En el último año siete de cada 10 arándanos argentinos tuvieron como destino los Estados Unidos. Ese 70% de la cosecha que se envió al país presidido por Donald Trump, hoy, con el veto al biodiesel de por medio, se percibe como un volumen muy alto, que genera una dependencia que podría evitarse no sólo por este antecedente, sino también por cuestiones de competencia y posicionamiento. "Queremos desconcentrar los envíos a los Estados Unidos", reconoció a El Cronista Federico Bayá, Presidente del Comité Argentino de Arándanos (ABC), entidad que concentra 14 socios que representan el 85% de la exportación nacional del fruto (casi la totalidad de lo producido se exporta).
La necesidad de posicionarse mejor en mercados como el europeo o el asiático, y la fuerte competencia que generó el ingreso de los arándanos peruanos a los Estados Unidos desde el año pasado, que compiten directamente con el producto argentino, avalan esta estrategia de diversificación. De un año a otro, Perú pasó de exportar al país del norte 20.000 toneladas (2015) a 40.000 toneladas en 2016, lo que hizo bajar los precios del producto en un 20%. "El año pasado tuvimos una rentabilidad crítica por los altos costos y la mayor competencia", afirmó Bayá.
Con este combo, la intención pasa por mirar cada vez con mejores ojos la demanda de mercados como el inglés, que valoran mayormente la calidad que el precio, ítem donde el arándano argentino saca ventajas. En este sentido, el objetivo de la industria para este año es enviar más toneladas al viejo continente y bajar los envíos a los Estados Unidos a menos del 60% del total.
En esa carrera también entra la demanda de Asia, y el mercado chino se
posiciona con gran potencial. "Estamos trabajando fuerte para abrirlo pero
tenemos una traba sanitaria porque China no aprueba el tratamiento que
permitiera llevarlo en avión. Sólo podemos ir en barco con tratamiento de frío
pero tarda 45 días", comentó el directivo. Por caso, países como Uruguay, Perú o
Chile tienen aprobado los dos protocolos de exportación, y hasta en el caso de
Perú y Chile con el agregado de tratados de libre comercio, que entran sin
arancel. Perú, por ejemplo, espera colocar un 20% de su producción en el mercado
chino esta temporada, volumen al que quiere aspirar enviar la Argentina.
A punto de haberse iniciado una nueva cosecha, que arranca en el país la primer semana de septiembre y se extiende hasta fines de diciembre, las compañías exportadoras argentinas, unas 30 aproximadamente ya prevén sus movimientos. Gabriel Wasserman, directivo de Gramm Agropecuaria, comentó que afrontan una campaña compleja con costos logísticos, impositivos y laborales mayores que los países que son competencia.
"Igualmente confiamos que tenemos fortalezas muy importantes en calidad y know how, y logística aérea para llegar a casi todos los mercados", sostuvo. El ejecutivo destacó que incorporaron para esta temporada una clasificadora que permite seleccionar por firmeza, defecto y tamaño el 100% de la fruta clasificada. "Esta es una de las exigencias para entrar al mercado chino, el cual la Argentina está en los últimos pasos para lograr la apertura sanitaria".
La industria trabaja además en el desarrollo de la logística marítima, algo que tuvo que adaptar desde el año pasado por la competencia peruana, y que le permite bajar costos. "Estamos trabajando con el Gobierno y esperando la reforma impositiva y laboral. Ya avanzamos en suspender la resolución que establecía el pago a destajo de 25 kilos por jornal que limitaba la producción", contó Bayá.
En números, se estima que las exportaciones será similar a lo alcanzado el año pasado, que estuvo alrededor de 18.500 toneladas, cerca del récord de 19.400 toneladas exportadas en 2011. El ingreso al mercado chino, además de otros como el japonés, coreano o indio, podría generar un crecimiento en la superficie sembradas en las provincias productoras (como Entre Ríos, Corrientes o Tucumán), que este año destinaron unas 2800 hectáreas. En total, el año pasado el mercado generó divisas por u$s 110 millones.