No se tenían simpatía, e incluso el veterano líder radical consideró durante
muchos años al joven liberal un "límite" para cualquier alianza opositora. A
pesar de las diferencias que los separaron, en la Casa Rosada se entusiasman con
que el domingo 22 de octubre Mauricio Macri pueda alcanzar la proeza obtenida (y
nunca igualada) por el entonces presidente Raúl Alfonsín en las legislativas del
3 de noviembre de 1985: ganar, como oficialismo, en los cinco principales
distritos del país.
En aquellas elecciones, el presidente radical bendijo la candidatura de jóvenes de la Junta Coordinadora (y otros no tan jóvenes) en los lugares clave: Marcelo Stubrin, hoy embajador en Colombia, encabezó la lista en la Capital; Leopoldo Moreau, hoy kirchnerista, en la provincia de Buenos Aires; Carlos Becerra y Conrado Storani, en Córdoba; Luis "Changui" Cáceres, en Santa Fe; Raúl Baglini, en Mendoza. Les ganó en los cinco distritos a los candidatos del PJ y obtuvo un 43,5% promedio en todo el país, bastante más alto que el 35,9% obtenido por Cambiemos en las PASO. "Ganamos por el plan Austral y la pinta del candidato", bromeó Stubrin a LA NACION al recordar aquellos comicios, que significaron un espaldarazo para el gobierno democrático asumido en diciembre de 1983 luego de siete años de dictadura militar.
En un análisis cuantitativo, los números de aquella elección fueron realmente
concluyentes y difíciles de emparejar. En la provincia, Moreau alcanzó el 41,4
por ciento de los votos (Esteban Bullrich llegó a 34 en las PASO); Becerra, el
52% en Córdoba (Héctor Baldassi, el 44,5 en 2017); Baglini, el 53% en Mendoza
contra el 41 de Cambiemos en agosto pasado, y Stubrin arañó el 43 por ciento en
la entonces Capital Federal, siete puntos menos que los que obtuvo su ex
correligionaria Elisa Carrió en las PASO porteñas. Sólo Cáceres sacó en 1985
menos del 40 por ciento (39,6) y obtuvo cuatro bancas, como el PJ. Igual, fue
mucho mejor aquella performance que la de Cambiemos en estas elecciones
santafecinas: llegó al 27 por ciento de los sufragios con la postulación de
Nicky Cantard. Otro dato adicional: en aquel test electoral, Alfonsín también
festejó en Entre Ríos, Salta y Tucumán, resultados que (sobre todo en las dos
últimas provincias) Cambiemos no puede ni soñar con conquistar.
Al margen de estas diferencias en los números, para lograr alcanzar este hito, Macri deberá ganar no sólo donde ya lo hizo y con comodidad en las PASO (Córdoba, Capital y Mendoza), sino además en Santa Fe y la provincia de Buenos Aires, donde el kirchnerismo les ganó a los postulantes de Cambiemos. "En Santa Fe ganamos porque [Agustín] Rossi no retendrá todos los votos del espacio en las PASO. Y en provincia creemos que están dadas las condiciones para ganarle a Cristina", se ilusionan en Balcarce 50.
Pues bien: suponiendo que los resultados se den. ¿Qué paralelismos podrían hacerse entre las realidades del gobierno de Alfonsín y el de Macri con Cambiemos en el momento de la elección? "En ambos casos se trataría de gobiernos nuevos, que a los dos años de mandato buscan recibir una muestra de confianza para seguir adelante", afirmó a LA NACION Hernán Iglesias Illa, coordinador de Comunicación Estratégica de la Jefatura de Gabinete.
Para Iglesias Illa, la economía en alza y el peronismo también atraviesan momentos comparables. "La economía estaba mejor con el plan Austral y la inflación bajaba, igual que ahora. Y en el PJ había una clara división entre la renovación de [Antonio] Cafiero y Carlos Grosso y los viejos dirigentes como Lorenzo Miguel o Herminio Iglesias, que todavía seguían vigentes", agregó el funcionario, comparando aquellas divisiones con las vertientes peronistas que se presentaron en las PASO: kirchnerismo, PJ tradicional, 1 País y Florencio Randazzo.
De todos modos, en el Gobierno son prudentes. "Todavía no ganamos, y en este país no ganás hasta que no se terminaron de contar los votos", advierten dos funcionarios, en un freno al triunfalismo que sí se advierte en otros despachos oficiales, donde la comparación con aquel épico triunfo radical en el amanecer de la democracia argentina es una tentación demasiado grande.
"Los liderazgos son diferentes, claro, ningún liderazgo es igual a otro", sostuvieron desde el Gobierno. "Pero sería un espaldarazo grande lograr ganar en esos distritos", se ilusionó otro alto funcionario.