En su libro “Las secas y las inundaciones en la provincia de Buenos Aires”, Florentino Ameghino se refiere a la necesidad de aprovechar el sobrante de las aguas para fertilizar el suelo en las épocas de seca. Las consideraba como un solo problema cuya solución debería preservarnos de unas y otras. Pasaron 134 años y la cuestión sigue tan vigente como pendiente.
Para Pablo Mercuri –director del Centro de Recursos Naturales del INTA Castelar– resulta “trascendental” aprender a gestionar el agua de manera racional y adecuada tanto en los excesos como en los déficits. En este sentido, destacó el rol protagónico de los Comités de Cuencas por lo que llamó a los productores a “ocuparse e involucrarse”.
“Tenemos que entender a la cuenca como el lugar en donde se desarrolla toda la dinámica del agua y trabajar los estudios de ordenamiento territorial, los sistemas de alerta temprana ante excesos, las obras de retención y regulación en las cuencas altas”, aseguró el especialista quien, además, explicó cuánto colaboraría tener predominio de montes y pasturas naturales en las zonas altas y áreas de rivera u orillas de cursos de agua.
Asimismo, consideró a las obras hidráulicas como una herramienta muy importante y necesaria, al tiempo que celebró el entusiasmo, el avance y la toma de conciencia en los últimos años, pero que deben ser complementas con otras acciones para la gestión del agua en la cuenca.
De acuerdo con el director, las sequías y los excesos hídricos son moneda corriente en nuestro país, desde hace siglos. “La más clara percepción del cambio climático para el productor es la exacerbada variabilidad climática entre extremos que se manifiesta tanto en la disponibilidad de agua como en las temperaturas”, aseguró Mercuri.
En este sentido, destacó “la importancia de contar con información confiable y certera para tomar decisiones climáticamente inteligentes” y reconoció que el sector agropecuario siempre fue líder en la demanda de información climática, así como el desarrollo de tecnología también buscó adaptarse al clima.
En materia de investigación, el especialista divisó que el cambio climático exige la necesidad de estudiar las estadísticas de extremos, que son los que condicionan los límites de producción. Para esto, es importante afianzar las redes de toma de datos meteorológicos con distintas variables.
También consideró necesario continuar y acelerar el desarrollo de modelos hidrológicos, agrometeorológicos y climáticos, así como los sistemas de alerta temprana que permitan modelizar y analizar su patrón de comportamiento actual, no histórico, porque el clima va cambiando. “Es fundamental crear modelos adecuados a cada cadena productiva o territorios y regiones para dar buenas recomendaciones al productor”, sentenció.
Es que el agua y la temperatura son las variables climáticas que más definen los rendimientos y las posibilidades de trabajo del sector agropecuario. Así lo entendió Mercuri quien advirtió: “Existe una gran expectativa productiva de crecimiento en el país a fin de convertirnos en el supermercado del mundo cuya producción agropecuaria depende del cielo, literalmente. Cada incremento de rendimiento que espera el productor está sujeta a la variabilidad del clima”.
Verano: el clima que se viene
Para Mercuri, “el último frente de tormentas que atravesó gran parte de la región productiva del país no fue suficiente para las necesidades de cultivos y pasturas”. En este sentido, aseguró que los pronósticos a corto plazo indican la probabilidad de ocurrencia de nuevas lluvias que, a partir del viernes, atravesarían toda la región central del país. Sin embargo, continua la tendencia que para enero y febrero indican una provisión de agua de lluvia ajustada y con un patrón de lluvias muy irregular y de variada intensidad entre localidades.
“Este año los forzantes oceánicos evolucionaban neutrales para asemejarse a una niña débil con un enfriamiento leve del Océano Pacífico, pero otros factores oceánicos generaron una tendencia de menores lluvias”, especificó Mercuri quien adelantó que “para el otoño podría normalizarse la provisión de precipitaciones”.
Fuente: INTA