La semana pasada, la Corte Suprema de Justicia produjo la Acordada 26/2107,
publicada en el Boletín Oficial, por la cual requiere para su funcionamiento en
2018, de M$ 8.281, con un incremento del 23,8% con respecto a 2017. El 80,6%
será destinado al pago de salarios para los 4.732 empleados.
El Poder Judicial es independiente, por mandato constitucional, y por ende
puede tomar sus decisiones de manera autónoma. Pero no vive en otro planeta, ni
en otro país, sino en La Argentina, en la cual rigen pautas inflacionarias que,
a lo sumo, contemplan incrementos para 2018, del 12% interanual.
¿Por qué refrescamos este dato, no menor?. El Presidente Macri pidió bajar el
déficit fiscal y las malas lenguas dicen que se han registrado recortes de Gasto
Corriente no salarial.
Simultáneamente, se está elaborando el Presupuesto Nacional, que debe
presentarse el próximo Viernes 15, en el cual –presuntamente- se incluirían
señales de la reforma tributaria integral (gradual, y otros …al), que se
consensuaría, para ser aplicada en los próximos cinco años.
El Gobierno del Presidente Macri mantuvo un gradualismo fiscal poco eficiente
y mal coordinado, entre Hacienda y el Banco Central hasta, por lo menos el
Primer Trimestre de este año. Subestimó el argumento económico en términos
electorales, porque partió de la base de que había “poco para mostrar” y se vio
gratamente sorprendido cuando el discurso anti-ajuste de la oposición fue casi
derrotado en las PASO de Agosto.
Todos los que suponían que Gasto Público y Déficit Fiscal elevados, se
asociaban con recuperación económica y, en el mediano plazo, mejoras en las
cuentas públicas, están más que sorprendidos: la economía se recuperó
firmemente, en el Segundo Trimestre del corriente año, al mismo tiempo que se
observaba una manifiesta reducción del Déficit Operativo del Tesoro.
Se rompen muchos mitos:
a. La reactivación, que genera mejoras en la recaudación, proviene
básicamente de los efectos derivados de la gran cosecha y del blanqueo, primero
sobre el sector de la Construcción e indirectamente sobre el grueso de los
sectores industriales. El aporte de la obra pública tiene su mérito, pero es
factible gracias al sustento fiscal provisto por los otros dos factores
expansivos y nunca como elemento autónomo. Finalmente, si no hubieran existido
el blanqueo exitoso y la cosecha récord, con la obra pública únicamente se
hubiera acelerado la inflación. Se rompió el mito de la inversión pública
reactivante per se, ya que no existen argumentos para demostrar que un Peso
gastado por el Estado tiene más impacto económico que un Peso gastado por el
común de los mortales que pagan impuestos.
b. Ahora que tenemos reactivación y no crecimiento, se rompe otro mito: que
el Banco Central es el único encargado de bajar la tasa de inflación, empleando
la tasa de interés como instrumento de política. No tiene sentido insistir con
la política de Tipo de Cambio flotante en un mercado libre, si no se han
cambiado las expectativas inflacionarias y estamos en un año electoral, en el
que la variación del precio del Dólar está sujeta a encuestas demasiado operadas
por los actores políticos. La flotación fue libre hasta que la divisa llegó a
los $18. Después pasó a ser administrada. Entretanto, la tasa real positiva no
doblegó a la inflación. Es hora de coordinar mejor con Hacienda, controlar la
base monetaria y anclar expectativas inflacionarias mediante un “techo
cambiario”.
c. Se confirmó que la inflación deviene del financiamiento monetario del
déficit público, ya sea vía emisión o aumento de la deuda en dólares. Ambos
mecanismos tienen efectos inflacionarios (el BCRA emite para comprar las
reservas que le trae Finanzas). La suba de precios se mide en pesos, una moneda
virtualmente inexistente en términos de ahorro, inversión y preservación de
valores a largo plazo. Si el Central emite en exceso, tiene que colocar LEBACs,
para fomentar la demanda de pesos. Por la inflación, la nuestra es una economía
bi-monetaria, en la cual el principal deudor se financia en pesos y todos los
acreedores quieren que sus activos estén en dólares.
