En las principales áreas sojeras del país, los períodos vegetativos del cultivo han quedado atrás. Y no sólo para la soja de primera, también para la de segunda.
En otras palabras, las sojas se encuentran -en tales áreas- en los períodos reproductivos.
El “drama” –por llamarlo de alguna manera- es que, justamente, cuando se define el nivel productivo, la seca no amengua su rigor. Podemos afirmar que alrededor del 75% de la pampa húmeda argentina continúa bajo el duro golpe de la sequía. La palabra “drama”, por lo tanto, no es errónea.
La visión empeora si tomamos en cuenta lo que sucede en la zona núcleo del país: la mayor parte sigue bajo la cruda presión de la escasez de humedad. Ello resulta agravado por los calores extremos y pocos vientos de la semana pasada.
Algo más del 30% ocupado por la soja de primera sigue bajo una condición muy buena a excelente. Nos referimos a los departamentos del centro sur de Santa Fe y una parte del oeste cordobés. Pero el resto deja bastante que desear.
Es cierto que, entre el jueves y el fin de semana pasados, se presentaron algunas lluvias, pero fueron extremadamente desparejas.
Algunas zonas se beneficiaron con precipitaciones de elevado volumen. Según la Bolsa de Cereales de Buenos Aires, sólo en un 10% de la pampa húmeda hubo lluvias de 30 a 70 mm. En la restante superficie, ellas fueron reducidas. Hubo registros en algunas localidades con 20 mm y otras a tan sólo pocos kilómetros de distancia con cerca de 4 mm.
La mayor parte de la soja atraviesa el período entre R4,5 y R6,5, el más crítico.
En gran proporción, se ha terminado la floración y las vainas y semillas pueden abortar en condiciones de stress hídrico. Y en tal caso, se incrementa la caída en el número de vainas por planta.
En este cuadro tan duro de digerir, la soja de segunda es la que está bailando con el más feo.
Este cultivo ha perdido biomasa por las altas temperaturas de la semana pasada. Gran parte de ésta ni siquiera ha logrado cerrar los surcos. Y sus reservas de agua quedaron en el límite de lo soportable.
En esta situación, no es para nada descartable que, en la parte sur de la zona núcleo, la soja de segunda apenas llegue a rendir 10 quintales por hectárea.
No nos detendremos a analizar el caso del maíz. Pero sí es válido comentar que su situación es peor a la de la soja.
Así las cosas, no es descabellado predecir una cosecha de soja, en nuestro país menor a 50 millones de toneladas. Al comienzo de la campaña se aguardaba un volumen de 58 millones de toneladas.
Y una de maíz cercana a 30 millones de toneladas. Antes se predecía un número próximo a 40 millones de toneladas.
Sólo por estos dos granos gruesos, algo más de 4 mil millones de dólares se están escapando. Y la economía lo va a sentir.
Resta aguardar ahora lo que dirá el USDA. Por el momento este organismo parece caminar por las montañas de Úbeda.
Pero en algún momento bajará a la realidad. Y los precios deberán saltar.