En la Argentina, las regulaciones internas impiden comercializar granos con insectos vivos y esto exige la aplicación de tratamientos para eliminarlos. Por su parte, la industria agrícola mundial está basada en el control de plagas a través de métodos químicos y uno de sus principales requerimientos es realizar dichas prácticas adecuadamente para garantizar la calidad de los granos, la seguridad laboral y del ambiente.
Con el objetivo de lograr un control eficiente de las plagas y de mantener la inocuidad de la producción, técnicos del INTA recomiendan adoptar un programa de control integrado de plagas, que incluya prácticas de limpieza y aireación de granos, acondicionamiento de instalaciones y aplicaciones químicas, como complemento. Este tema será presentado en el IV Curso Internacional de Actualización Técnica en Poscosecha de Granos, que se realiza en la Unidad Integrada Balcarce –Buenos Aires– del 31 de octubre al 2 de noviembre.
“En nuestro país, tenemos regulaciones que nos indican cómo debe hacerse el control de insectos y la cantidad de residuos de insecticidas tolerada en los granos, en virtud de no superar ciertos límites”, indicó Ricardo Bartosik, investigador del Grupo de trabajo en Poscosecha de Granos, del INTA Balcarce.
En este sentido, consideró tener en cuenta los límites máximos de residuos de insecticidas en los granos, estipulados por la legislación nacional e internacional.
“Cuando salimos al mercado externo, los límites máximos de residuo de insecticidas aceptados por la legislación argentina pueden ser mayores a los reglamentados por los países compradores y esta diferencia suele generar tensiones en los mercados de granos como rechazos de mercadería, problemas logísticos, entre otros”, apuntó Bartosik.
De este modo, Diego de La Torre, especialista de la misma unidad del INTA, resaltó el impacto del control integrado de plagas, cuya adopción implica “una serie de herramientas utilizadas en conjunto y de manera sistematizada”. Entre estas, se destacan prácticas de limpieza y aireación de granos, acondicionamiento de instalaciones y aplicaciones químicas.
En particular, de La Torre remarcó que la aireación “se realiza a fin de reducir la temperatura del ambiente y hacerlo lo menos propicio posible para el desarrollo de insectos”. “Se trata de una técnica que, si bien se utiliza desde hace mucho tiempo, requiere el conocimiento de algunos factores importantes para su uso correcto”, añadió.
De bajo costo, bajo impacto ambiental y bajo riesgo de afectar la comercialización, la aireación facilita el control de insectos con un uso razonable de insecticidas y contribuye a adecuar la producción a las exigencias de mercado. “Estamos frente a un contexto global que demanda más alimentos de alta calidad, que sean inocuos, no afecten la salud de los consumidores y provoquen un bajo impacto ambiental”, detalló el investigador.
Para de La Torre, “la presión de los consumidores, los mercados y las regulaciones hacen que esta herramienta sea muy efectiva para prevenir el ataque de insectos, dado que no tiene ningún riesgo de contaminar o de generar problemas de salud en los potenciales consumidores”.