Resulta bastante complicado hacer un balance de los dos años de presidencia de Macri. Es que en líneas generales cualquier comparación que se haga con los 12 años del kirchnerismo, el gobierno actual sale ganando. Es que el kirchnerismo no solo fue espantoso en su política económica, sino que fue uno de los gobiernos más despóticos que hemos tenido. La persecución a quienes pensaban diferente, el descaro para la corrupción, las interminables cadenas de CF inventando una situación económica que solo existía en su mente, el trabajo que perdió mucha gente por pensar diferente a los k, el abuso de poder, la utilización de la AFIP como KGB que disciplinaba a quienes pensaban diferentes, etc. generan el suficiente espanto como para ver en el gobierno de Macri a la tabla de salvación. Puesto en otras palabras, mucha gente ve en Cambiemos la salvación al vamos por todo del kirchnerismo. Tal vez no sean tanto las virtudes de Cambiemos en estos 2 años que le han dado mayor fuerza política, sino el espanto a que vuelva el kirchnersimo.
De lo anterior se desprende que, en rigor, comparar la gestión actual con el kirchnerismo es comparar contra una vara muy baja. Cualquier presidente civilizado y sin tener en su equipo económico a gente como Kicillof o Moreno sale ganando por goleada en la comparación.
Basta con observar cómo el mundo nos ve nuevamente como un pueblo civilizado luego de la barbarie k para advertir que no era solo el espanto interno al kirchnerismo que había.
Ahora bien, en lo estrictamente económico confieso que todavía no me queda muy claro el rumbo que desea tomar el gobierno. Cuando lo escucho hablar a Macri, imagino un país más cercano a una economía de mercado, abierta al mundo, en la que se deja de lado la cultura de la dádiva para adoptar la cultura del trabajo. Pero cuando hablan algunos de sus colaboradores más cercanos, veo una economía que continúa con la cultura de la dádiva en la que, por momentos, gente de Cambiemos y del kirchnerismo compiten por ver quienes dieron más planes sociales. Una especie de competencia populista.
Si bien el kirchnerismo dejó una herencia infernal, mi visión es que el gradualismo con que se encaró dicha herencia agravó el problema. Como lo he dicho en otras oportunidades, el gradualismo hay que financiarlo con endeudamiento y ese endeudamiento tiene un costo financiero que aumenta el déficit fiscal. El tesoro tiene un costo financiero de 2,4% del PBI en intereses y el cuasifiscal para retirar del mercado los pesos emitidos por los dólares que le entrega el tesoro al BCRA, tiene otro costo cuasifiscal de 2,6% del PBI. En total, financiar el gradualismo tiene un costo de 5 puntos del PBI. De manera que el gobierno baja 1 punto por año el déficit primario y aumenta el costo financiero en 5, El neto es que sube 4 el déficit. Esto es como si dijeran, vamos a quitar gradualmente el agua que entra al bote. Sacan un balde de agua y mientras tanto entran 5 más. Uno entiende que se toman sus tiempos, pero los números son implacables. Y acá no se trata de ser sensible o insensible. Es muy elemental: ¿cierra el modelo gradualista o empeora la situación? Mi impresión es que desarmar la posición de $ 1,2 billones en LEBACs que juegan contra el ingreso de dólares va a ser una operación muy complicada.
Algunos podrán argumentar que la deuda externa sobre el PBI es baja. Sin embargo esa cuenta es incorrecta porque la deuda vence a lo largo de varios años y el PBI es el ingreso generado en un año. Es como si uno tuviese una deuda hipotecaria a 20 años y dividiera el stock de esa deuda a 20 años por los ingresos de 1 año. No dice nada. Lo correcto sería dividir el stock de deuda a 20 años por los ingresos a 20 años. En todo caso se pueden tomar los intereses de la deuda con relación a los ingresos tributarios y ahí vemos que ya representan el 19%. En otras palabras, cada vez hay que destinar más recursos tributarios a pagar los intereses de la deuda y, por lo tanto, hay menos recursos para seguridad, justicia, etc. o bien se renuevan los intereses con más deuda y se va produciendo una bola de nieve imparable. De lo anterior se desprende que uno puede entender el gradualismo, pero los números muestran que a esta velocidad de gradualismo empeora el escenario fiscal. No mejora a lo largo del tiempo como espera el gobierno.
Por otro lado, el uso de la tasa de interés genera un arbitraje tasa versus dólar que retrasa artificialmente el tipo de cambio real. Si tomamos el tipo de cambio de noviembre 2015 (último mes k) contra octubre de este año, a pesos constantes tenemos que el tipo de cambio estuvo solo un 8,6% por encima del tipo de cambio de noviembre 2015
Gráfico 1
Es decir, la combinación de una inflación que aún se mantiene elevada con un tipo de cambio artificialmente bajo por el uso de la tasa de interés hizo que prácticamente se terminara licuando toda la devaluación de principios de 2016, lo cual claramente está impactando en el sector externo. Y no es que hay un peso más fuerte porque estemos padeciendo la enfermedad holandesa, sino que tenemos un problema de tipo de cambio real como en otros momentos de la historia económica argentina, como puede verse en el gráfico 2
Gráfico 2
Como puede verse en el gráfico 2, el tipo el tipo de cambio actual está casi en el mismo nivel de la convertibilidad o al final de la tablita cambiaria de Martínez de Hoz en enero de 1981.
El gradualismo ha llevado a tener nuevamente déficit gemelos. Hay déficit fiscal y déficit de la cuenta corriente del balance de pagos. El retraso cambiario más los mayores intereses a pagar por la deuda que se toma para financiar el déficit fiscal afecta la cuenta corriente del balance de pagos. Y los mayores intereses a pagar para financiar el gradualismo aumentan el déficit fiscal. Toda la estabilidad cambiaria depende de que nos sigan financiando del exterior.
En síntesis, si bien en diciembre de 2015 el gobierno tenía una gran oportunidad de encarar reformas estructurales que evitaran este lío de déficit fiscal, creciente endeudamiento y aumento del gasto cuasifiscal, uno podía entender el escaso poder que tenía el oficialismo en el Congreso. El argumento era que había que esperar a las elecciones de octubre pasado para llevar adelante las reformas. Sin embargo, a pesar del capital político que obtuvo el gobierno en las últimas elecciones, continúa con el gradualismo a pesar que Macri tiene muy en claro que no puede sostenerse este modelo por mucho tiempo más.
Alguien le vendió que el gradualismo, casi a paso de hormi, es el camino adecuado desde el punto de vista social y político. Los economistas profesionales tenemos la obligación de no venderle humo al presidente y expresarle nuestro punto de vista diferente al de sus asesores. A este ritmo fiscal, el presidente se irá metiendo en más problemas fiscales, de tipo de cambio real y del sector externo. Mi enfática sugerencia es reformular rápidamente la estrategia porque los números fiscales tienden a empeorar en vez de a mejorar y eso tiene impacto sobre el resto de las variables económicas. Un plan económico consistente con reforma del estado, fiscal, laboral y de integración al mundo se impone. Ya perdimos dos años. Sería deseable no perder dos años más.
Fuente: Economía para Todos