Los hechos recientes han puesto a la luz la relevancia geopolítica de la agricultura y la alimentación . Por un lado, China lanzó una investigación contra las importaciones de sorgo desde Estados Unidos en respuesta a medidas proteccionistas de este país; por otro lado, la Argentina capturó un buque español pescando ilegalmente por su zona económica exclusiva.
El posible embargo a las importaciones de sorgo norteamericano a China es revelador del lugar que cobró la agricultura en las pujas de poder entre las naciones en el siglo XXI. Unos años atrás, Rusia le impuso un embargo a las importaciones agrícolas y alimentarias de los países de la Unión Europea por el conflicto por Crimea en Ucrania. Lo aprovechó para fortalecer a su propia industria alimentaria y garantizarse margen de maniobra geopolítica. Argentina experimenta también medidas proteccionistas en contra de sus biocombustibles en Europa y en Estados Unidos.
Hoy, las implicancias geopolíticas de la agricultura aumentan por los efectos del cambio climático o de la dinámica demográfica mundial pero también por desplazamiento del eje del poder económico y geopolítico hacia Asia. La voluntad de China de ser la primera potencia mundial abre fuertes interrogantes: ¿cómo piensa acomodarse de su creciente nivel de dependencia alimentaria? Si bien es cierto que trabaja activamente para estabilizar el flujo del comercio agrícola, ¿cómo actuará China en caso de grave escasez por producciones estratégicas o frente a una amenaza externa para su seguridad alimentaria?
El caso del sorgo norteamericano marca una clara señal de la voluntad china de darle vuelta a las relaciones de fuerza por su dependencia alimentaria. Hoy, el sorgo norteamericano representa el 80% de los volúmenes importados por unos 1000 millones de dólares. El lobby agrícola de Estados Unidos entró en alerta por el posible embargo ya que China podría buscar ampliarlo a otra producción, mucho más estratégica: la soja. El valor de las importaciones chinas asciende a cerca de 14.000 millones de dólares. La guerra de las proteínas estaría abierta.
Ahora, el peso de la ecuación alimentaria en las orientaciones geopolíticas chinas rebota ineludiblemente en el papel que China le quiere otorgar a países como Argentina. El país tiene una oportunidad inmejorable para participar de los equilibrios alimentarios mundiales, pero el ejemplo del sorgo debe actuar como señal de alerta: saber aprovechar la coyuntura, pero también, traducir en términos geopolíticos los posibles costos de una alta dependencia a un solo mercado. Más allá de la diversificación indispensable de sus mercados, el desarrollo de la bioeconomía, por ejemplo, ofrece una respuesta para conciliar retos geopolíticos externos e internos y, de paso, mejorar la resiliencia de los territorios argentinos.
Si el potencial productivo y la abundancia de recursos naturales de Argentina ofrecen garantías para participar del equilibrio geoestratégico, despiertan también la avidez de otras naciones. El reciente episodio del buque español muestra el alcance geopolítico que cobró también la pesca a nivel mundial. El consumo de pescado triplicó en los últimos cincuenta años y, en el mundo, se calcula que una de cada diez personas vive directa o indirectamente de la pesca. Si los incidentes por las capturas ilegales están en franco aumento, los derechos de pesca ofrecen situaciones de alta conflictividad, como en la zona del mar chino.
A pesar del fuerte crecimiento de la acuicultura, representa más de la mitad de los productos comercializados, la sobre pesca está llevando a muchos países a cruzar los límites de la legalidad en busca de esta fuente de proteínas. Además, la demanda por la pesca de alta mar crece también por el rechazo de los consumidores a cierto tipo de acuicultura. Las aguas argentinas se tornan entonces en un área estratégica más aún cuando la existencia de un conflicto geopolítico por las Islas Malvinas puede perjudicar a los intereses del país.
Incorporando la perspectiva geopolítica a su estrategia agroindustrial y al desarrollo de sus territorios locales, Argentina podrá responder a los múltiples desafíos de participar del equilibrio alimentario mundial.
El autor es investigador del Instituto Francés de Geopolítica