desafíos para toda la industria, lo que más los tiene en vilo es lograr una defensa regional del HLB (Huang-long-bing) o Dragón Amarillo, una enfermedad que amenaza la producción citrícola mundial, que ataca los árboles y transmite al fruto un sabor amargo y anomalías en su forma y tamaño.
La pérdida mundial de citricultura producto del HLB alcanza al 30 por ciento de la producción. “Se propaga rápido y la mala noticia es que todavía no tiene cura”, se preocupó Ruggiero. Y cerró: “Lo que nos puede salvar es una acción conjunta”.
Con una visión diversificada
Trece años después de pisar suelo argentino proveniente de Italia con unos pocos pesos en el bolsillo, el italiano Don Vicente Lucci, se instaló en Tucumán y fundó en 1962 Viluco, empresa que en 1970 dio a luz a Citrusvil. Hoy la empresa factura 300 millones de dólares por año, tiene dos unidades de negocios más y es referente mundial.
Actualmente están al mando Daniel y Pablo Lucci, hijos de Don Vicente quienes fueron ampliando los negocios de la empresa.
En Frías, Santiago del Estero, desde 2010, Viluco tiene la única planta de molienda de soja del NOA con una capacidad de 1 millón de toneladas/año. El objetivo fue y es agregar valor a la producción primaria en el norte argentino. ¿Cómo lo hacen? Producen 700.000 toneladas de harina Hi-Pro que es utilizada para alimentar cerdos y aves. También producen 350.000 toneladas de alimentos balanceados, hasta 200.000 toneladas de biodiesel y 2000 toneladas de lecitina de soja.
También producen caña de azúcar a través de “El Pucará”, con sus plantaciones en el noroeste argentino. Finalmente “Engordar”, la unidad de negocios destinada a la ganadería, con 35.000 hectáreas distribuidas en 6 establecimientos de Santiago, Catamarca y Tucumán. Hacen ciclo completo y tienen 9000 vientres en un rodeo de 27.000 cabezas en total.