El Gobierno había levantado la vara de las expectativas. Quizás por
optimismo, varios de los negociadores locales creían que había posibilidades
reales de concretar en el marco de la 11ª conferencia ministerial de la
Organización Mundial de Comercio (OMC) un acuerdo político por el que se viene
trabajando hace casi dos décadas. Eso ya ha sido descartado.
Pese a la satisfacción oficial con los avances en Buenos Aires, según contaron fuentes oficiales a LA NACION, el principal escollo volvió a ser un viejo y conocido escollo: la oferta de productos agrícolas que la UE permite ingresar a sus países con una determina cuota. No hubo, en tanto, discordancia entre los principales socios del Mercosur, hoy alineados.
La última oferta está ahora en manos de los poderosos comisarios de la UE de
Comercio, Cecilia Malström, y de Agricultura y Desarrollo Rural, Phil Hogan.
Pero como contó ayer Aloysio Nunes Ferreira, ministro de Relaciones Exteriores
de Brasil a varios periodistas a la salida de las negociaciones en el Palacio
San Martín los "mecanismos de consulta [de la UE] son más complejos" o menos
flexibles que los que tienen cuatro países sudamericanos.
A pesar de que ayer un borrador de una posible declaración conjunta de ambos bloques destacaba los avances "históricos" en las negociaciones, estiraba las negociaciones hasta un encuentro en Bruselas en enero, incluso después de la reunión de presidentes del Mercosur el próximos 21 de diciembre en Brasilia. Ayer, fuentes oficiales ya hablaban del primer cuatrimestre de 2018. Luego de esa fecha se cerrará la "ventana de oportunidad" política antes de las elecciones brasileñas por la que tendrán que renunciar los ministros que hoy negocian.
La situación pasó de un fuerte optimismo ayer por la mañana cuando el
ministro de Producción, Francisco Cabrera, habló con la prensa en el Foro de
Negocios en el CCK a cierta desilusión hoy por las tarde cuando cerca de los
negociadores argentinos admitían que les costaba cerrar una declaración conjunta
entre los bloques con los avances de las negociaciones. Algunos no descartaban
terminar de pulir ese comunicado oficial incluso por Whatsapp. "Nosotros, como
con ustedes, también estamos comunicados por vías electrónicas", bromeó un
negociador.
Sin embargo, el discurso incluso en off the record de los quienes impulsaron el acuerdo era optimista. "Estamos muy próximos a lograr resultados concretos", estimó un importante funcionario que participó de las reuniones a primer nivel. Dijo que la pelota está ahora del lado del bloque europeo. Ratificó además que el gran problema es el acceso al mercado de una lista de productos de origen agropecuario, o sea los que importan al Mercosur. "Luego será necesario hacer fine tunning (sintonía fina) con otros temas", afirmó.
Entre esas cuestiones está qué productos ingresarían en qué canastas de desgravación (que tienen plazos diferentes), cuestiones de propiedad intelectual (muy sensibles para los laboratorios y los agroquímicos) y las compras gubernamentales, entre otros.
Sin embargo, y a pesar de los problemas enfocados en los productos agrícolas, en Cancillería tanto ayer como hoy los funcionarios rescataban el avance en el acceso para los productos de las economías regionales (limones, naranjas, mandarinas, merluza, vieiras, calamares, ciruelas, frutillas congeladas, huevos y miel, entre otros) y las cinco reuniones del Mercosur en las que participaron doce ministros y cinco jefes negociadores de ambos bloques.
Las fuentes del sector privado ligadas a la negociación indicaban ayer que la UE no había presentado ninguna mejora en etanol y carne como se había comprometido y estimaban que internamente en el Mercosur había diferencias significativas para el armado de las ofertas. Fuentes oficiales negaron ayer que hubiera fisuras dentro del bloque sudamericano. "Los cuatro países trabajaron al máximo de las posibilidades", dijeron en el Gobierno.
Las fuentes oficiales destacaron como un gran avance la creación, en el marco de la negociación, de un fondo de compensación para atender "los impactos de la readecuación", lo que implica que más allá de las gradualidad que implican las canastas, de entre 10 o 15 años, hay preocupación por los costos de la apertura, algo a lo que se refirió ayer por la mañana el presidente Mauricio Macri en la apertura del Foro de Negocios en el CCK.
En caso de cerrarse el próximo verano [el borrador habla de un encuentro en la segunda mitad de enero en Bruselas] tardará en tener efectos concretos. Se implementaría recién en tres años, cuando se haya pasado toda la revisión legal, se terminen las traducciones en todos los idiomas, se aprueben por las consejerías legales de cada país y se logren los acuerdos políticos de todos los Parlamentos de las naciones involucradas. Recién ahí comenzaría la apertura gradual.