La biotecnología prepara una verdadera revolución en el consumo: crear carne
de maneraartificial, a partir del cultivo de las células de animales vivos
mediante un proceso productivo realizado en laboratorio más sustentable, que no
afecte al medio ambiente y pueda responder a la creciente demanda mundial de
alimentos. En un país como la Argentina, donde el año pasado cada habitante
consumió 120 kilos de carne, ¿estamos listos para cambiar nuestros hábitos
cuando nos sentamos a la mesa?
La carne artificial también presenta desafíos para el mundo de los negocios. La comercialización de este producto puede afectar a la industria ganadera local, que en 2016 produjo 2,6 millones de toneladas de carne bovina y exportó por más 1.000 millones de dólares. Sin embargo, algunos especialistas creen que ambos modelos productivos pueden coexistir.
Lo cierto es que este tipo de carne tiene defensores y detractores: mientras
que para los primeros tiene menor impacto ambiental, introduce mejoras en la
seguridad alimentaria y evita la cría y faena de animales para consumo humano,
los críticos advierten que aún no está claro cómo serán regulados estos
alimentos y que su producción puede implicar incluso una mayor emisión de gases
de efecto invernadero.
Según una encuesta de la alianza Intal-Latinobarómetro realizada a 20.000 habitantes de 18 países de América Latina, la carne artificial es un invento positivo sólo para el 8% de los ciudadanos de la región. Y de acuerdo con una investigación del Intal-BID apenas un 17% de los Millennials de la Argentina estarían dispuestos a consumir este producto.
Como lo señala Gustavo Beliz, Director del INTAL: "La carne artificial propone un cambio disruptivo en la producción y el consumo, que pronto estará entre nosotros. Tenemos que prepararnos porque puede ser una revolución que cambie nuestra economía fomentando el desarrollo de nuevos negocios."