En los últimos años, la ganadería se fue corriendo de los suelos más ricos pampeanos hacia zonas más marginales dejándole ese lugar a la agricultura, principalmente a la soja.
Pero hay casos que muestran que no todos hicieron el mismo razonamiento. Y continuaron apostando a la actividad a pesar de los ya conocidos problemas en la era kirchnerista que complicaron seriamente a la producción ganadera.
Uno de ellos es Hernán Centoz, que en un campo en Junín, zona agrícola por excelencia al noreste de Buenos Aires, siguió con el legado de su padre: producir carne vacuna.
Allí, con 15 hectáreas, hace una ganadería intensiva con rotación de pasturas y tecnología desde la cría hasta comercializar el novillo terminado logrando obtener marcas productivas sorprendentes: 1.000 kilos de carne por hectárea.
“Con cada cosa que hago, me entusiasmo”, comenta Hernán sobre los motivos de sus comienzos con la ganadería a Clarín Rural. “Empecé con la hacienda para no deshacerme lo que había hecho mi papá y me entusiasmé tanto que lo pude llevar adelante”, siguió narrando.
Hernán, quien también se dedica al periodismo agropecuario en la misma localidad, nació y se crió en el campo. Trabajó durante 6 años en una cooperativa agrícola de Junín pero en 1990 se volvió otra vez al campo para seguir trabajando junto a su familia y prestando servicio a terceros como contratista.
Tras el fallecimiento de su padre en 2002, quedó a cargo del establecimiento con la hacienda que había (13 vacas y un toro). A partir de allí, los planteos fueron variando por lo contextos climáticos y económicos.
En 2005 ya tenía una cantidad importante de hacienda hasta alcanzar cuatro vacas por hectárea (EV/ha) hasta el 2008/09 que no pudo sortear la recordada fuerte sequía que azotó la Argentina.
Ante este escenario adverso, se vio obligado a modificar la estructura y planteo ganadero. Además, en aquellos momentos alquilaba otro establecimiento a 40 kilómetros del campo por lo que le servía para llevar los animales en el período de octubre a marzo, que generalmente tenían pastos y quedaba el campo para recomponer pasturas y hacer rollos. Hasta que en 2012 no le renovaron el alquiler, por lo que tuvo que llevar todos los animales a las 15 hectáreas propias.
A partir de ahí, comenzó con su planteo actual. Se trata de un pastoreo rotativo intensivo de los animales durante todos los días y encierre de noche sin suplementación.
Hoy cuenta con 50 vacas y comercializa 45 novillos por año. Así, la carga en el campo es de 3 vacas por hectárea.
“Es un planteo sencillo, lo puede hacer cualquier productor”, define Hernán. Pero aclara que este manejo artesanal es posible por la cantidad de hacienda con que trabaja. “Hasta un productor que tenga una escala de 150 vacas lo podría llegar a realizar”, saca cuentas.
Una de las claves es el destete hiperprecoz que realiza el productor para que las vacas estén en buen estado corporal. Los mismos son a los 45 días del nacimiento de los terneros y seguidamente continúan con una adaptación a la comida para los animales y luego, siguen con un alimento iniciador (30 días).
Este manejo se hace bajo la órbita del servicio estacionado, con pariciones en julio, agosto y septiembre.
Después, comienza la rotación en las pasturas siempre con el objetivo de darle una ración todos los días. Y luego, los animales son terminados a corral dentro del mismo campo para comercializarlos con 330 kilos.
Grano de maíz, planta entera de maíz y núcleos vitamínicos son los componentes de la dieta para esta categoría, un combo que para el productor, “es la mejor dieta para terminar los animales”.
Así, con este esquema sencillo, pero eficiente, comercializan a diferentes frigoríficos de la zona. “En menos de un año sale la tanda de animales”.
Otra clave de este planteo es que la comida sale toda del mismo campo: tiene pasturas, maíz y soja. Solamente necesita comprar a terceros es el maíz porque no le alcanza con lo que tiene sembrado y rollos.
La alfalfa ocupa 8,5 hectáreas del campo mientras que le dedica 2 hectáreas al maíz y 2,5 hectáreas a la soja.
Una de las ventaja que observa tener cantidades bajas de cabezas es que pueden planificar cuánto darle de comer a los animales todos los días. “Es diferente a un silo comedero de autoconsumo que en una semana puede llover y mojar el alimento. Aquí planificamos día a día la alimentación”, contó.
Ya con el diario del lunes, Hernán se lamenta mientras cuenta su historia porque sacando cuentas, este año podría haber incorporado una vaca más por hectárea a su plantel porque le sobró pasto. “El año que viene la idea es incorporar 10 animales más pero queremos ver cómo llegamos financieramente y cómo se sigue comportando la sequía”, especificó.
Una de las contra que tiene Hernán es que no puede agrandar su estructura porque el valor de los alquileres de los campos vecinos son muy elevados.
Si bien no tiene los números finos, la rentabilidad de este plantel es positiva.
Así es como Centoz, con un manejo sencillo pero no por eso eficiente, supo hacer una ganadería intensiva en plena zona agrícola.