La hora del mazazo final.
¿Por qué Setiembre es el momentum, para bajar la inflación núcleo?
La recaudación de Agosto ha sido impactante: los Recursos Tributarios de la
Administración Nacional, los de Coparticipación Directa a las Provincias y los
impuestos como el IVA o los Internos, han crecido al 33,7; 38,2; 37,5 y 36,1%,
respectivamente. Las mejoras superan en 10 a 14 puntos porcentuales a la
inflación interanual, generando recursos que pueden atenuar el Déficit Operativo
del Tesoro Nacional, siempre que se des-indexe (en la medida de lo posible) el
Gasto Corriente no salarial y el vinculado a la Inversión Pública, que pueda ser
reprogramada o privatizada.
A fines de la semana pasada, el Tipo de Cambio que convierte a Reservas la
Base Monetaria era de $/U$S 17,22 y el crecimiento de la Base Monetaria apenas
llegaba al 3,1% en los primeros 8 meses del año (23,9% interanual, frente a una
inflación del 22,5%). Por ende, se puede instrumentar un modelo cambiario que
sirva de ancla transitoria a la evolución de los precios y, más aún ahora,
cuando los supermercados proponen “precios corajudos” que no van a subir en lo
que resta del año.
La oportunidad es ahora porque se puede conseguir una inflación núcleo del 1%
en Setiembre (la de Agosto probablemente rondaría el 1,6%). Este logro sería
trascendente para dar credibilidad al Presupuesto Nacional 2018, cuya meta
inflacionaria no debería superar el 10% anual, admitiendo que el BCRA tendrá
escaso margen para financiar el déficit fiscal, emitiendo deuda en pesos, en
razón del sobre-stock de LEBAC.
La lógica es simple:
a. Dólar comprador y vendedor deberían sugerirse (regularse) en torno a los $
17,60/18.
b. Los únicos Adelantos Transitorios a efectuar desde el Banco Central al
Tesoro en lo que resta de 2017, deberían responder, en Diciembre, a las
necesidades del aguinaldo.
c. La reactivación económica proveerá una reducción anual estimada del
Déficit Operativo, por aproximadamente 0,6% del PBI, con lo cual se alcanzaría
un desequilibrio operativo equivalente a 2,5 puntos del PBI (el previsto
originalmente era de 4,2), que puede ser financiado con endeudamiento del Tesoro
(mejor en pesos) sin participación del BCRA; y
d. No estaría de más que hubiera muestras significativas de austeridad en el
gasto político y salarial, así como en el libramiento de Partidas de Gasto
Corriente, para mostrar a los de abajo, que los de arriba también se ajustan.
Aunque, en el mediano plazo, el Déficit Financiero del Estado Nacional es
significativo, importa que baje la tasa a la que se financia un stock de deuda
que, ahora, crecerá a tasa decreciente. Como el riesgo-país está cayendo, se
impone que el saneamiento fiscal operativo se complete en un año no electoral,
como el próximo, para lo cual las señales más importantes deben darse YA!.
Hablar de reformas de largo plazo, como el Proyecto Integral Tributario,
revela poco más que buenas intenciones, ya que La Argentina todavía no tiene una
moneda y una política monetario-cambiaria consistente con un déficit operativo
decreciente, que sólo será cómodamente financiable si es inferior a los 2 puntos
del PBI, en los próximos dos años.
El momento del mazazo final a la tasa de inflación es ahora. De su éxito
depende la mejora de la competitividad y la reducción del costo argentino, que
serán los trabajos a llevar a cabo durante 2018.
No hay nada mejor, para ganar elecciones, que una economía dinámica, pero estable en materia inflacionaria y un Gobierno que provea señales consistentes con la existencia de una moneda en términos de ahorro e inversión. El Peso todavía no lo es.
Fuente: Años de campo