Esta semana se presentó un trabajo sobre lo que implican los impuestos provinciales para la economía y sobre todo, para las producciones del agro. El mismo fue desarrollado por el Instituto de Estudios Económicos y Negociaciones Internacionales de la Sociedad Rural Argentina (IEEyNI- SRA).
En este sentido, el estudio destacó que la presión impositiva de las provincias aumentó un 78% entre 2002 y 2016. Para resaltar, en algunas provincias creció más que en otras. Como ejemplo, en Santa Cruz tuvo un auge de 600% mientras que en Buenos Aires, un 44%. “Estamos frente a la necesidad de profundizar la competitividad y la disminución de la presión tributaria es clave para avanzar en este camino”, señaló Luis Miguel Etchevehere, presidente de SRA.
En el informe se analizan todos los tributos provinciales de forma detallada. Entre los que más subieron, se encuentra Ingresos Brutos (IIBB), que tuvo una variación del 131% en dicho período analizado.
Uno de los ejemplos que dio fue para la cadena de la carne. En este caso, en la provincia de Buenos Aires, en la cual se acumula de ingresos brutos 9.6% desde la cría, invernada, frigorífico, carnicería hasta que el consumidor compra la carne.
“Este es un tributo altamente distorsivo, y su elevado aumento de la presión fiscal está generando fuertes pérdidas de eficiencia sobre la actividad económica. Tiene efecto cascada, por eso, en el caso de la carne, puede llegar a representar entre el 7 y el 11% del valor final del producto, según la provincia”, aseguró Ezequiel De Freijo, analista del IEEyNI y autor del informe.
Cabe aclarar que el Gobierno de Buenos Aires envió ayer a la legislatura una reforma impositiva en la cual busca reducir la alícuota de Ingresos Brutos e impuesto al sello.
Consecuentemente, hoy ingresos brutos representa el tercer impuesto en recaudación: es el 4% del PBI cuando, en 2002, era menos de la mitad (1,7%). Sólo es superado por dos tributos nacionales, como es el IVA (7,1% del PBI) y Ganancias (5,4%). “Esto nos deja afuera de competencia contra nuestros principales competidores a nivel mundial”, indicó Etchevehere.
Según el estudio, en los últimos 15 años se expandió este impuesto, a raíz de reformas escalonadas que determinaron que hoy IIBB participe del 75% en la recaudación de las provincias, cuando en 2002, lo hacía en un 58%. “La presión más alta de los últimos 50 años”, dijo de Freijo.
Si bien en algunas provincias, la actividad agropecuaria está exenta del pago de IIBB, el productor termina absorbiendo ese impuesto cuando compra insumos, contrata servicios de flete, o cualquier otra transacción. Ante este contexto, Etchevehere pidió que se elimine de forma definitiva. “Tiene que bajar gradualmente hasta que desaparezca”.
A continuación, se hizo referencia a otros dos tributos. El primero fue el impuesto a los sellos, que con una variación del 137%, fue el tributo provincial que más aumentó, entre 2002 y 2016. Sin embargo, su incidencia es mucho más baja que la que tiene IIBB. Representaba el 7% de la recaudación de las provincias.
El otro impuesto es el inmobiliario rural. En Buenos Aires, Córdoba, Santa Fe y Entre Ríos, el tributo aumentó el doble que el total del inmobiliario rural y urbano de las 19 provincias restantes.