Las curtiembres dejaron de retirar el cuero en muchas plantas frigoríficas argumentando que no tienen demanda de la industria automotriz generando nuevas bajas en el que fuera el mayor subproducto de la industria cárnica. El cuero llegó a representar el 80% del valor del crédito bruto de matanza, es decir, del ingreso que se percibe por la venta de todo lo que no es carne.
Esa caída que lleva cerca de dos años golpea las cuentas de las industrias especialmente la de las empresas que brindan el servicio de faena a terceros y que con ese ingreso pagar salarios y todos los costos operativos. Pero además se está generando otro problema. Las pantas de faena se ven obligadas a salar el cuero lo que significa incrementar el personal, sumar costos por una mercadería que pierde valor y demanda. Pero la cuestión no termina ahí, la preocupación pasa también por las consecuencias ambientales de la falta de destino del cuero, muchos no saben qué hacer con ese producto porque no tienen las posibilidades financieras de acopiarlos.
A los problemas con el cuero se suman los mayores costos energéticos que rigen desde el inicio de este mes. Javier Peralta, de Afic (Asoc de Frigoríficos e Industriales de la Carne) destacó que “cualquier frigorífico chico o mediano paga entre 250 y 400 mil pesos mensuales de electricidad y uno gran con faena para exportación con destino a la UE hasta 1 millón y medio”.
A eso se agrega la actualización en la tarifa del gas (insumo necesario para calentar el agua con la que se esterilizan materiales de faena) y en el gasoil que se utiliza para el reparto de la carne. Entre la caída de ingreso y la suba de costos se genera un efecto tenaza que está afectando la rentabilidad y golpeando el resultado económico de las industrias de la carne vacuna.
Fuente: Fifra